Del solsticio de invierno a la Navidad

Xavier Fonseca Blanco
XAVIER FONSECA REDACCIÓN / LA VOZ

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xoan a. soler

A partir de ahora los días comienzan a crecer y las noches a menguar

21 dic 2018 . Actualizado a las 16:40 h.

En una misma semana los gallegos damos la bienvenida al invierno y celebramos la Navidad. No es casualidad. Como tampoco lo es que en junio, pocos días después de que arranque el verano, festejemos San Juan. Las fechas más importantes de nuestro calendario tienen un origen astronómico. La historia de la Navidad no puede aislarse del solsticio de invierno. «Es una referencia astronómica que la civilización romana celebraba como la Natalis Solis Invictis, la fiesta del nacimiento del sol invencible, en la cual el astro ganaba la batalla a las tinieblas del invierno. Los cristianos decidieron establecer el nacimiento de Jesús en estas fechas para facilitar a los romanos la conversión al cristianismo sin tener que abandonar sus festividades. La Navidad no es más que la celebración astronómica del solsticio de invierno», explica el astrónomo Borja Tosar.

Estos días el sol alcanza el punto más bajo respecto al horizonte. La altura que ocupa el astro en el cielo es fundamental porque determina cómo inciden los rayos solares sobre la superficie. Coincidiendo con el solsticio, tenemos también las jornadas con menos horas de luz y más horas de oscuridad. Durante las noches solsticiales, las más largas del año, con 16 horas de duración, las antiguas civilizaciones protegían a la naturaleza perenne del frío y las tinieblas. Una costumbre que ha perdurado hasta nuestros días convertida en el árbol de Navidad.

El solsticio de invierno es un momento clave en el calendario astronómico porque no solo marca un punto de inflexión en la altura que ocupa el astro sino también en la relación entre luz y oscuridad. «Desde el equinoccio de otoño, el principal indicador de que llega el invierno es el acortamiento de los días, menos horas para realizar actividades. A partir de ahora los días comienzan a crecer y las noches a menguar. Es popular el dicho de que los días comienzan a crecer desde Santa Lucía, el 13 de diciembre, pero lo que ocurre a partir de esa fecha es que el sol se pone cada vez más tarde, el día más corto es el del solsticio», añade Tosar.

El avance o retroceso de la oscuridad no tiene demasiada importancia en el siglo XXI. La electricidad inunda de luz y calor los hogares. «Teniendo en cuenta que en la antigüedad las horas de luz determinaban las actividades cotidianas, sin duda era algo que nuestros antepasados tenían en cuenta. El momento en el que los días dejaban de menguar y comenzaban a crecer era un evento esperado y en muchos casos celebrado como el triunfo de la luz sobre la oscuridad», recuerda el astrónomo.