¿Solo nos enamoramos 3 veces?

Cláudia Morán

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Tijana87

EXISTE UNA RAZÓN y está en la psicología. Se dice que hay tres tipos de amor que tienen que ver con la edad y la experiencia. Pero ojo: puede haber amores maduros a los 20 y tóxicos a los 50. Y, en realidad, no hay límites.

27 feb 2018 . Actualizado a las 07:51 h.

La psicología, en su afán por clasificar lo que parece inclasificable, también fija estadios limitados para el amor. Tanto es así que un cálculo teórico apunta a que solo nos enamoramos tres veces a lo largo de nuestra vida, y por un mismo motivo: existen tres formas de enamorarse y al menos una que es posible que nunca lleguemos a experimentar. Así, el amor idealista e ingenuo puede evolucionar al que se produce por necesidad, para llegar después al inesperado y, por recorrido, el más estable. Pero, como con todo, hay grandes discrepancias en el gremio.

«Decir que a nivel emocional y mental estamos solo preparados para enamorarnos tres veces no es cierto. Lo que sí es verdad es que cada década de nuestra vida marca una manera distinta de ver el amor», señala la psicóloga Alejandra Dotor, quien apunta que los profesionales como ella son conscientes de que «hay que tener cuidado con las etiquetas».

AMORES VARIOS

Según la clasificación de los tres amores, el primero, el idealista, suele asociarse con la juventud y se basa en la idealización que con frecuencia solemos hacer de la persona amada. Amor romántico, perfección, cuentos de hadas... «Esa sería la fase de enamoramiento de la que hablaba Helen Fisher, en la que predomina una mezcla de lujuria y dopamina, oxitocina... Dura entre 6 meses y 1 año y sucumbe a unos encantos que no sabemos muy bien cuáles son. Es una fase inevitable», indica el psicólogo Manuel Lage.

Pronto aparecen experiencias negativas que acabamos aceptando porque creemos que todo va incluido en el pack del amor. Y ahí es donde fracasa porque, como indica el experto, «en la primera fase eres víctima de un subidón de hormonas, hasta que se te cae la venda de los ojos: si en valores fundamentales estamos en desacuerdo, esa relación seguramente no funcionará», añade.

Al segundo enamoramiento se le denomina amor por necesidad: llega después del que nos ha hecho daño y nos hace buscar a alguien que nos cuide y nos ayude a recuperarnos del golpe. Pero tampoco es el ideal. «Esta fase tiene mucho que ver con cómo hemos configurado la sociedad. En pleno siglo XXI llevamos ya tiempo con independencia e individualismo, especialmente la mujer, pero todavía parece que hay que ‘sentar cabeza’», afirma Dotor.

SIN MADUREZ EMOCIONAL

Aunque parezca terrible, Dotor y Lage aseguran que muchas personas nunca llegan a experimentar una verdadera madurez emocional o, como se conoce a la tercera fase, el amor inesperado. Es el estadio en el que -siempre según dicha teoría- uno ha dejado de buscar, pero encuentra. «Después de todos los devenires más y menos buenos de la vida, de pronto recuperas una ilusión hermosa. Pero esto no es cuestión de edad: puedes tener 80 años y seguir enamorado de tu pareja como el primer día, y no es magia, es una actitud, proponérselo día a día y labrarlo. Es el ‘no te necesito, te prefiero’. Pero de eso también se puede dar cuenta una persona a los 20», aclara Alejandra Dotor.

Para Lage, esa madurez emocional «depende mucho de las expectativas que nos pongamos». «Hace unos años se hizo un estudio con miles de parejas que habían vivido 50 años juntas y resulta que los que puntuaban su relación como más satisfactoria a la larga, entraban en el concepto de pareja de conveniencia, sin aquel enamoramiento inicial. Otros, en cambio, empiezan con cohetes y violines y acaban como el rosario de la aurora», asegura el psicólogo.

Ambos expertos niegan que exista un límite de enamoramientos a lo largo de la vida, ya que «no hay ningún número exacto en las relaciones humanas. Habrá quien tenga la suerte de enamorarse muchas veces, otros lo harán una sola y, otros, sencillamente nunca», afirma Lage. Dotor, por su parte, defiende que «hay muchos modelos de familia y muchos modelos de amor». Aviso a amantes navegantes: el amor no es obligatorio pero, si amamos, podemos amar sin límites.