La mano alzada del hombre que mató la neutralidad de la Red

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez BARCELONA / ENVIADO ESPECIAL

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Aljit Pai, a la derecha, y Andrus Ansip
Aljit Pai, a la derecha, y Andrus Ansip Andrej Sokolow | DPA

El sheriff para Internet nombrado por Trump defiende en Barcelona su apuesta por la desregulación entre fuertes críticas

27 feb 2018 . Actualizado a las 07:47 h.

Palabra de vicepresidente de la Comisión Europea: «La neutralidad de Internet es imprescindible para una sociedad abierta. Todo el tráfico debe ser tratado de la misma forma, sin discriminación». Así de tajante empezaba Andrus Ansip su intervención en el debate más relevante y más morboso de la primera jornada del MWC, el que abordaba las normas que deben regir sobre la Red. Sobre la tribuna acompañaban al estonio otras tres figuras relevantes: Sunil Bharti Mittal, de GSMA; Marcelo Claure, responsable de Sprint, una gran compañía de EE. UU.; y Ajit Pai, el hombre que eligió Trump para poner patas arriba Internet.

Este político texano de origen indio saltó a la fama internacional en diciembre, cuando, en virtud de su cargo de presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, decidió eliminar de la regulación del país norteamericano ese principio que impedía convertir la Red en una autopista de dos velocidades. Abrió la puerta a que las compañías discriminaran el tráfico de los datos en función del dinero que estén dispuestos a pagar los proveedores de servicios o contenidos.

Pai se convirtió entonces en el hombre más odiado del ciberespacio. Y en un icono del liberalismo salvaje. Ayer en Barcelona no hizo propósito de enmienda. Más bien todo lo contrario. Criticó la regulación obsoleta, «del siglo XX», que impide que crezca Internet en el siglo XXI y argumentó que las únicas reglas que valen son «las ligeras y basadas en el mercado». Justificó su viraje en que las grandes compañías de telecomunicaciones necesitan estímulos para correr en la carrera por implantar la tecnología 5G, pero no convenció al auditorio. Tampoco al representante de GSMA, que defendió la neutralidad de Internet y reivindicó las millonarias inversiones de las telecos, y mucho menos al vicepresidente de la Comisión Europea, que abogó por una Red «abierta y libre» que no penalice la innovación (los autores de proyectos emergentes no podrían pagar la tarifa premium para que sus datos circulen más rápido) y cuestionó claramente el viraje estadounidense: «El acceso a Internet es un derecho básico», proclamó el político estonio, que evitó atacar más duramente al estadounidense e incluso hizo autocrítica al reconocer que Europa sufre en el mundo digital por la fragmentación.

La moderadora, la periodista de la CNN Kristie Lou Scott, preguntó a los asistentes quién estaba a favor de cargarse la neutralidad de la Red. Muy pocas manos se alzaron. Sobre la tribuna, solo una, la del sheriff de Donald Trump para Internet.

Las telecos cuestionan el coste millonario del fútbol televisado

A las grandes compañías de telecomunicaciones en España no les salen las cuentas del fútbol y se plantean públicamente no ofrecer ese servicio en un futuro. El primer mensaje lo dio hace unos días el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, cuando dijo que contemplaban no renovar la Champions. El segundo, más contundente, lo pronunció en el prólogo del MWC el consejero delegado de Vodafone España, Antonio Coimbra. «Es mejor perder todos los clientes», dijo en un encuentro informal con periodistas en el que la burbuja del coste de los derechos del fútbol fue uno de los asuntos más debatidos.

Coimbra quiso dejar claro que, con el modelo actual, el balompié televisado no es rentable. Dio cifras. Vodafone paga 200 millones al año por los derechos, pero los ingresos (unos 20 euros mensuales) no compensan los costes. Y los clientes valoran más otro tipo de contenidos, como las series y el cine. Según Coimbra, la solución podría pasar por un sistema «más equilibrado»: pactar con la Liga y los propietarios de los derechos un nuevo sistema de pagos variables en función de los suscritos cada mes.