Llega la primavera, llegan las alergias

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alergia, polen,.Una alérgica entre un mar de polen
Una alérgica entre un mar de polen

la llegada de esta estación trae una explosión de colores en la naturaleza y flores pero también polen y la aparición o agravamiento de los síntomas de esta enfermedad

01 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la llegada de la primavera se incrementa sustancialmente el número de casos de alergias respiratorias, la mayoría de ellas en individuos que viven en zonas urbanas. Todo se debe a un funcionamiento erróneo del sistema inmunitario en el individuo alérgico.

El hombre, y en general los vertebrados, han desarrollado una serie de mecanismos celulares y humorales (anticuerpos) que les permiten identificar agentes extraños potencialmente dañinos y erradicarlos mediante la puesta en marcha de una serie de reacciones que, en conjunto, constituyen su sistema inmunitario, que recuerda cada agente patógeno con el que se ha encontrado, lo que permite identificarlo y eliminarlo de forma más rápida en el futuro.

Desde antiguo se sospechaba que los individuos que se habían recuperado de ciertas enfermedades no las volvían a contraer de nuevo. El historiador griego Tucídides (460 a.C.- 398? a.C.), en su Historia de la guerra del Peloponeso, al referirse a la epidemia de peste que asoló Atenas decía: «Los enfermos y moribundos sólo recibían atención de aquellos que se habían recuperado de la enfermedad, quienes no tenían ningún temor, ya que sabían que nadie era atacado de nuevo por la misma enfermedad, o al menos, no fatalmente».

 Ahora bien, el sistema inmunitario de una persona sana no responde automáticamente ante cada nueva sustancia extraña con la que entra en contacto, lo que supondría un trabajo agotador, sino que actúa de modo selectivo, reaccionando sólo contra algunas de ellas. El organismo de los vertebrados ha aprendido a reaccionar solamente ante aquellas que representen un peligro real. El resto son ignoradas y, por tanto, no desencadenan la producción de anticuerpos en un individuo sano.

Por el contrario, el sistema inmunitario de un individuo alérgico ve peligro donde no lo hay y responde ante sustancias inocuas para el organismo, sustancias que en un individuo sano no producen ninguna respuesta. Imaginemos que el escudo antimisiles se activase ante la presencia de un drone manejado por un niño. Es decir, el sistema defensivo del organismo no es capaz de distinguir entre un peligro real y una falsa alarma, y en este error diagnóstico reside el fundamento de la alergia.

Esas sustancias inocuas para un individuo sano, pero que desencadenan una reacción defensiva en un individuo alérgico, se conocen con el nombre de alérgenos. Elementos tan dispares como el polen de numerosas plantas, ciertos alimentos, ácaros del polvo, algunos medicamentos, descamaciones cutáneas de perros y gatos, látex y un larguísimo etcétera pueden desempeñar ese rol. Un paciente alérgico puede reaccionar ante uno solo de ellos o ante varios,  y la intensidad de la respuesta puede variar a lo largo de la vida.

En respuesta al contacto con el alérgeno, el organismo alérgico comete un segundo error: elabora un tipo especial de anticuerpo conocido como inmunoglobulina E (IgE). Esta inmunoglobulina se comporta de forma diferente al resto de anticuerpos: busca y se adhiere a la superficie de unas células conocidas como mastocitos, relativamente abundantes en nariz, ojos, pulmones y sistema gastrointestinal, que son precisamente los órganos donde la sintomatología alérgica es más  frecuente.

Los mastocitos contienen en su interior múltiples vesículas o gránulos cargados con una serie de sustancias conocidas como mediadores químicos de la reacción alérgica. De  forma grafica podemos decir que el mastocito, con las IgE adheridas a su superficie, es una especie de artefacto explosivo, que recuerda las minas marinas de nuestros cómics de juventud.

Tras un  primer contacto con el alérgeno, el individuo se convierte en un individuo alérgico con multitud de mastocitos con las IgE adheridas a su superficie. En este primer contacto no se manifiestan los síntomas de la alergia pero el individuo alérgico ha quedado sensibilizado para el alérgeno en cuestión sin saberlo. Como veíamos más arriba, el sistema inmunitario tiene memoria y  en el momento en que ese alérgeno ingrese de nuevo en el organismo o contacte con él sufrirá una reacción alérgica. 

La unión del alérgeno con la inmunoglobulina fijada sobre la superficie del mastocito hace que la célula defensiva estalle desencadenando la liberación de los mediadores químicos, que son los que finalmente provocan los síntomas de la alergia. Esto es, el alérgeno desempeñara el papel de detonador del artefacto explosivo alérgico.

La sintomatología alérgica dependerá de los mediadores químicos liberados pero sobre todo del lugar donde actúan: si es en la nariz aparece rinitis alérgica o fiebre del heno; en ojos da lugar a conjuntivitis alérgica; en la piel ocasiona dermatitis de contacto, atópica y en las vías respiratorias produce el conocido asma bronquial. En ocasiones, la respuesta alérgica se generaliza a  todo el cuerpo dando lugar a una reacción potencialmente fatal: la anafilaxis o reacción anafiláctica.

Entre las sustancias liberadas por los mastocitos, la histamina juega un papel esencial en el  cuadro alérgico. De ahí que el uso de fármacos que bloqueen los receptores celulares de la histamina, conocidos como antihistamínicos, de lugar a un alivio de los síntomas clínicos y una mejora del paciente alérgico en buena parte de los casos. Es el remedio más utilizado por los aproximadamente ocho millones de alérgicos  que hay en España. En muchos casos  es necesario combinarlos con otro tipo de fármacos, aunque  en ocasiones el episodio alérgico puede tener un desenlace fatal.

Como una buena parte de las personas alérgicas lo es al polen, la llegada de la primavera trae una explosión de colores en la naturaleza, trae flores, pero también polen y la aparición o agravamiento de los síntomas de la alergia.