El fundador de Facebook, acorralado en el Senado de Estados Unidos por las preguntas de los congresistas y el escándalo de la fuga masiva de datos, pide perdón y alerta sobre los ciberguerrilleros rusos

Fue uno de los tragos más amargos en la fulgurante carrera de Mark Zuckerberg. El multimillonario treintañero fundador de Facebook, cuyo uniforme de trabajo es una camiseta, se enfundó un traje azul marino y se puso corbata para subir las escaleras del capitolio y, visiblemente nervioso, rendir cuentas ante el Senado de Estados Unidos por el escándalo de Cambridge Analytica, de la fuga masiva de datos personales que ha hecho tambalearse a la red social más utilizada del planeta. 

Zuckerberg no acudía a recibir un homenaje. Nadie le iba a poner una medalla. Tampoco querían saber su opinión sobre el futuro de la sociedad de la información. Él pidió perdón, prometió colaboración y señaló la amenaza creciente para las democracias de los ciberguerrilleros rusos. Ellos le frieron a preguntas. Las hubo a cientos en más de interrogatorio, pero fue una, la que formuló un veterano senador de Illinois, Dick Durbin, la que dio en la diana, sorprendió al magnate y se hizo viral. 

Durbin le espetó a Zuckerberg: «¿Te sentirías cómodo compartiendo con nosotros el nombre del hotel en el que te hospedaste anoche?». El fundador de Facebook, descolocado, hizo un pausa de ocho segundos, sonrió entre dientes, hizo una mueca y no contestó.

«Um, uh, no», se limitó a decir.

Y «si te has enviado mensajes con alguien esta semana ¿compartirías con nosotros el nombre de tus interlocutores?», le insistió el senador demócrata. De nuevo, el fundador de Facebook soslayó la pregunta.

La táctica de Durbin con Zuckerberg puso el dedo en el ojo del problema que rodea a Facebook para mantener el control de la información privada de decenas de millones de sus usuarios, en medio del escándalo por el uso de datos personales para dirigir publicidad política y mensajería durante la carrera presidencial de 2016, la que ganó Trump.

«Creo que de eso trata todo esto», espetó Durbin, 40 años mayor que Zuckerberg. «Tu derecho a la privacidad, los límites de tu derecho a la privacidad, y cuánto das en los Estados Unidos modernos en nombre de conectar a personas de todo el mundo», le dijo. 

«Fue mi error. Está claro. Lo siento»

Zuckerberg cumplió con lo avanzado el día antes y asumió en primera persona la culpabilidad por la fuga de datos de al menos 87 millones de usuarios merced a las prácticas ilegítimas de la empresa Cambridge Analytica, vinculada al millonario Robert Mercer, uno de los grandes donantes republicanos, y a Steve Bannon, el ultra que fue asesor principal de Donald Trump hasta que el ego de ambos colisionó en las entrañas de la Casa Blanca.

 «Fue mi error. Está claro. Lo siento», dijo apenas tomar la palabra Zuckerberg. El senador Chuck Grassley apuntó que este escándalo mostró que los usuarios «no han entendido por completo la cantidad de sus datos que son recolectados, protegidos, transferidos, usados y abusados».

En su declaración de apertura, Zuckerberg dijo que «está claro ahora» que la empresa no hizo «lo suficiente» para prevenir que las herramientas ligadas a Facebook sean utilizadas para objetivos dañinos. «Eso se aplica para la divulgación de noticias falsas, interferencia extranjera en elecciones, y uso de discurso de odio», señaló. El magnate también avanzó que entre las medidas correctoras, «para proteger nuestras democracias», Facebook estudia fórmulas para restringir la publicidad de carácter político, aunque no avanzó ni cómo ni a partir de cuándo.

WIN MCNAMEE | AFP

La amenaza rusa

Sin embargo, los legisladores buscan saber por qué Facebook ha tardado tanto en adoptar medidas para controlar el uso indebido de datos de sus usuarios, dado que las primeras denuncias sobre estos problemas se conocieron hace ya años.

Zuckerberg dijo que Facebook desarrolló herramientas basadas en inteligencia artificial para interceptar expresiones de odio o apoyo al terrorismo. También afirmó que la empresa tiene casi 20.000 personas que trabajan exclusivamente en ello y que  se investigan miles de perfiles interconectados. Y señaló a Rusia: «Hay gente allí cuyo trabajo es tratar de explotar nuestros sistemas, y otros sistemas cibernéticos», dijo. «Entonces, es como una carrera armamentística. Ellos mejoran y nosotros tenemos que evolucionar también». 

Al fundador de Facebook le espera otra dura jornada. Tiene que afrontar su segunda comparecencia en el Capitolio. Primero dio la cara ante el Senado. Y ahora le toca el turno a la Cámara de Representantes. 

El secreto de Zuckerberg estaba bajo su trasero

Lo que no se vió de la comparecencia del fundador de Facebook ante el Congreso de Estados Unidos

U.R.

Sabía que todas las miradas iban a estar puestas en él, que cada palabra y cada gesto iban a ser analizados con lupa... Y así fue.

La comparecencia del fundador de Facebook en la Cámara de representantes del Congreso en Estados Unidos ha dejado grandes titulares como el momento incómodo en el que le preguntaron a Zuckerberg dónde había dormido esa noche.

Pero, lejos del contenido en sí de esa declaración por la filtración masiva de datos personales de millones de usuarios, el análisis de la trastienda tuvo como escenario, precisamente, la principal competencia de Facebook: a los usuarios de Twitter no se les escapó ningún detalle.

Desde el traje azul marino con camisa blanca y color de un tono más claro (color «azul Facebook» para algunos) hasta los papeles que Zuckerberg tenía sobre la mesa.

Uno de los principales detalles estaba oculto (aunque en plena era digital es imposible esconder nada): el fundador de Facebook se sentó sobre un aparatoso cojín colocado en la silla.

CHIP SOMODEVILLA

Los internautas no tardaron en darse cuenta y, entonces, comenzaron las bromas sobre la utilización de esa antigua tecnología para hacer que Zuckerberg pareciera más alto.

Más de cuatro horas de comparecencia en las que Mark Zuckerberg no quiso parar para hacer un descanso como le propusieron en más de una ocasión. Un gesto que tampoco pasó desapercibido y volvió a resucitar una vieja teroría: Zuckerberg no es humano, es un robot. «No te olvides de beber agua, a los humanos les gusta el agua».