A los 40, tócate el ukelele

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Dmytro Babichenko

FACILÍSIMO. Un libro del músico Salva Rey propone que los papás aprendan a tocar un instrumento que va más allá de una moda efímera. Algunos profesores consideran que debería estar en los colegios en lugar de la flauta, al ser mucho más completo

28 abr 2018 . Actualizado a las 22:30 h.

Lo tocan Taylor Swift, Bruno Mars y Julieta Venegas. Lo tocaron Marilyn Monroe, Elvis Presley o John Lennon. Y ahora también lo puedes tocar tú. «Es muy fácil. A quien se acerca no le deja indiferente. La clave es tenerlo afinado», explica Salva Rey, autor de Ukele Lala, un coqueto manual con el que no solo pretende que te entren ganas de coger un ukelele. Aspira a que te enamores totalmente de él. «Quiero crear desde el principio un nexo emocional entre el lector y el instrumento. Si se hace eso es todo más fácil», explica.

¿Por qué el ukelele? ¿No será que nos estamos dejando arrastrar por una moda hipster que viene de atrás? «Es un instrumento fantástico. Si aprendes con una flauta es como si vieras una foto en blanco y negro. Con el ukelele es como si te pusieras unas gafas de realidad virtual», dice Salva. Javier Prado, músico, profesor y autor del manual Educación musical para 5.º de primaria lo refrenda. «Se encuentra en un término medio de complejidad. Si lo tocas al aire ya es un acorde y muchos otros se hacen con solo pulsar un dedo, como el do mayor», detalla.

«Con el ukelele mezclas armonía, melodía y ritmo desde una edad muy temprana», dice el autor de un manual de excelente presentación. «Hay gente que lo ha intentado con la guitarra y ha fracasado. Esto le puede venir muy bien. Todo resulta más sencillo. Por ejemplo, tenemos cuatro dedos para pulsar, y el ukelele, cuatro cuerdas que lo hace todo más fácil. Se trata de un instrumento muy agradecido, con el que tienes un arranque bueno que anima a seguir». Prado añade algo más intangible: «Tiene una alegría intrínseca, una brillantez en el sonido que engancha totalmente».

El compostelano Marco Maril, excomponente de Dar Ful Ful y que desde hace años funciona como Apenino, se confiesa devoto del ukelele. Tras comprobar que Stephin Merritt del grupo Magnetic Fields lo empleaba se hizo con uno. «Siempre me había causado interés, pero al tiempo era un poco reacio por esa idea de que se trataba de algo de juguete. Luego descubrí que se usaba en el jazz de los años veinte y que podía ser algo muy serio». El flechazo resultó instantáneo: «Recuerdo cuando apareció en casa el primero que compré. Estaba cocinando y llegó por correo. Lo saqué de la caja, lo probé y ya no pude parar de tocarlo», se ríe.

UNA MODA MUY ANTIGUA

Lo que surgió en la década pasada entre muchos artistas de querencia folk asociados al indie, como Darren Hayman (Hefner), Beirut o el citado Stephin Merritt, fue en realidad un instrumento muy popular en la primera mitad del siglo XX. Lo recuerda Salva Rey: «Entre los treinta y los cincuenta se produjo una verdadera fiebre por el ukelele. Primero fue en EE.UU., pero pronto se traspasó a Europa. Luego en los sesenta, los rockers y los hippies no lo aceptaron. A los primeros no les daba potencia. Los segundos lo asociaban a sus padres. A partir de ahí desapareció». Hasta que los vaivenes de las corrientes musicales lo resucitaron.

Y aquí estamos, en el 2018 con escuelas de música que ofrecen cursos específicos de ukelele, a los que acuden muchos adultos. Es fácil subirse a la ola, asegura el autor. «La plasticidad de nuestro cerebro no es la de 1940. Actualmente, nos estamos reseteando cada dos por tres, con lo que nuestros cerebros se modelan como los de adolescentes. Eso tiene un pro, que es poder aprender más fácilmente». Al tratarse de algo barato, dar el paso no resulta tan arriesgado. Se pueden encontrar modelos aceptables por 60 euros y, en todo caso, existe un amplio mercado de segunda mano para revender. Así que solo falta lanzarse a ello. «Poder tocar un instrumento es algo que solo trae cosas buenas», afirma Salva Rey lanzando el caramelo.