Pediatras dan pautas para frenar conductas adictivas en Internet

Mikel Venys / C.L. REDACCIÓN / LA VOZ

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JOSÉ PARDO

El riesgo de engancharse afecta a un 22 % de los adolescentes

26 jul 2018 . Actualizado a las 15:57 h.

Los dispositivos con conexión a Internet como ordenadores, tablets o smartphones están cada vez más presentes en los hogares españoles. Además, la edad de iniciación en el mundo digital ha ido disminuyendo a lo largo de los últimos años para situarse actualmente alrededor de los siete años. Lo que muchos padres no saben es que las nuevas tecnologías puede traer consecuencias muy negativas para a sus hijos si no se controla el tiempo que estos emplean en ellas.

Según advierte la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, el 1,5 % de los adolescentes en España presentan conductas adictivas a Internet y el 22 % están en una situación de riesgo de padecerlas. «Son comportamientos caracterizados por una pérdida de control sobre el uso de la Red. Progresivamente puede llegar a un aislamiento familiar o social, un descuido casi absoluto de las relaciones sociales y llegar a problemas de higiene personal o problemas de salud por una vida sedentaria», explica el doctor Horacio Paniagua. Entre los contenidos más visitados por estos menores se encuentran los perfiles de redes sociales, los juegos on-line y los videoclips.

Síntomas

Cómo identificar a un adicto. Prácticamente uno de cada cinco menores se halla en riesgo de convertirse en un adicto a la web. Existen síntomas y señales de alerta que los padres deben de tener en cuenta. «Se podría decir que un menor es adicto a Internet cuando está constantemente pensando en cuándo va a poder conectarse. Si no logra hacerlo, se muestra triste y angustiado. Debemos preocuparnos cuando dejan de lado actividades que les gustan como estar con los amigos, hacer deporte... En muchas ocasiones llegan a mentir sobre el tiempo que pasan conectados. Hablaríamos de un caso grave cuando la mayoría de sus relaciones interpersonales se hacen prácticamente a través de la red», apunta Paniagua.

Consejos a seguir

Guías de comportamiento. Para evitar llegar a estos límites, los padres tienen que ser coherentes y fijar cierto control sobre sus hijos. «Hay diferentes modelos de vigilancia. Algunos les dan libertad y dejan investigar a su libre albedrío, otros establecen conductas muy restrictivas que imponen horarios rígidos y contenidos limitados. Lo correcto sería que los padres confiaran en sus hijos a medida que van creciendo y vayan dándole más responsabilidades con el tiempo», anota el doctor. Él aconseja que los niños no deben tener contacto con las pantallas antes de los 18 meses salvo alguna videoconferencia puntual con familiares. Entre los 18 y 24 meses pueden establecer contacto con dispositivos digitales, pero siempre con el control paterno, sin dejarles solos con la tablet o el teléfono para que lo manipulen ellos mismos. Entre los dos y cinco años, máximo una hora de conexión muy supervisados por los padres en relación al contenido y al tiempo. A partir de los 6 años se debe intentar un equilibrio entre horas de pantalla y otras actividades no tecnológicas.

Es de vital importancia prescindir de aparatos tecnológicos con conexión a Internet en dos momentos muy concretos del día. Uno de ellos son las comidas y las cenas donde los adolescentes deben interactuar con la familia y no con el teléfono. El segundo es la hora de dormir. «Hay que evitar que los niños se vayan a la cama con el móvil, ya que muchos de ellos se pasan la noche mandando mensajes a sus amigos. Esto puede desembocar en un trastorno de sueño», apunta Paniagua. También es aconsejable que en el dormitorio de los adolescentes no haya dispositivos fijos ni portátiles.

Riesgos

Peligros de navegar por la Red sin control paterno. A través del mundo 2.0, niños y adolescentes pueden obtener grandes beneficios como familiarizarse con los nuevos métodos de comunicación, conocer su entorno más cercano o descubrir nuevas formas de entretenimiento. Sin embargo, al introducirse en él, se corren varios riesgos. «Pueden recibir información falsa e inexacta y acceder a contenido muy dañino como sexo, violencia, drogas, portales que fomentan el odio, la anorexia, el suicidio...», explica. «En casos más graves su intimidad puede llegar ser vulnerada y convertirse en víctimas de ciberbullying», añaden.