Ola solidaria para lavar la frente a Tomek

mateo casal / r.r. REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

Varios turistas ingleses que estaban de despedida de soltero en Benidorm pagaron 100 euros a un mendigo para que se dejase tatuar el nombre y la dirección del novio

01 ago 2018 . Actualizado a las 07:37 h.

Tomek es el hombre más buscado de Benidorm. La razón es la solidaridad. Vecinos de la ciudad y gente de otras partes de España quieren resarcir la humillación que sufrió ese joven polaco. Unos turistas británicos que se encontraban de despedida de soltero en la Comunidad Valenciana focalizaron sus mofas en este hombre de 34 años, que se encuentra viviendo en la calle dada su extrema situación de pobreza. Le pagaron noventa libras (unos 100 euros) por tatuarse el nombre y la dirección del novio en la frente. El joven, no pudo aguantar el dolor que le producía la máquina tatuadora y la inscripción no se finalizó.

Ese denigrante suceso puede convertirse en la cuerda que lo saque de la indigencia. La Asociación de Comerciantes Británicos de Benidorm ha iniciado una campaña solidaria para ayudar a Tomek. Un crowfunding impulsado por redes sociales para pagar un tratamiento láser y así borrar el tatuaje de su rostro. Karen Maling Cowles, presidenta de la organización, inició la recaudación de fondos en favor del indigente y ya han llegado numerosas muestras de solidaridad. Estudios de tatuajes de todo el país se ofrecen voluntarios a borrarle la inscripción de forma totalmente gratuita. Incluso, algunos profesionales invitan a colaborar acercándose hasta la localidad alicantina y tratar de balde al joven polaco.

Este hecho incalificable contra una persona en situación de pobreza sigue un patrón: los aficionados holandeses que lanzaban monedas a mujeres rumanas en la plaza Mayor de Madrid o el joven que intentó quemar en Alicante a un indigente que se encontraba dentro de un cajero automático.

Instinto básico

Para Manuel Fernández Blanco, psicoanalista y psicólogo clínico, esto revela la tendencia primaria del hombre hacia la maldad. «Da un chute narcisista de superioridad. Lo convierten en un objeto de deshecho», afirma. Entiende el experto que el grupo busca privar a esta persona de su humanidad, pero mediante dicho acto también hacen justo lo contrario. «Necesitan que sea un hombre, un prójimo, para desposeerlo de su dignidad. Si no serviría marcarlo como un animal o como una pared», comenta el psicoanalista.

Las imágenes del tatuaje fueron publicadas en el Facebook del estudio que lo realizó. Fidel Prieto, secretario de la Unión de Tatuadores y Anilladores Profesionales (Untap), afirma que los estudios con licencia no suelen tatuar la cara. «El tatuador tiene parte de responsabilidad y no se debería haber hecho», comenta. Lo compara con casos de clientes que solicitan grabarse una esvástica o una cruz invertida. El tatuador se puede acoger a la ética profesional y negarse. Del mismo modo, incide que es una zona tremendamente delicada, ya que el martilleo de la máquina produce una cefalea muy intensa. «Los que se tatúan esa zona tienen que tomarse dos o tres analgésicos para soportar el dolor», explica Fidel Prieto.

Los implicados en esta humillación eran un grupo de varones, y esto es reseñable para el psicoanalista Manuel Fernández. «La mayor de las brutalidades puede ser irresistible para los hombres si se realiza en grupo. Los varones son más influenciables por el factor grupo, las mujeres no renuncian tan fácilmente a su propio criterio», comenta, tras resaltar la similitud existente con el caso de la Manada. Entiende que en estos casos cualquier disculpa es buena para sacar este «sadismo primario», aunque los fenómenos sociales pueden impulsarlos.

Desde el punto de vista psicoanalítico, concluye que el comportamiento de los individuos le resulta curioso: «Es sintomático que al final el nombre que aparece en la frente del mendigo es el del infame», dice.

Los jóvenes británicos podrían enfrentarse a penas de hasta dos años

El delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Juan Carlos Fulgencio, ya ha confirmado que «hay constancia de esta denuncia» y la comisaría de Benidorm «está efectuando las averiguaciones al respecto». En este caso, el delito imputable sería el de aporofobia: fobia a las personas pobres o desfavorecidas. No obstante, este no figura explícitamente en el Código Penal. «Los mendigos o la gente pobre no está incluida expresamente dentro de los grupos sobre los que se puede ejercer el delito de odio», afirma Diego Reboredo, abogado penalista. El artículo 510 del Código Penal habla del trato degradante o menosprecio por motivos racistas, antisemitas, ideología, sexo, orientación sexual, étnicos, etc. En ningún caso incluye la pertenencia a un estatus social inferior. «Se reformó la ley en el 2015 y no se ha incluido este delito. Ni tampoco como agravante», resalta Reboredo.

Por tanto, en caso de ser imputable, haría referencia al artículo 173.1: delitos contra la integridad. Está tipificado que la pena iría de los seis meses hasta dos años de prisión. «Las penas son las mismas, pero en el delito de odio además de la pena de prisión habría una pena económica», dice el abogado penalista.

La idea de incluir en el Código Penal la aporofobia viene del 2009. Un joven intentó quemar a un mendigo en un cajero de Alicante, pero todavía no figura como delito el trato vejatorio a las personas en situación de pobreza. Además, Diego Reboredo sostiene: «El trato degradante lo aceptó por dinero, así que es más difícil que salga adelante».