Aeolus dibuja ya el mapa del viento

s. c. REDACCIÓN / LA VOZ

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Stephane CorvajaESA HANDOUT

La ESA lanzó el primer satélite que desde el espacio analizará las corrientes de aire que cruzan el planeta

24 ago 2018 . Actualizado a las 09:47 h.

Le ha costado un poco ponerse a trabajar, pero Aeolus, el satélite de los vientos, ya está en posición. Este dispositivo de la Agencia Europea del Espacio (ESA) fue lanzado en la noche del miércoles desde la base de la Guayana Francesa a bordo del cohete Vega para iniciar una novedosa aventura. Aeolus tiene una misión singular: medir los vientos que envuelven la Tierra, pero lo hará desde el espacio; utilizará un instrumento, Aladin, que con tecnología láser dirigirá pulsos de luz ultravioleta a la atmósfera para hacer un barrido. Nunca antes se habían analizado desde el espacio las corrientes de la capa de 30 kilómetros que rodea el planeta; el sistema actual se centra en la medición sobre el terreno o con aviones (o balones) atmosféricos; pero quedan grandes espacios sin control constante, como los océanos. Eso lo paliará Aeolus, gracias al cual se podrá determinar la relación de los vientos con la presión, humedad y temperatura. Los científicos esperan tener datos sobre su influencia en el intercambio de calor y humedad, algo fundamental para entender y predecir qué ocurrirá con el cambio climático.

Los técnicos dispondrán gracias a Aeolus de datos en tiempo real de la velocidad del viento, y les servirá para hacer predicciones no solo meteorológicas sino de aspectos tan complejos como la calidad del aire y la cantidad de partículas en suspensión, algo que afecta a la salud humana.

La idea de Aeolus surgió en la sede del European Center for Medium Range Weather Forecast (Ecmwf), en Reading. El viento es un pilar fundamental para la vida en la Tierra, según explica uno de sus científicos, Lars Isaksen, para quien el transporte de la energía por el planeta que suponen los vientos es muy eficiente, porque sin ellos el Ecuador sería un lugar excesivamente cálido para la vida y el frío de los polos se extendería mucho más de lo que lo hacen hoy: sin viento, no sería posible vivir en Europa.