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Saber convivir con la diversidad, manejar las redes sociales de forma responsable y detectar cualquier tipo de amenaza o acoso a tiempo son algunas de las claves para luchar contra esta lacra

El acoso escolar o infantil está presente en el entorno educativo de muchos niños y niñas. Sus consecuencias pueden ser muy graves y para evitarlas son cruciales ciertas acciones como una buena prevención basada en la educación. De esta manera, se aprende a convivir con la diversidad, a manejar las redes sociales de forma responsable o a detectar cualquier tipo de amenaza o acoso antes de que sea demasiado tarde.

El acoso infantil o escolar, también conocido como bullying es una realidad entre los menores españoles que no se detiene y que condiciona el crecimiento y desarrollo feliz de muchos niños, niñas y adolescentes. Los datos son demoledores: al menos 11.000 menores en España son víctimas de acoso escolar o bullying. Según el último informe de la ONU de 2019 esta cifra se eleva a uno de cada tres jóvenes a nivel mundial. El Informe Pisa de 2018 señala que en España el 17% de los alumnos de 15 años ha sufrido acoso escolar.

¿Pero qué es exactamente el acoso escolar? Se trata de cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico que se produce entre estudiantes de forma reiterada en el aula durante un tiempo o también en el entorno online.

La llegada de la pandemia y el uso generalizado de nuevas tecnologías y redes sociales ha propiciado que el ciberacoso o maltrato en el entorno digital se convierta en una amenaza diaria para muchos menores. El ciberbullying se puede producir a través de cualquier canal de comunicación online y se manifiesta en formas diversas, desde insultos, amenazas, humillaciones o extorsiones mediante la difusión de información falsa, de rumores o de vídeos o fotos de carácter íntimo o vejatorios.

Este tipo de acoso infantil o escolar se produce de forma reiterada en el tiempo, existe una intencionalidad por parte de quien lo ejerce y a menudo se origina en una situación de desequilibrio de poder. Suelen ser conflictos intencionados que buscan la humillación de la víctima y la aprobación o respaldo del resto del grupo.

Las víctimas de ciberacoso o de acoso suelen sufrir aislamiento, baja autoestima, inseguridad o incluso reproducir situaciones de abuso hacia otros menores.

Pero ¿qué podemos hacer contra el acoso escolar? Prevenirlo es posible y pasa por la educación en las aulas para entender el problema, reflexionar sobre él y poder detectarlo y evitarlo. Una educación en clase y en casa basada en la diversidad y en el respeto a las diferencias es clave para atajar este problema. Fomentar una educación en valores humanos también ayuda a detectar relaciones o conductas tóxicas que pueden derivar en acoso escolar.

Para evitar el ciberacoso es fundamental ofrecer al alumnado una guía para el uso de redes sociales y que puedan navegar con seguridad y sentido crítico. De esta forma podrán detectar contenido nocivo o falso y aprenderán a no difundirlo o compartirlo. El uso responsable de las tecnologías les ayudará a entender que detrás de las relaciones virtuales existen personas físicas a las que les pueden afectar nuestras acciones online.

No olvidemos que, además de la víctima, en el acoso escolar también es importante detectar al agresor y al observador o testigo del acoso. En este último caso conviene educarlo para que no se comporte como cómplice de la violencia ni que partícipe directa o indirectamente.

Existen múltiples herramientas para trabajar el acoso escolar en las aulas, desde charlas, a guías didácticas, representaciones teatrales o incluso vídeos sobre acoso escolar para niños de Educación Primaria pero también para otros niveles educativos como Secundaria. Detener el acoso es posible y está en manos de todos y todas.