Arturo Fernández defiende que Díaz Ferrán usara la tarjeta «black» solo en sus restaurantes

Efe SAN FERNANDO DE HENARES, MADRID

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J.J. Guillén | EFE

El que fuera representante de los empresarios madrileños ha negado que se tratase de «un acuerdo de financiación» entre ambos

06 oct 2016 . Actualizado a las 15:23 h.

El que fuera representante de los empresarios madrileños Arturo Fernández ha defendido hoy en la Audiencia Nacional que el expresidente del Grupo Marsans Gerardo Díaz Ferrán utilizara la tarjeta de Caja Madrid de forma casi exclusiva en restaurantes de su propiedad, y ha negado que se tratase de «un acuerdo de financiación» entre ambos.

A preguntas del fiscal Anticorrupción, Fernández ha respondido que Díaz Ferrán era un cliente «de toda la vida, que consumía en la cadena», donde hacía «muchas reuniones de trabajo», y ha explicado que éste entregaba a cuenta de su facturación unas cantidades fijas que luego se liquidaban.

Una «práctica habitual», ha indicado el que fuera presidente de la patronal madrileña CEIM, ya que Díaz Ferrán, que durante algunos instantes se ha ausentado de la sesión para poder desayunar, «era un magnífico cliente, y por suerte para mi consumía en mis restaurantes».

En concreto, las hojas de cálculo excel aportadas por Bankia al proceso revelaron que el expresidente de Marsans gastó más de 45.000 euros, casi siempre en pagos redondos de 1.800 euros, y otras veces de 1.600 o 1.200 euros en restaurantes del grupo Cantoblanco y otros propiedad de Fernández, como Edelweiss o Hispano Bar Buffet.

Uso personal dado a su tarjeta «black»

Sobre el uso personal dado a su tarjeta de Caja Madrid, con la que desembolsó 37.300 euros, Fernández ha asegurado que cuando se la entregaron preguntó «si tenía que aportar algún justificante y si fiscalmente tenía que ocuparme», a lo que le respondieron que era la propia entidad la que se encargaba, emitiendo unos certificados que posteriormente usaba para hacer la declaración de la renta.

Además, el exconsejero de la Caja, que ha argumentado que su papel siempre tuvo como objetivo «defender los intereses de los empresarios de Madrid, que pedían un crédito y tenían problemas», ha reconocido que nunca llegó a agotar los límites que se le imponían ya que «no lo necesitaba».