Jorge García Girón, 43 matrículas y premio a la mejor tesis de Europa: «La extinción de los dinosaurios es una cura de humildad para los humanos»

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También demostró que los dinosaurios seguían dominando los ecosistemas en aquel momento, pero «los mamíferos pudieron sobrevivir al asteroide porque se diversificaron y ocuparon hábitats menos estables»

03 ene 2023 . Actualizado a las 15:25 h.

El expediente académico de Jorge García Girón (León, 1994) es asombroso. Jamás ha suspendido una asignatura en la carrera de Ciencias Ambientales y el máster en Riesgos Naturales. Lejos de eso, su nota media es de un 9,4 y acumula 43 matrículas de honor entre ambos grados. Toda una hazaña intelectual que le ha llevado a que su tesis doctoral sobre biogeografía de plantas acuáticas haya sido premiada como la mejor de Europa 2019-2020 de la Federación Europea de Ciencias del Agua (EFFS). Casi nada. Pero es que encima, él y su equipo han reescrito la teoría sobre la extinción de los dinosaurios.

—¿Cómo empezaste a estudiar a los dinosaurios si tu tesis trataba sobre las plantas acuáticas?

—Una vez que acabé la tesis y comencé a hacer investigación posdoctoral en Finlandia, se nos ocurrió la idea de empezar a trabajar con sistemas extintos, aplicando métodos y herramientas que nosotros, los ecólogos, utilizamos para entender la biodiversidad del presente. Y de esa idea surgió este artículo científico, que no es una tesis, pero que ha sido publicado en Science Advances.

—Y has reescrito la teoría de la extinción de los dinosaurios. Casi nada...

—Sí, somos un grupo interdisciplinar. Nosotros trabajamos sobre la hipótesis de que hace 66 millones de años se produjo un cataclismo mundial producido por el asteroide que acabó con los dinosaurios. Sin embargo, los paleontólogos han considerado históricamente dos escenarios distintos. El primero es que los dinosaurios, de alguna manera, ya estaban condenados a la extinción, independientemente de que se hubiese producido o no el impacto del asteroide. Que habían perdido su potencial para mantenerse como los reyes en sus ecosistemas e iban a ser paulatinamente reemplazados por otros organismos, como podían ser los mamíferos, nuestros ancestros.

—¿Y la otra hipótesis?

—La otra es la que nosotros corroboramos. Y es que, por el contrario, los dinosaurios no se encontraban en ningún tipo de declive. Mantenían una diversidad alta. Tenían un papel ecológico fundamental y seguían reinando con una fortaleza impresionante en sus ecosistemas. Independientemente de que hubiese otros organismos, también fundamentales. Nosotros hemos apuntado en esa dirección y lo hemos estudiado desde dos perspectivas que no se habían estudiado antes. Por lo menos, de una forma completa, con un registro fósil actualizado.

—¿De dónde procede ese registro fósil?

—De todo el continente norteamericano porque tiene un registro de finales del cretácico —la época en la que se extinguieron los dinosaurios—, que es cuando se produjo el impacto del asteroide, y principios del paleógeno, unos pocos millones de años después. Intentamos reconstruir sus redes tróficas: cómo se alimentaban unos organismos de otros, cómo se relacionaban no solo los dinosaurios, sino también los mamíferos, los cocodrilos, las tortugas, los reptiles, las aves... Caracterizamos toda la diversidad que había en los sistemas terrestres y acuáticos.

—¿Y por el otro lado?

—Intentamos también reconstruir los hábitats en los que vivían esos organismos. Lo que llamamos el nicho ecológico. Las zonas que podían ser habitables.

—¿Y qué fue lo que hallasteis?

—Que los dinosaurios eran extremadamente robustos. Mantenían unos espacios ecológicos muy estables y, además, tenían un papel en sus redes tróficas impresionante. Seguían dominando sin ningún tipo de duda los ecosistemas. Lo que vimos es que en paralelo a que los dinosaurios mantenían esa primacía en sus ecosistemas, los mamíferos empezaron a diversificarse. Y a ocupar hábitats diferentes, menos estables, lo que posiblemente les ayudó a sobrevivir al proceso de extinción de hace 66 millones de años. Adoptaron nuevas estrategias de comportamiento, de dietas, de tamaños corporales... Comenzaron a impactar de una forma mucho más directa en sus ecosistemas. De alguna manera, esa característica, esa evolución temprana los preadaptó para disponer de una mayor tasa de supervivencia, una vez que se produjo el impacto cósmico.

—¿Y eso era algo que no se sabía?

—No teníamos demostración empírica. Se sabía que los mamíferos convivían con los dinosaurios, pero se hipotetizaba que su papel era residual, que se encontraban siempre a la sombra de los dinosaurios. Pero no, empezaron de alguna manera a adoptar nuevos roles en los ecosistemas, ya cuando los dinosaurios estaban dominando la tierra, iban encontrando nuevos nichos, nuevos espacios que podían ir colonizando y compitiendo con otro tipo de organismos.

—¿Por qué decidiste estudiar a los dinosaurios?

—Fue a finales del 2019, yo me crucé con un libro que escribió Steve Brusatte, el coordinador sénior de la Universidad de Edimburgo. Se titula El auge y la caída de los dinosaurios. En aquella época yo estaba acabando mi tesis y vi que las cuestiones que se estaban planteando en paleontología podían ser respondidas con los modelos que nosotros habíamos comenzado a desarrollar para explicar la biodiversidad del presente. Entonces, le escribí, empezamos a hablar, vimos que teníamos un interés común y comenzamos a desarrollar estas ideas.

—¿Y esto puede servir como lección para la especie humana? En el sentido de que nosotros también tenemos una posición dominante y nos estamos cargando nuestro hábitat.

—Los contextos evolutivos son a largo plazo y son muy complejos. Tienen un componente aleatorio fundamental. No podemos hacer extrapolaciones a largo plazo de lo que nos pueda ocurrir a nosotros como especie, cuando los dinosaurios no eran una sola especie, era un gran linaje, que dominó los ecosistemas terrestres de nuestro planeta durante más de 100 millones de años. Lo que es, desde luego, es una cura de humildad para los humanos. Que en una situación dramática, que cambia completamente el escenario ecológico, se pueda producir la extinción de un grupo biológico. Aunque no en su plenitud, porque hay un grupo de dinosaurios, las aves, que sobrevivieron y con las que convivimos en la actualidad. Pero hay que verlo con humildad porque el contexto puede cambiar de una manera radical y que se produzca un cambio de reglas, en el que las consecuencias son totalmente imprevisibles.

—¿De dónde te viene esa pasión por los dinosaurios?

—Eran mi gran obsesión desde la niñez. Siempre quise estudiar paleontología, pero por cuestiones varias, al final acabé haciendo otro grado. Y de alguna manera siempre tuve ganas de poder recuperar mi vocación infantil. Es algo particularmente emotivo poder haber cumplido un sueño, que es estudiar a unas criaturas fascinantes y que, desde luego a mí, que crecí con Jurassic Park, me fascinó y, a partir de ahí, empecé a tirar del hilo y a informarme sobre esos animales.

—Además de estudiarlos, has reescrito la hipótesis de su extinción, ¿qué sentiste?

—Cuando empezamos a analizar los resultados, a debatirlos, fue un momento muy emotivo y especial. Pero todos estos resultados pueden ser refutados en el futuro con nuevos descubrimientos fósiles o con modelos que hilen un poco más fino cuando desarrollemos mejores modelos matemáticos. Esto no es definitivo. La ciencia tiene la ventaja de que se refuta con el tiempo o se van perfilando algunas de las hipótesis. Pero, en cualquier caso, fue un momento realmente interesante y especial, porque todos los coautores, no solamente yo, vimos que los resultados tenían un potencial muy interesante y que podíamos contribuir a esa discusión desde una perspectiva que hasta ese momento era particularmente inédita.

—¿Vas a seguir trabajando en ello?

—Sí, desde luego que tenemos ideas para poder proseguir con esta temática, con estos análisis o incluso otros dentro de la paleontología. Todo dependerá de que consigamos financiación para poder proseguir con los estudios. Será un desafío.