El colapso parcial de la corriente del Atlántico norte será antes del 2050

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Las aguas de costa de Florida registraron este martes 38,8 grados, el valor más alto de la historia moderna

26 jul 2023 . Actualizado a las 08:24 h.

La Tierra, Venus y Marte son los únicos planetas que residen en la zona de habitabilidad del sistema solar. Sin embargo, solo en nuestro mundo ha prosperado la vida. Y la razón no es otra que una temperatura media de unos 15 grados (ahora más de 16) que resulta compatible con la existencia de agua en estado líquido.

La estabilidad del sistema climático depende de una serie de mecanismos naturales de regulación. El más importante es la corriente marina global que distribuye aguas frías y profundas y cálidas y superficiales por el planeta. Se denomina circulación termohalina porque su equilibrio también depende del porcentaje de agua dulce (menos densa) y salada (más pesada).

La parte de esta corriente mundial que atraviesa el Atlántico boreal se llama Circulación Meridional del Atlántico (AMOC). Transporta agua cálida desde el Golfo de México hacia el norte por la superficie y cuando llega a Islandia es más fría, salada y densa y, como consecuencia, se hunde y regresa hacia el hemisferio sur por el fondo. «Transporta alrededor de 15 millones de metros cúbicos de agua por segundo y mueve la mayor parte del calor hacia el Atlántico norte, por lo que es muy relevante para el clima», reconoce Stefan Rahmstorf, jefe el Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam (Alemania).

La paleoclimatología, el estudio del clima del pasado, reveló que este entramado de corrientes marinas ya se detuvo antaño en determinadas condiciones y generó grandes trastornos climáticos en el hemisferio norte. Algo que está empezando a ocurrir. «La AMOC se ha desacelerado en los últimos cien años y ahora es más débil que en cualquier otro momento del último milenio debido al calentamiento antropogénico», sostiene Rahmstorf.

Una de las evidencias de que la corriente está cambiando es una región de aguas frías al sur de Groenlandia que se conoce como «mancha azul» y se encuentra justo donde está la formación de aguas profundas. Lo que ocurre ahí es que el derretimiento del hielo del Ártico está liberando agua gélida y dulce a esa zona del océano. «El lugar donde se hunden las aguas del AMOC es bastante salada, porque trae agua de los subtrópicos a esta región. Si se vuelve menos salada por la entrada de agua dulce de la lluvia o agua derretida del hielo, se vuelve menos densa y se hunde menos y, por tanto, se ralentiza», explica.

Este martes, investigadores de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) publicaron un nuevo artículo en la revista Nature Communications que predice que la corriente podría colapsar de manera parcial alrededor del año 2050, antes de lo previsto. «Lo que estamos comprobando es que los modelos climáticos subestiman el riesgo de colapso. Hay dos razones fundamentales. Ignoran en gran medida la pérdida de hielo de Groenlandia y también la entrada de agua dulce resultante al Atlántico norte que contribuye a debilitarla. Cada vez hay más pruebas sólidas de que la AMOC se está acercando a una transición crítica inducida por la bifurcación. Este nuevo trabajo refuerza la idea de que el riesgo es mucho mayor de lo que sugieren los informes del Panel de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) que cifran en un 10 % la posibilidad de colapso», advierte Rahmstorf.

Aguas de récord

La amenaza de la AMOC no deja de tener su cierta paradoja. Un mundo cálido derrite hielo que enfría una zona del Atlántico norte y paraliza la corriente. Y el pasado revela que los colapsos generaron intensos enfriamientos en Europa. Sin embargo, el origen no es otro que el calentamiento progresivo del planeta. Este martes, coincidiendo con la publicación del artículo se registró en las aguas de la Bahía Manatí, en Florida, un valor de 38,4 grados.

A falta de confirmación, se trata de la cifra más alta medida en cualquier océano de la Tierra en la historia moderna. El climatólogo de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, Jeff Berardelli ha sido el encargado de dar a conocer este dato histórico. «Si las temperaturas del agua son más altas que las del aire se debe a que el agua es muy oscura allí y absorbe mejor la radiación. Debido a que la temperatura base del agua es tan alta tras las semanas de intenso calor, la variabilidad diaria, que es grande en estas aguas poco profundas, lleva las temperaturas a nuevos límites», sostiene.

Berardelli ha señalado también los efectos de unas aguas extremadamente cálidas. «Es plausible que para el final del verano, la mayor parte del coral de los Cayos de Florida haya desaparecido. Y para el 2050, los científicos estiman que el 95 % de los corales tropicales morirán». 

Las aguas del Mediterráneo alcanzan una cifra récord

Las anomalías cálidas en la temperatura del mar han sido la tónica general del 2023 que sigue sumando méritos para convertirse en el año más caluroso no solo desde de toda la era instrumental, de unos 150 años, sino también de los últimos 120.000 años.

Si en los últimos meses las aguas calientes se han concentrado en el Atlántico norte ahora lo hacen en el Mediterráneo. Y como no podía ser de otra forma, las cifras están siendo históricas. «Las aguas del mar alrededor de nuestro país se encuentran muy cálidas, entre 2 y 3 grados por encima de lo normal en el golfo de Vizcaya. Además, hay más de 28 grados, que son 4 grados superiores a lo normal, en el Mediterráneo. Se trata de valores de récord para estas fechas», apuntan de la Agencia Estatal de Meteorología.

«La temperatura media de la superficie del mar de ayer en el Mediterráneo alcanzó 28,40 grados, la más alta registrada en la historia. Esto supera el récord anterior de 28,25 establecido durante la ola de calor europea de agosto de 2003», añade el climatólogo francés Nahel Belgherze en su cuenta de Twitter.

Desde la Aemet apuntan directamente a las aguas calientes como causa principal de que las temperaturas mínimas estén siendo tan altas desde hace semanas en la Península. «Las aguas del mar tan cálidas tienen consecuencias meteorológicas, como las noches especialmente cálidas. Vemos como en tres ciudades mediterráneas y, en menor medida, en una cantábrica, las temperaturas mínimas han estado persistentemente por encima de lo normal».

Y en cuanto a la idea de que un mar cálido en verano genera lluvias torrenciales durante el otoño, la agencia estatal meteorológica aclara que «no funciona siempre. Las lluvias torrenciales son un fenómeno atmosférico, y si no hay la configuración adecuada, como ha ocurrido este año, el calor almacenado en el mar, no se traduce en lluvia. No es la primera vez que tras un verano con el mar muy cálido luego poco a poco se va disipando la energía acumulada sin que por ello se produzcan lluvias torrenciales».