Fumar altera el sistema inmunitario: los daños persisten años después de haberlo dejado

Efe MADRID

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Un nuevo estudio demuestra que no solo los fumadores tienen mayor predisposición a desarrollar enfermedades y a sufrir más complicaciones, también los exfumadores

14 feb 2024 . Actualizado a las 21:40 h.

Fumar altera el sistema inmunitario, lo que no solo aumenta la predisposición a desarrollar enfermedades, incluso después de haberlo dejado, sino que agrava cualquier padecimiento cotidiano haciendo que el fumador o exfumador sufra más síntomas y complicaciones. Siguiendo la senda abierta en los años 90 por la investigadora Polly Matzinger, que describió las labores de control y protección interna del sistema inmunológico, un estudio publicado este miércoles en la revista Nature indaga en qué factores ambientales externos alteran más nuestras defensas.

Para ello, un equipo internacional de investigadores —afiliados a instituciones de Francia, Suecia y Estados Unidos—, ha analizado el impacto de 136 factores ambientales en el sistema inmune de mil personas voluntarias de entre 20 y 70 años, en buen estado de salud y nacidas a lo largo de cinco décadas distintas. Se analizaron muestras de sangre expuestas a esos 136 patógenos de 200 personas por cada década, de las cuales la mitad eran mujeres y la mitad hombres. Los científicos se fijaron concretamente en la cantidad de citoquinas —un grupo de proteínas cruciales para controlar la actividad de las células del sistema inmunitario— que segregaban las personas estudiadas para defenderse de los esos patógenos y coordinar la respuesta inmunológica para combatirlos. La conclusión fue clara: de todos los factores ambientales estudiados, el tabaquismo fue el que más influyó en la respuesta inmunitaria.

Una de las autoras, Violaine Saint-André, investigadora del Instituto Pasteur de París, explicó en una rueda de prensa organizada por Nature que fumar altera las defensas del cuerpo de dos formas. Afecta a la inmunidad «innata o natural», que es la capacidad congénita del cuerpo para destruir cualquier tipo de microorganismo potencialmente dañino, y modifica también la llamada inmunidad «adaptativa», que produce anticuerpos específicos frente a cada amenaza.

Memoria de haber fumado

Los científicos descubrieron que mientras la alteración de la inmunidad innata es «transitoria», y se va recuperando tras de dejar de fumar, los daños en la inmunidad adaptativa persisten y la cantidad de citoquinas liberadas en una infección o cualquier otro problema de salud sigue modificada hasta 10 o 15 años después de que una persona haya abandonado el tabaco. Observaron que hay una correlación entre los años que una persona ha estado fumado y la cantidad de cigarrillos fumados con la persistencia del daño en la inmunidad adaptativa.

«Si una persona deja de fumar recupera bien la parte de la inmunidad innata, pero no así de la inmunidad adaptativa. Esto indica que el sistema inmunitario posee memoria de haber fumado de forma persistente, lo que tiene una importante implicación para las personas fumadoras», señala África González-Fernández, catedrática de Inmunología de la Universidad española de Vigo, en una reacción recogida por la plataforma Science Media Centre (SMC).

Este estudio «ayuda a explicar posibles alteraciones en la respuesta inmunitaria que vemos frecuentemente en los fumadores que llegan al entorno de los 60 años con sospecha de inmunodeficiencia secundaria en el contexto de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y donde se ve una baja concentración de anticuerpos», señaló Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) en otra reacción del SMC.

Consecuencias a largo plazo

Las alteraciones que fumar provoca en las defensas pueden manifestarse a largo plazo en un aumento de riesgo de contraer enfermedades autoinmunes, alergias o cáncer, apuntó en el mismo encuentro informativo otro de los autores, Darragh Duffy, afiliado también al Pasteur. «Nuestras conclusiones implican en el corto plazo, que una persona que fume sufrirá un empeoramiento de cualquier enfermedad que implique inflamación respecto a una que no fume ni haya fumado, los síntomas serán más persistentes y habrá más posibilidad de complicaciones y cronificación de la dolencia», agregó.

Además de las revelaciones de la investigación en sí, estos resultados «ayudarán a comprender mejor los factores que subyacen al riesgo de contraer infecciones y otras enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario, como el cáncer», apuntaron los científicos. Preguntados por qué mensaje lanzarían a los ciudadanos a raíz de esta investigación, los investigadores fueron claros: «Nunca es buen momento de empezar a fumar y el momento de parar es ahora».