Portugal gira hacia la inestabilidad

Brais Suárez
Brais Suárez LISBOA / E. LA VOZ

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Luís Montenegro, en el colegio electoral de Espinho.
Luís Montenegro, en el colegio electoral de Espinho. Jose Coelho | EFE

El empate entre conservadores y socialistas aboca a esperar a los votos de la emigración, pero el escrutinio deja un sustancial giro a la derecha de la política lusa

11 mar 2024 . Actualizado a las 01:05 h.

Portugal prolonga su agonía política. En la noche electoral, los dos principales partidos, la conservadora Alianza Democrática (AD), de Luís Montenegro, y el Partido Socialista (PS), de Pedro Nuno Santos, registraban un empate en porcentaje de voto, 28 %, con el 98,5 por ciento escrutado. El vencedor deberá esperar a los votos de la emigración, que deberían conocerse entre el martes y el miércoles. Son un total de 31 secciones consulares.

El escrutinio sí atribuye un sustancial giro del país hacia la derecha. A los 1,7 millones de votantes obtenidos por AD, se suman más de un millón de Chega y casi 300.000 de Iniciativa Liberal. En total, rozarían los 120 escaños, más que suficientes para formar una sólida coalición de gobierno.

Los socialistas acumulan también unos 1,7 millones de votos pero para encontrar la segunda fuerza de izquierda es necesario bajar hasta la quinta posición, que ocupa el Bloco de Esquerda con el 4,45 % (255.000 votos). Les siguen los comunistas con 3,30 % y Livre con 3,22 %.

Sin embargo, el escenario de inestabilidad está claro, porque la Alianza Democrática ha insistido a lo largo de toda la campaña que no formará un gobierno de coalición con la derecha populista de Chega, cuyo líder, André Ventura, se declaró como el gran triunfador de la noche e insistía en su disposición a pactar con el conservador Luís Montenegro.

El todavía primer ministro en funciones, António Costa, se unió a la comitiva socialista con un mensaje que dejaba clara su posición de salida: «Sobre el futuro debe hablar el actual secretario general del partido [Pedro Nuno Santos]. Sobre este resultado, cuando el PS pierde, perdemos todos. Pero si hay que asumir responsabilidades, aquí estoy yo para eso», declaró.

Asimismo, aprovechó el ascenso de la extrema derecha para reflexionar sobre el contexto en que han transcurrido las elecciones: «Cuando hay semejante subida del Chega, necesitamos entender qué es lo que ocurre. Cuánto puede tener de estructural, y lo que pueda resultar de unas elecciones que ocurrieron (…) en un caldo de cultivo para el populismo», dijo en alusión a la inflación, los altos intereses y las «dudas judiciales».

La noche electoral termina con unos resultados mucho más ajustados que los provisionales de las primeras fases del escrutinio, cuando la victoria de la Alianza Democrática se asumía por ambas partes. En los hoteles en que los partidos esperaban los resultados reinaba la tensión. Activistas climáticos volvieron a atacar a los conservadores, lanzando tinta roja en la entrada de su hotel. Ni Montenegro ni Santos se habían pronunciado al cierre de esta edición.

Casi 11 millones de electores estaban llamados a las urnas, en una jornada que transcurrió con tranquilidad y sin apenas incidentes, pese al mal tiempo. La participación superó todas las expectativas, con más del 66 %, que es la mayor desde el 2005, cuando los socialistas obtuvieron una sólida mayoría de 120 diputados.

El domingo transcurrió con normalidad, pero estuvo marcado por un comunicado, al principio de la tarde, emitido por AD. En él, pedía a la Comisión Nacional Electoral que actuará «ante los múltiples relatos de repetición de voto y a los carteles que están circulando en las redes sociales». Se referían a la confusión en que, presuntamente, habrían incurrido muchos votantes entre AD y ADN, un partido minoritario de extrema derecha. Poco después, los socialistas tacharon la denuncia de «una violación grosera de los deberes democráticos» y recordando que «las papeletas eran de previo conocimiento público hace semanas».

André Ventura recibe la felicitación de los suyos a su llegada a la sede del partido, en Lisboa.
André Ventura recibe la felicitación de los suyos a su llegada a la sede del partido, en Lisboa. MIGUEL A. LOPES | EFE

Chega, un gran resultado pero con escasa opciones de tocar el poder

Su líder, André Ventura, consigue al menos triplicar los escaños del partido en el Parlamento en apenas cinco años

Brais Suárez

André Ventura se presentó por primera vez a unas elecciones legislativas encabezando la lista de Chega en el 2019 y logró un diputado. Solo tres años después, en las elecciones anticipadas convocadas en el 2022 por la falta de apoyos del Gobierno socialista para aprobar sus presupuestos, Chega obtuvo un 7,18 % de votos. Casi 400.000 portugueses confiaron entonces a Ventura, que logró doce de los 230 escaños del Parlamento. El miedo a que los conservadores, entonces menos tajantes que ahora en su negativa a pactar con la extrema derecha, desvió a los votantes más moderados hacia el PS, que obtuvo la mayoría absoluta.

En el 2024, Chega se asienta como tercera fuerza con 18 % de los votos y al menos triplicará sus diputados. Y lo logra pese al consenso alcanzado entre Alianza Democrática y Partido Socialista, que en la práctica se traduce en un cordón sanitario: AD se negaría a formar una coalición con la ultraderecha y el PS dejaría gobernar a los conservadores en minoría. Parecía que la estrategia funcionaba pues Chega pasó en dos semanas de un 22 % a un 14 % de intención de voto en los sondeos. Pero este domingo demostró lo contrario.

Tras conocerse los primeros resultados provisionales, un triunfante Ventura dijo que «es el fin del bipartidismo». Al menos a corto plazo, sí lo es. La paradoja es que, pese a ser el gran ganador, es también el gran perdedor. Si los grandes partidos son fieles a su palabra, los diputados de Chega serán inútiles y solo servirán para armar más ruido en la Asamblea de la República. Eso sí, contará con una baza nada despreciable: a partir de ahora, tendrá más argumentos para convencer a los portugueses de que, si no hay una estabilidad política, no es porque ellos no quieran. 

Zonas rurales y pobres

La campaña de Chega se concentró sobre todo en el norte, dando por hecho que ya tenía ganado el Algarve y el Alentejo, zonas rurales y empobrecidas del sur, como así se ha demostrado.

Otro gran sector del voto a la derecha radical son los votantes entre 18 y 35 años. Chega ha logrado convencer a votantes que habían sido dejados de lado por los partidos tradicionales. Ventura ha recorrido y entendido el país, escuchado y dado voz a quienes creían haberla perdido y que, ahora, al menos sienten el poder de castigar o reivindicarse. Sus medios, sus formas o sus fondos son otra cuestión. Pero los resultados prueban que ha calado en zonas tradicionalmente socialistas o comunistas, como Alentejo y Algarve.

Es difícil, con todo, imaginar su futuro en un hipotético Gobierno, porque su discurso es eminentemente destructivo, sin propuestas coherentes con un argumentario sólido. Más difícil todavía es imaginar cómo la formación, dado su funcionamiento actual, podría sobrevivir a Ventura, un líder monolítico. De momento, está para quedarse.

Manifestación exigiendo medidas eficaces contra la crisis de vivienda en Portugal, el pasado septiembre.
Manifestación exigiendo medidas eficaces contra la crisis de vivienda en Portugal, el pasado septiembre. Carlota Ciudad | EFE

Infraestructura, servicios públicos y vivienda, entre los retos del futuro Gobierno

Tanto Luís Montenegro como Pedro Nuno Santos adquirieron durante la campaña una serie de compromisos que le reclama la ciudadanía. El primero, una recuperación de los servicios públicos, necesaria tanto para usuarios como funcionarios. Socialistas y conservadores se prestan a negociar con profesores, fuerzas de seguridad y personal sanitario.«Eso dependerá de la coyuntura económica, si permite mejorar sus condiciones manteniendo otra cuestión prioritaria para la ciudadanía, que son unas cuentas públicas equilibradas», apunta el profesor de Ciencia Política en la Universidade do Minho, José António Passos. «Tendrán que hacer verdaderas acrobacias para satisfacer a esos colectivos y mantener la inversión pública, que es un gran dinamizador de la economía», añade.

En ese sentido, Portugal debe mostrar agilidad para aprovechar los fondos comunitarios, que está en pleno período de ejecución. Dos de los proyectos clave serán en el terreno de infraestructuras, con el impulso definitivo a la alta velocidad ferroviaria y el nuevo aeropuerto de Lisboa.

Según Passos, «la gran dificultad no será tanto interna como externa». Alude a las incógnitas procedentes de Ucrania y de los previsibles planes de la Unión Europea (en función también de las elecciones presidenciales en EE.UU.) para invertir más en el área de defensa, lo que implicaría recortar en otros aspectos.

Otro de los mayores problemas de los portugueses es la vivienda. «Por una parte, no sabemos si la inflación continuará siendo tan baja [2,3 %]; por otra, el BCE sigue retrasando la bajada de tipos y, en Portugal, con muchas hipotecas de tipo variable, las familias están empeñadas», reflexiona Passos. 

Resultados económicos

La política económica restrictiva de Europa también recorta el margen de maniobra al nuevo Gobierno, pese a que los excelentes resultados macroeconómicos le den un respiro. Por eso, se considera más «prudente» la propuesta fiscal socialista. «La bajada de impuestos que proponen los conservadores podría ser inviable», opina Passos.

Sin embargo, en la campaña se han ignorado una serie de desafíos a los que Portugal ha de hacer frente quiera o no. Los más evidentes son el energético y climático. Para el politólogo, «Portugal está muy avanzado con las renovables, pero hay un gran potencial de litio que no está sabiendo explotar».

Pero todo deberá esperar a que el país consiga resolver el reto más inmediato que es la formación de Gobierno y una estabilidad y serenidad a medio plazo que permitan tomar decisiones estratégicas. Entre ellas, tres requerirían un compromiso de, al menos, los dos grandes partidos: la revisión de un sistema electoral que contemple la nueva realidad demográfica del país, una decisión sobre el proceso de regionalización y la reforma de la Justicia, más en el foco que nunca tras la facilidad con que ha hecho caer a los Gobiernos central y de Madeira.