Francisco Pascual, médico antitabaco: «La libertad empieza en la nariz del que tenemos enfrente»

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado REDACCIÓN

ACTUALIDAD

Pascual trabaja en una consulta de conductas adictivas
Pascual trabaja en una consulta de conductas adictivas Xoán a. Soler

El nuevo presidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo

19 mar 2024 . Actualizado a las 20:03 h.

El médico alicantino Francisco Pascual Pastor, al frente de la sociedad científica Socidrogalcohol, es el nuevo presidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, desde el que insta a las comunidades a alinearse con el Ministerio de Sanidad y resistir las presiones de las tabaqueras.

—¿Tiene sentido el plan antitabaco o hay que ir a una ley?

—El plan no es imprescindible pero yo creo que es bueno, porque una ley tiene un recorrido parlamentario, judicial... y lleva un tiempo, más ahora teniendo en cuenta los colores políticos, que no voy a decir que pudiese boicotearse, pero sí demorarse demasiado. Mientras que si tienes un plan integral de tabaquismo, algunas medidas podrían llevarlas a cabo las comunidades incluso antes de que se apruebe la ley, porque no olvidemos que las competencias de Sanidad están transferidas a las autonomías.

—¿Qué novedades incluye el plan?

—Básicamente es el mismo borrador que teníamos en el 2021. Creo que hay dos cosas a destacar. Primero, la actualización de la epidemiología —no se puede obviar que el otro se hizo en plena pandemia— y luego que va dirigido también a colectivos concretos: mujeres, embarazadas, el colectivo LGTBI, personas con trastorno mental grave... A mi lo que más me ha gustado es que la bibliografía se ha ampliado ostensiblemente.

—¿Qué le aporta esta información a los gestores autonómicos?

—Las comunidades autónomas decían: «Tomaremos medidas que estén basadas en la evidencia científica». Si se leen el documento, ahí las tienen. Los espacios libres de humo, el etiquetado neutro, el incremento de los precios, los warnings o advertencias... tienen un sustento científico en esa bibliografía más bien indiscutible.

—¿Por qué no se abren los tratamientos de deshabituación a más fumadores, es por dinero?

—Muchas veces las decisiones políticas son cortoplacistas y miran más lo que tienen que invertir ahora que el ahorro posterior. El propio plan contempla levantar esas restricciones. Por ejemplo, la adicción al tabaco se considera una enfermedad crónica. Lo más habitual en una enfermedad crónica son las recaídas. Entonces, ¿qué sentido tiene que solo se financie un tratamiento al año? Otro ejemplo: tengo un paciente cardiópata, que no se fuma más de diez cigarros al día, pero esos cuatro cigarrillos que se fuma un cardiópata o un broncópata son suficientes para hacerle daño. ¿Por qué no vamos a darle la oportunidad de un tratamiento?

—¿Qué le parece defender el consumo apelando a la libertad?

—Vergonzoso. La libertad individual se base en el respeto a los demás. Si tú no eres capaz de entender que fumar molesta al de al lado, que hay pequeños, o simplemente gente que no quiere tragar tus malos humos, le estás fallando a la libertad, porque la libertad empieza en la nariz del que tenemos enfrente.

—¿Es legalmente factible prohibir los vapeadores sin nicotina?

—¿Te acuerdas de los cigarrillos de chocolate verdad? Se prohibieron y no pasó nada. El hábito y la conducta inducen al consumo, además de que el vapeador suelta un vapor que no es inocuo. Puede provocar enfermedades respiratorias y es una puerta de entrada clarísima al consumo de tabaco tradicional.

—¿Entiende las reticencias de la hostelería?

—Ese mantra de que la hostelería va a perder dinero no es verdad. No lo perdió en el 2010 cuando se prohibió fumar en los restaurantes. Incrementaron el número de restaurantes, el número de trabajadores y las ganancias, porque la gente iba a disfrutar de la comida. Lo que pasa es que en el grupo de hosteleros tienes a la Mesa del Tabaco, que son productores y distribuidores. Y uno de los patrocinadores o partners más importantes de la hostelería —así aparece en su página web— es Phillip Morris, que ya me dirás que pinta. A ver si va a ser ahora que sirve bocadillos de cigarrillos.

—¿Por qué el empeño con las terrazas, por el propio consumo o por su condición de escaparate?

—Por las dos cosas. Tenemos evidencias de que el aire se contamina a niveles tóxicos entre ocho y diez veces más en una terraza que un espacio totalmente libre de humos. Tendrías que irte a diez metros de la terraza para respirar un aire digamos no contaminado. Además, ese consumo se da en la calle y al lado hay un niño que ya no es que se trague el humo, es está normalizando un hábito. Esto es lo que nos ha pasado tradicionalmente con nuestras drogas legales, incluido el alcohol. Cuando vemos algo normal la tendencia es imitarlo lo más temprano posible.