Puigdemont vuelve a esquivar las siglas de Junts y anuncia un proyecto con ocho formaciones

Carlos Peralta
C. Peralta REDACCIÓN / LA VOZ

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La Moncloa

Responde a la negativa de ERC a recuperar una lista común tildándoles de ser «un Gobierno que sale rendido de casa»

27 mar 2024 . Actualizado a las 13:53 h.

Carles Puigdemont cimentó los primeros ladrillos de una candidatura que va más allá de las siglas de Junts. Este viernes, en Perpiñán, al sur de Francia y a una hora y media en coche de su Amer natal, presentó el acuerdo de Vernet. Un pacto entre ocho formaciones, entre ellas Junts, para ir de la mano con el expresidente de Cataluña «en el camino hacia su restitución en plenitud».

En el espacio Les 5 Éléments de Perpiñán, al igual que el pasado jueves en Elna, no había siglas detrás del eurodiputado. Solo el nombre del pacto en un fondo azul: «Acord del Vernet». La candidatura se aferra al personalismo de su figura, que ya logró más de un millón de votos en las últimas elecciones europeas.

Puigdemont se dirigió a sus siete nuevos compañeros de viaje de fuerzas que considera que vienen «de tradiciones diversas, a veces enfrentadas». El conjunto rezuma, más allá de su trascendencia electoral, la transversalidad que pretende hacer ver Puigdemont. Entre los firmantes está Estat Català, el partido más antiguo de la comunidad (1922) que sigue activo, Demòcrates, de ideología democristiana y escisión de Unió; Moviment d´Esquerres (MES), nacido de la fusión de dos escisiones del PSC; o Reagrupament, que surge desde un sector de ERC en el 2009.

«Os agradezco esta voluntad de sumar desde vuestras identidades», remarcó Puigdemont. El político gerundense volvió a invocar el espíritu de la candidatura de Junts pel Sí, pese a que cuenta con la negativa de ERC, el otro bastión independentista. «Después de abandonar el Gobierno o votar en contra de los presupuestos, proponer una lista única en medio de reproches es repetir errores del pasado», le advirtió Pere Aragonès el pasado jueves. «Un país no avanza si tiene un gobierno que sale renunciado de casa», advirtió también el posconvergente, en una estrategia a dos bandas en la que no olvida marcar diferencias con los republicanos. Es necesario que les supere en votos si quiere soñar con una eventual sesión de investidura. Para dirigir el Ejecutivo autonómico, a juicio de Puigdemont, no se trata solo de ofrecer un buen gobierno, aunque recalca que «a veces hay gente que se conformaría con esto».

«La estrategia ganadora»

«El movimiento independentista tiene que volver a la estrategia ganadora del 1-O. Cataluña no se puede permitir otra etapa de desunión y luchas intestinas que no hacen otra cosa que allanar el camino de sus adversarios», aseguró el expresidente catalán. Solo él sabe si su alusión a luchas internas es una referencia a Alhora (al mismo tiempo, en catalán), el partido de la exconsejera por Junts Clara Ponsatí, que recaba avales para presentarse a las elecciones y ha sido crítica con las negociaciones de los de Puigdemont con el Gobierno central.

La designación de Alejandro Fernández como candidato del PP (junto a la de Laia Estrada por la CUP) cierra el elenco de aspirantes de los principales partidos. Puigdemont acusó al político popular y al favorito de las encuestas a ser la primera fuerza, el primer secretario del PSC, Salvador Illa, de «dejar tirados a ocho millones de catalanes» y de estar «sobrealimentando la economía de Madrid». Socialistas y populares comparten muy poco, pero la caprichosa aritmética podría dejar en manos del PP un gobierno del PSC con los comunes. Prevenido o no de una opción remota pero plausible, Puigdemont insiste en remarcar las diferencias con los partidos que no son independentistas: «Esto solo puede ser contestado y combatido desde Cataluña, con una actitud de firmeza que alguien que tenga las manos atadas al Gobierno español no puede tener. Si hay que pasar página es precisamente al que ahoga los futuros de nuestros hijos».

El texto de los ocho firmantes incide en esta argumentación al proponer una disyuntiva de cara al 12M en la que propone a los electores elegir entre dos formas de rematar según qué faena. Los que quieren «acabar el trabajo para que Cataluña sea reconocida en el concierto de las naciones independientes del mundo» y los que son partidarios de «acabar el trabajo de hundir la nación convirtiéndola en una región más de España».