Isabella se quedó embarazada a los 20 y se graduó con su bebé en brazos: «Cuando me enteré fue duro, lo peor; pero cada uno se tiene que hacer responsable de lo que hace»

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Su hija Sofía no tenía ni un mes cuando se convirtió en la auténtica protagonista de una graduación de ADE que se hizo viral: «Hasta que nació, no dije: 'Yo esta carrera la termino'»

06 may 2024 . Actualizado a las 19:30 h.

Sofía nació el 11 de marzo y fue a la graduación de su madre en brazos el 4 de abril. Las imágenes corrieron como la pólvora en las redes sociales, y en ellas se ve a la feliz Isabella Anduquia, de 21 años, posando con el resto de sus compañeros. Pero llegar hasta esa foto no ha sido un camino de rosas. Y lo que le queda.

«Enterarme de que estaba embarazada a los 20 años fue duro, lo peor. Dije: ‘Se me cae el mundo’. Pero yo pienso que cada uno se tiene que hacer responsable de lo que pase y de lo que hace». Con esta determinación habla Isabella Antuquia del momento en el que fue consciente de que su vida dejaría de ser la que se espera de una joven de 21 años. «Yo lo respeto, pero para mí no cabía la opción del aborto. Además, vengo de mamá joven también, y ella pudo. Así que yo decidí seguir adelante. Fue complicado, porque en ese momento estaba estudiando y trabajando lo justo y necesario para cubrir mis necesidades, como cualquier persona de 20 años, y pensé: ‘¿Ahora qué hago?’».

Imagen de la graduación de ADE en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla que se hizo viral al llevar Isabella a su bebé recién nacido en brazos
Imagen de la graduación de ADE en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla que se hizo viral al llevar Isabella a su bebé recién nacido en brazos

Contárselo a sus padres tampoco fue en absoluto fácil. «Fue horrible. Al principio, se lo tomaron fatal. Y claro, enterarte de una noticia que no te esperas, cuando no tienes el futuro arreglado ni una base para poder iniciar tu vida…». La noticia le pilló en mitad del grado de ADE, que actualmente sigue cursando en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. Hoy, Isabella compagina la carrera con su bebé. Pronto, también lo hará con el trabajo. «Este año no me matriculé de todas las asignaturas que hubiera querido, solo de seis, por el embarazo y porque sabía que la niña iba a nacer a mitad de curso. Pero conseguí aprobar las Matemáticas, que las arrastraba y es mi gran logro; estoy muy contenta». No es para menos.

Lo cierto es que los docentes de la Pablo Olavide se volcaron con ella. «Se prestaron a darme toda la ayuda que pudieran ofrecerme, y a adaptar todo lo posible. Eso me tranquilizó. Este año se me complicó un poco, porque iba a empezar el curso embarazada, y no llevé un embarazo del todo fácil. Además, el curso ya iba a finalizarlo con la niña, así que adapté un poquito todo y cogí varias asignaturas».

Isabella cuenta que no se tomó el primer año de carrera demasiado en serio. Coincidió con la pandemia, que tampoco ayudó. Sí que cogió segundo con fuerzas, y recuperó parte de las asignaturas que le habían quedado. «Ahora aún me quedan por terminar algunas asignaturas, el trabajo de fin de grado y las prácticas», señala la joven, que no obstante preguntó a la universidad si era posible graduarse con sus compañeros y amigos, aunque no vaya a terminar los estudios de forma inminente. «Yo quería tener mis fotos y mi orla con ellos, con la gente de mi promoción, y los profesores me dijeron que no había ningún problema».

Hoy Sofía tiene un mes y fue la auténtica protagonista de una graduación que dio la vuelta a España. «Pero la gran mayoría de mis compañeros ya se habían enterado y ya sabían que iba a ir, estuvieron superatentos conmigo. Mi familia acudió también, pero yo quería estar con mi niña, y ella necesita estar conmigo para poder darle el pecho. Ante cualquier llanto o lo que sea, tenía que tenerla cerca».

Tan cerca la tuvo que no la soltó. Ni siquiera para que le pusieran la banda universitaria: «Eso fue algo que yo decidí, dije que quería hacerlo así».

Lo cierto es que, antes de ser madre, la joven no tenía demasiado claro seguir adelante con ADE. Como tantos jóvenes, tuvo muchas dudas de si seguir cursándolo o cambiar a otra cosa. Hasta que nació Sofía. La maternidad y la necesidad de aspirar a unas buenas condiciones laborales y económicas para hacerse cargo de la niña han disipado sus dudas. «Yo dudé qué hacer con la carrera, porque se me está haciendo mucha bola, pero dije: ‘No me queda otra que terminarla para tener un trabajo más o menos fijo con un horario estable, porque la hostelería, que es en lo que trabajo, tiene horarios locos. Así que puedo decir que si yo termino la carrera es por la niña. Hasta que nació, no dije: ‘Yo esto lo termino’».

Le dijeron: «Estás loca»

Ha perdido la cuenta de la cantidad de veces que le recomendaron interrumpir el embarazo por su juventud. «Mis amigas me dijeron: ‘Estás loca’, pero yo tenía claro que iba a seguir para adelante». Su determinación es a prueba de bomba. A cualquiera le descolocaría un cambio tan brusco de vida a su edad. «No ha sido un problema. Es más, yo pensé que iba a sentirme sola, que no iba a saber qué hacer, pero qué va. Al contrario, me ha dado vida ella».

¿Entonces cómo se lleva la maternidad a los 21? «Yo, superbién. Me ha tocado una niña muy buena, he tenido muchísima suerte, porque no todo el mundo vive la maternidad bonita. Pero es que mi niña no ha sufrido de cólicos, que es algo que le trae de cabeza a mucha gente, no ha tenido problemas con el pecho, duerme…», presume Isabella, que no obstante matiza que «un bebé no es fácil ni es para todo el mundo. Pero yo sabía que sí que iba a poder. Cogí las riendas de mi vida. Dije: ‘Vale, esto ya está aquí. Vamos a seguir adelante, lo que te queda es vivir. Y si eso significa que tienes que sacar tu vida adelante estudiando y trabajando a la vez, y llevando una casa, pues p’alante».

Antes del embarazo, la joven trabajaba días sueltos a través de una empresa de trabajo temporal, un dinero que empleaba para cubrir sus gastos. «Pero claro, con el tema de la niña tenía que buscar algo ya más fijo. Entonces, en cuanto pude, o más bien en cuanto los síntomas del embarazo me dejaron, busqué un trabajo fijo y me cogieron en un restaurante». Las jornadas de pie y cargando con pesos hicieron que tuviese una amenaza de parto prematuro. «Además, psicológicamente, tampoco estaba bien. Fue muy complicado. Me dieron la baja con veintipocas semanas, y la empresa también me ayudó mucho», reconoce.

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Como cualquier joven de su edad, Isabella vivía con sus padres. «Ellos me dijeron que lo que tenía que hacer era ahorrar para ella y para ir comprando sus cosas, y ya empecé también a buscar un piso». Lo encontró y se mudó embarazada. A día de hoy, vive en su propia casa con su bebé. Además de la de sus padres, cuenta con la ayuda una tía. Mi padre y mi madre vienen muchas veces a mi casa o voy yo a la suya. Cuento con la ayuda de mi familia para todo», señala Isabella, que no deja de asumir en todo momento su responsabilidad. «Mis padres me han impulsado siempre. Yo no sabía cómo me iba a salir la niña, si iba a ser un bebé llorón o con problemas, pero esa no es la responsabilidad de ellos. Y yo sabía que estando en su casa, ellos se iban a preocupar el triple. Lo que les toca es disfrutar de la niña como su nieta, no como una hija más».

Como hija de madre joven —la suya la tuvo con 20, tan solo un año menos que ella—, sabe las cosas que quiere reproducir, pero también las que no. «Ella sí tuvo la ayuda de mis abuelos, porque se tuvo que ir a trabajar desde el minuto uno. Yo no quería repetir eso, y menos teniendo trabajo y medio pudiendo pagar el alquiler. Que sé que si tengo un apuro un mes mis padres me lo dejan, o se presentan muchas veces y me dicen: 'Mira, toma, he traído pañales, toallitas, ropa… '. A pesar de que yo normalmente puedo, ellos ayudan», afirma.

A la ecuación de los estudios, la crianza y la casa, Isabella sabe que pronto tendrá que sumarle el trabajo. Cuando se le acaben la baja de maternidad y el período de lactancia, tocará otro ajuste de vida. «Ella empezará la guardería y yo a trabajar, a estudiar y a llevar una niña y una casa adelante. Ese sí que va a ser un cambio gordo». Pero Isabella, a la vista está, puede con todo.