Ángel Falcón: «El periodismo en la red se está construyendo como un rizoma que crece bajo tierra»

RAÚL MOLINA / EFE OVIEDO

ASTURIAS

Ángel Falcón, en primer término, junto a redactores de La Voz de Asturias
Ángel Falcón, en primer término, junto a redactores de La Voz de Asturias Alberto Morante

El director de La Voz de Asturias aborda la nueva etapa de un diario arraigado en la región que ahora renace para sumarse a la revolución de Internet

22 may 2016 . Actualizado a las 17:23 h.

El motor de un coche sirvió el 18 de octubre de 1934 para arrancar un rotativa en la que imprimir un número de cuatro páginas que relataba la última revolución obrera de Europa bajo la cabecera de La Voz de Asturias, un diario que, cuatro años después de su cierre, renace ahora en formato digital vinculado a los motores de búsqueda y a otra revolución, la de internet.

Fundado el 10 de abril de 1923, el diario creado por el empresario José Tartiere vio cómo dos crisis, la económica y la generada en los medios tras la aparición de la red informática, le llevaban a publicar su último número el 19 de abril de 2012.

«Aquello fue traumático. Pensábamos que aún saldríamos adelante, pero todas las ofertas iban fallando. Fue como perder a un ser vivo, a un familiar cercano hasta el punto de que durante varios días aún íbamos a la redacción por las mañanas, como zombis», relata ahora a Efe el entonces subdirector del diario, Ángel Falcón.

Falcón dirige ahora la renacida cabecera tras su adquisición por La Voz de Galicia y apoyado en un grupo de periodistas procedente del histórico diario que se relanza ahora en formato digital con el objetivo de mantener viva, en un formato acorde al periodismo del siglo XXI, la necesidad de contar historias.

En una entrevista con Efe, Falcón (Madrid, 1965) recuerda que la idea de recuperar La Voz de Asturias latía bajo el proyecto de Asturias24, el diario digital que, tras el cierre, impulsó el mismo grupo de periodistas asociado hasta ahora a eldiario.es.

Con el recuerdo del espíritu de la «memoria sentimental» de lo que representó la edición impresa de La Voz de Asturias, la cabecera resurge ahora veinte años después, recuerda Falcón, de que los editores de diarios tomaran la decisión, «difícilmente revocable», de ofrecer en abierto la práctica totalidad de sus contenidos.

«Pudo ser un error desde el punto de vista económico, pero también es verdad que los periódicos nunca se leyeron tanto, jamás tuvieron 50 millones de lectores» advierte tras incidir en la paradoja de no haber tenido nunca «ni tantos lectores ni menos dinero».

Si hace años una exclusiva servía para envolver el pescado de mañana, un 'scoop' en internet «no dura nada» hasta el punto de que los medios en la red están construyendo, a su juicio, «una especie de estructura horizontal en la que se alimentan los unos de los otros, es como una estructura de rizoma que crece bajo la tierra».

Esta circunstancia lleva, según Falcón, a la inexcusable obligación de citar la fuente, «de no robar, algo que queremos cumplir a rajatabla» para conseguir la ansiada credibilidad, la única respuesta posible del periodismo a la maraña de informaciones no contrastada que aparece en redes sociales o blogs.

Para ello, apunta, es necesario además alejarse de la tentación de recurrir a virales o a informaciones triviales para generar visitas. «Son un peligro, la comida basura del periodismo. Nacemos con la idea de economizar gastos, algo muy común a internet, y con la de ser rentables y eficientes a corto plazo», subraya.

En esta andadura Falcón considera fundamental contar con el respaldo de un grupo editorial como el de La Voz de Galicia, el cuarto periódico más leído de España, que cuenta con un sistema de ediciones «único en Europa», que les permite contar con un respaldo económico y con un referente de experiencia y saber hacer que, desde hace años, tenía en Asturias «una asignatura pendiente».

Como una segunda oportunidad se imagina Falcón que hubiera visto esta nueva etapa el director histórico de la última etapa de La Voz de Asturias, Faustino F. Álvarez, -«el mayor poeta que he visto haciendo periodismo», afirma- que «sufrió mucho» con el cierre y al que le costaría «un poco» aguantar la «marea» de las redes sociales apegado como estuvo, hasta el último día, a su máquina de escribir.