De qué hablamos cuando hablamos de sexo

Ana Fernández Alonso

ASTURIAS

¿Cómo es que nos ha llegado un discurso sobre sexo tan reducido y sesgado, el primero que nos viene a la cabeza, cuando al decir «sexo» estamos hablando de tantas cosas?

14 jun 2017 . Actualizado a las 07:17 h.

Recientemente me convocaron a una conferencia en la cual no tenía más consigna que hablar de sexo. Está claro que cuando eres sexóloga, siempre hablas de sexo, sea cual sea el público al que tu charla va dirigida… Pero, hay tantas temáticas diferentes que abordar, que nunca se me había ocurrido que hablar de sexo, en sentido amplio y sin concretar en ningún tema, me pudiera resultar tan complejo.

Lo primero que se me ocurrió fue un discurso extremadamente académico, hablando de campos conceptuales (sexo, sexualidad, erótica, amatoria…) y planos de individuación (modos, matices, peculiaridades…) que les sonará perfectamente a mis colegas de profesión, pero que no tuve más remedio que desechar, porque para el gran público era poco menos que hablar en clave. En un segundo momento llegué a la conclusión de que tal vez era que no nos estábamos entendiendo… Y si yo no sabía (aunque sospechaba) lo que me estaban pidiendo quienes me pedían que hablase de sexo, tal vez no me iba a hacer entender por el público, al no saber yo lo que esperaban que les contara. Así que mejor empezar preguntando. Y mi conferencia comenzó así: «Para empezar me gustaría pedirles un pequeño ejercicio... Quiero que se relajen y piensen lo que se les venga a la cabeza relacionado con la palabra sexo... ¿Ya lo tienen? De momento, quédense con esa idea, volveremos sobre ella...»

Por mi profesión, me suelo encontrar a menudo con la pregunta de si el sexo sigue siendo un tema tabú. Ya saben, tabú, eso de lo que no se habla, lo que es moralmente inaceptable, lo que está sujeto a restricciones o prohibiciones... Y ahí también me pregunto: ¿De que hablamos cuando hablamos de sexo? ¿Estamos hablando de lo mismo esas personas que me preguntan y yo?

Vamos a poner un ejemplo: cuando yo doy clase de Educación Sexual, lo primero que hago es pedir a mi alumnado que me diga la primera palabra que se les venga a la cabeza relacionada con el término sexo. Inmediatamente aparecen palabras como: vagina, pene, tetas, culo, orgasmo, follar, coño, condón, dedos, orgía, boca, corrida bukake, masturbación, francés, beso negro, amor, cubana, cama, kamasutra, 69, pasión, viagra, lubricante, consolador, bolas chinas, griego, postcoital... Esta es una transcripción real de las respuestas de un grupo de chicos y chicas de 3º de la ESO, más o menos 14 años... Y yo me sigo preguntando, aunque adivino la respuesta… ¿Son estas palabras similares a las imágenes que evoca la gente adulta cuando oye la palabra sexo? Posiblemente sí, aunque en público, su respuesta es bastante diferente.

Como ejemplo, otra transcripción de respuestas. En este caso un grupo de profesionales, técnicos de educación, sanidad y servicios sociales, que ante la palabra sexo dicen: «Placer, relación, sensación, amor, intimidad, identidad, caricias, diferencias, besos, seducción, ternura, lujuria, penetración, satisfacción, complicidad, amistad, genitales, confianza, complacer, erotismo, biología, coito, protección, orgasmo, diversión, explorar…» Y entonces ¿a qué se debe esta diferencia en las respuestas?

No solo es porque los adultos hayamos aprendido a disimular, que también... Es que, además, cuando hacemos el esfuerzo de ampliar un poco nuestra perspectiva, nos damos cuenta de que hablar de sexo es mucho más que hablar de cuestiones genitales y perigenitales. Pero no perdamos de vista una cosa: si los adultos mantenemos este discurso en torno al sexo ¿cómo vamos a entendernos con nuestros adolescentes, que mantienen el otro? Es una buena reflexión que hay que hacerse de vez en cuando...

Cuando yo estudiaba Sexología en la universidad, lo primero que aprendí es que sexo no es solo lo que hacemos, no son solo nuestras conductas y fantasías eróticas... Sexo es sobre todo lo que somos: hombres y mujeres que se enamoran o se sienten atraídos por hombres o por mujeres... Y entonces en vez de hablar de sexo, hablamos de los sexos, de nuestras identidades y de nuestros deseos, de nuestras peculiaridades, de nuestros encuentros y desencuentros, amores y desamores, fantasías, seducciones, lujurias, excitaciones...

Cuando hablamos de Sexo, hablamos pues de relaciones... De todo tipo de relaciones, porque los chicos y las chicas, se van a enamorar de chicos o de chicas, independientemente de lo que ellos sean. Y tenemos que hablar también de amor, de lo que entendemos por amor, pero amor del bueno... Para hablar de amor a mi me gusta incluir casi siempre una foto que hizo una chica de 15 años, para una exposición que su profesora de imagen organizó para el día de San Valentín. La consigna era hacer una fotografía cuyo tema fuese el amor. Y en dicha foto aparece un corazón con un montón de agujas clavadas: «INFIDELIDAD, DOLOR, AGRESIONES, MENTIRAS, INSULTOS, SUFRIMIENTO...» En el medio pone «AMOR»... Y la foto se titula: «A pesar de todo». Esto no es amor, esto hace mucho daño... Por eso cuando hacemos Educación Sexual, tenemos que dejar bien clarito que si duele, no es amor.

Cuando hablamos de sexo, tenemos que hablar de internet. De intimidad, de privacidad. De las redes sociales como nuevos espacios de seducción. Y de a quién damos permiso para que acceda a nuestra intimidad, igual en la vida real que en el mundo virtual. Esto es igual para personas adultas que para menores. Pero cuando se trata de menores, no vale hacerse un perfil falso y pedirles amistad para enterarse de lo que hacen. Eso hubiera sido como si la madre o el padre de ustedes se hubiera disfrazado de quinceañera para ir a la disco a espiarles... No es buena idea. Hay que aprender y luego educar. Una vez más, la Educación Sexual es la clave.

Por si acaso aun hay quien piensa que esto del sexo es una cosa exclusiva de la gente joven, les diré que cuando hablamos de sexo también hablamos de personas mayores... pero muy mayores también, incluso ancianas. Recuerden que el sexo es lo que somos, así que el sexo no se acaba mientras no nos acabemos nosotros... Y no vamos a hablar de viejos verdes, hablaremos de abuelos sexis... Mucho mejor ¿verdad? Que ahí queremos llegar todos.

Por supuesto, cuando hablamos de sexo también hablamos de diversidad: funcional e intelectual. Todas las personas somos personas sexuadas, con nuestras vivencias y nuestros deseos. Uno de los problemas que más preocupan a una persona que se ha quedado en silla de ruedas tras un accidente, es el de cómo me lo monto ahora, que va a pasar con mi erótica... Y cuesta mucho encontrar la respuesta. Al menos en la administración pública, que es dónde primero se debería encontrar.

Y como no puede ser de otro forma, cuando hablamos de sexo, también hablamos de niños, de niñas y de sus familias. Porque nuestros peques también son personas sexuadas. Y por ello tienen inquietudes, curiosidades, exploran, juegan... Y las familias a veces no saben como gestionar esto muy bien... Si juegan a los médicos... Si mi bebé tiene erecciones... Si mi niño levanta las faldas a las niñas... Si mi niña se toca «ahí»... Si me pregunta cosas que no se si debo contestar... Y una vez más, la respuesta es la misma: Educación Sexual.

Cuando hablamos de sexo y de infancia, tenemos que hablar de que hay muchas formas de ser niño y de ser niña... Y entender que al igual tener más o menos vello en los brazos, o la voz más o menos grave o aguda no determina ser hombre o mujer, tampoco lo determina el hecho de tener pene o vulva. Porque la identidad está en la cabeza, no en los genitales. Y por eso tenemos que entender de una vez que aunque la mayoría de las niñas tienen vulva, también hay algunas niñas con pene y ello no las hace menos niñas... Que aunque la mayoría de los niños tienen pene, también hay niños con vulva y esto no les hace menos niños... No es lo más frecuente, pero a veces sucede. Por eso tenemos que estar ahí para acompañar, escuchar y si es necesario, corregir esa etiqueta que se ha puesto mal. Reasignación se llama. Los niños y niñas de infantil no tienen problema con esto. ¿Por qué a nosotros nos cuesta tanto? Ya lo van entendiendo, parece que hace falta más Educación Sexual...

Moral social

Y si el discurso de los sexos es tan amplio ¿Cómo es que nos ha llegado un discurso del sexo tan reducido y sesgado, que es el primero que nos viene a la cabeza? Parece que esto se lo debemos a la moral social.

Cuando yo estudiaba Sexología, hablábamos de dos tipos de moral a las que metafóricamente se llamaba «moral de la bata negra» y «moral de la bata blanca».La de la bata negra alude a algunos idearios religiosos, que asocian todo lo que tiene que ver con el sexo y en especial el placer y cualquier planteamiento no reproductivo, con el pecado y lo prohibido... Y allí donde tienen mayor influencia, han hecho valer estos planteamientos.

La moral de la bata blanca, alude a determinados planteamientos de algunos sectores del ámbito sanitario, que hablan de sexo desde lo peligroso o patológico. Así dictan nuevas normas sobre nuestras sexualidades, deciden lo que es normal y lo que no es normal y nos dicen que educar sobre sexo es prevenir riesgos. Esto les sonará: Riesgo de embarazos, riesgo de infecciones de transmisión, por cierto de trasmisión genital, que no sexual... No podemos limitarnos a eso, la Educación Sexual es cultivar ideas y valores, no prevenir riesgos. Ustedes ya lo van entendiendo.

Allá por los comienzos y mediados del siglo XX, había unos profesionales que ya lo habían entendido y estaban debatiendo sobre ello para hacérnoslo comprensible a los demás. Me refiero a la primera generación de sexólogos europeos y otros estudiosos de las sexualidades, como algunos filósofos de la época. Entre los primeros, Magnus Hirschfeld, fundador del primer Instituto de Sexología del mundo, en Berlín. Havelock Ellis, contemporáneo de Freud, que le llevaba la contraria, diciendo que entre los sexos hay más valores cultivables que trastornos curables. Nuestra Hildegart Rodríguez, joven madrileña, secretaria de la Liga Española para la Reforma Sexual sobre Bases Científicas, que a la edad de 18 años había escrito 9 tratados sobre sexualidad, derechos de las mujeres, eugenesia... Y que murió mientras dormía asesinada por su propia madre. Y otros intelectuales ya le sonarán, porque son más famosos: Simone de Beauvoir, Sarte, Merleau Ponty. Kierkegaard, que parece ser que acuño el término sexualidad, referido a la cualidad del hecho de ser sexuados...  A estos discursos se les llamó «el debate de la Cuestión Sexual». Ellos y ellas sí sabían de qué hablaban cuando hablaban de los Sexos.

Llegados a este punto, creo que ya tienen ustedes criterio para responder a la pregunta de si hablar de Sexo sigue siendo un tabú. Parece que sería deseable hablar un poco más de Sexo, al menos para entendernos... Por mi parte yo estoy convencida de que la Educación Sexual (o sea, de los sexos) es la respuesta; esa Educación Sexual que nos hable de identidades, de deseos, de peculiaridades, de amores, desamores, encuentros, desencuentros, fantasías, placeres, seducciones y excitaciones... Parece que se va haciendo camino, pero alli donde no sea una realidad, hablemos de sexo. De los sexos.

http://www.atencionsexologica.es/