Ocho meses sin empleo y sueldo para el profesor que solo ponía sobresalientes

ASTURIAS

Yván Pozuelo
Yván Pozuelo

«Esto es un atentado a la libertad de expresión y una caza de brujas de libro», asegura Yván Pozuelo

06 dic 2021 . Actualizado a las 18:34 h.

Tras un largo proceso que se prolongó durante casi dos años, Yván Pozuelo, profesor de francés en el IES de La Laboral en Gijón, recibió el pasado 27 de septiembre una sanción ejemplarizante, ocho meses de suspensión de empleo y sueldo. La causa: que siempre pone diez, sobresaliente, a sus alumnos. Aunque el castigo se impone por «incumplimiento en general de mis funciones como funcionario», relata Pozuelo, que insiste además que la espita de su expediente se dispara por la publicación de un libro en el que detalla su método de calificación y una entrevista en prensa en la que lo explicaba. «Siempre hice la misma pregunta ¿quién me ha denunciado? Y la respuesta es que no hay denuncia», señala para añadir que «esto es un atentado a la libertad de expresión y una caza de brujas de libro».

Con una trayectoria de dos décadas en la enseñanza, el inicio de sus problemas comienza con el libro ¿Negreros o docentes? La rebelión del 10. En él, Pozuelo se muestra contrario a los libros de texto, a los deberes en casa, pero sobre todo al sistema de evaluaciones y en su obra señala, por ejemplo que «la nota es el principal parásito del proceso de enseñanza-aprendizaje», también que «la nota es una arbitraria varita mágica»; o que «la nota no suma, solo resta, discrimina y segrega». Cuenta que a lo largo de su trayectoria, que no es corta, se dio cuenta de que muchos alumnos que realizaban los ejercicios correctamente en las clases fallaban luego en los exámenes, que alumnos de 10 de «toda la vida» no podían afrontar el día que llegaba un suspenso, o que, pese a los cambios en el sistema de enseñanza, la memoria todavía seguía siendo clave y pilar para conseguir las ansiadas notas.

La defensa práctica de sus tesis en las clases le acarreó finalmente una sanción, pero en un proceso que, asegura, ha estado lleno de mala fe. Tras la pandemia, con sus alumnos habiendo asistido solo de forma semipresencial, la inspección entró en su aula para poner un examen sorpresa «con un nivel de segundo de carrera en la Universidad, con sólo 45 minutos para responder, pero voy a hacer público ese examen».

Pozuelo continúa trabajando, ya que ha planteado un recurso a la sanción, que se encuentra suspendida mientras se resuelve. Además, ha pedido el concurso de traslado a la Escuela de Hostelería de Gijón, que llevaba solicitando varios años y le ha sido concedido. «Tuve apoyo de mis compañeros, sobre todo y lo quiero decir, de mis compañeras, que fueron absolutamente maravillosas, increíbles, me han defendido, apoyado, arropado, dando la cara incluso en los momentos de juego sucio y en esta España un poco cobarde es de agradecer».

Asegura que nunca tuvo ninguna queja ni de alumnos ni de padres respecto a su sistema de calificaciones y, frente a quienes puedan aducir que cómo es posible protestar por sobresalientes generalizados, responde que «quienes dicen eso o es mala fe o no saben de lo que están hablando porque yo sé que padres de alumnos con dieces en otras asignaturas se han quejado porque no aprendían nada, pero en mi caso no hay nada de eso. Puede haber gente a la que no le guste, que se crean que sus hijos son la élite y no entienden lo que es la enseñanza secundaria obligatoria ni el bachillerato, no pasa nada, pero no hay ni una sola queja».

El profesor considera totalmente desproporcionada la sanción toda vez que «a profesores con quejas y denuncias no se les abra expediente, pero a mí sin quejas ni denuncias sí, y de ocho meses. Incluso acusados de acoso sexual, que aquí en Asturias hay más de un caso, recibieron sanciones muy leves, que sólo se endurecieron en los tribunales porque el servicio de inspección de educación fue muy benévolo». También asegura que se ha sentido indefenso en muchos momentos porque no conoció el contenido de la denuncia, calificada de reservada durante los meses iniciales y porque le que le reclamaron en un inicio que se retractara «y yo dije que no, porque ellos están acostumbrados a que todo el mundo se retracte, que todo el mundo acepte sus amenazas, pero yo vengo de otra educación y dije que no, que para mí la libertad de expresión es sagrada. A partir de ahí montaron la maquinaria».

«Si hay educación inclusiva ¿cómo es que no hay más dieces?, a mí que me lo expliquen ¿Qué tienen que hacer, lo mismo? entonces ¿qué significa inclusiva?» insiste Pozuelo, quien, pese a todo, asegura que se siente optimista respecto al futuro porque cree que cada vez son más las familias y los docentes que se replantean el actual sistema de enseñanza. «Hay una ola enorme en toda España, pero en el mundo también, que ya pide que nos sentemos y digamos: vamos a aprender de otra manera. El objetivo no es seleccionar médicos y profes, y hacer creer que hay profesiones súper buenas y otras que son súper feas, hay que entender que todos somos una cadena y que todas las profesiones se necesitan unas a otras. Desde que saltó el asunto a la prensa tengo apoyos de España, de Europa, de América Latina, porque hay muchos profes que hacen este tipo de enseñanza, porque lo pone la ley y están de acuerdo con ella y no entendemos por qué se nos ponen obstáculos».