Sergio Calleja, neurólogo: «El paciente con ictus más joven que he atendido tenía ocho años»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

El neurólogo y coordinador de la unidad de ictus del HUCA, Sergio Calleja
El neurólogo y coordinador de la unidad de ictus del HUCA, Sergio Calleja

El coordinador de la Unidad de Ictus del HUCA explica en qué consiste esta enfermedad vascular y señala qué mecanismos ayudan a evitar que se desarrolle

28 oct 2023 . Actualizado a las 12:26 h.

El tiempo es oro. Y más cuando se trata de un ictus. Todo segundo que trascurre es crucial, dado que el tejido cerebral comienza a deteriorarse y por ende a morirse. Detectar a tiempo sus síntomas y atajar cuanto antes esta enfermedad vascular permitirá que el pronóstico del paciente sea mucho más esperanzador. Aunque son varios los factores de riesgo que llevan a que una arteria del cerebro se obstruya o incluso un vaso cerebral se rompa, en nuestras manos está que dicha patología no se desarrolle. «El 90% de los ictus se pueden prevenir», resalta el neurólogo y coordinador de la Unidad de Ictus del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), Sergio Calleja, quien impartirá una charla sobre esta afección el próximo día 15 a las 19.30 horas en el centro social Ciudad Naranco de la mano de la Asociación Ictus de Asturias (ASICAS).

-El ictus es una de las principales causas de muerte en nuestro país, pero ¿qué es realmente el ictus?

-Ictus sería la palabra para referirnos a las enfermedades vasculares del cerebro. Puedes tener enfermedades vasculares en el corazón como el infarto o en los miembros inferiores pero si aparece en el cerebro se trata de ictus. Además, hay dos tipos. Por un lado están los ictus isquémicos que ocurre cuando se tapona la arteria y no llega la sangre al cerebro y, por otro lado, está el ictus hemorrágico, que es cuando la arteria se rompe y una parte del cerebro queda inundada de sangre. Al dejar de llegar la sangre al cerebro, esto hace que un paciente se encuentre totalmente normal a tener síntomas neurológicos inmediatamente. Como no llega correctamente la sangre al cerebro, una parte del mismo deja de funcionar y dependiendo de la zona se presentan unos indicios u otros. Por ejemplo, si es la parte donde se gestiona la visión, esa persona va a quedar sin visión o parte del campo de visión se verá reducido. Si es la zona del habla, tendrá problemas para comunicarse, por ejemplo. Cuando empieza esta sintomatología empieza una cuenta atrás vertiginosa. El tiempo es crucial porque el cerebro no se destruye de manera inmediata sino que aguanta varias horas. Si podemos disolver el trombo o extraerlo inmediatamente de forma muy rápida, podemos hacer que el paciente mejore y los síntomas desaparezcan. Puedes llegar a un hospital y puedes llegar a estar bien, pero si nadie te saca ese trombo o se disuelve puede derivar a una discapacidad o incluso la muerte.  

-¿Cómo sabe una persona que está sufriendo un ictus?

-Hay infinidad de síntomas. Los más frecuentes son pérdida brusca de fuerza en el medio cuerpo, en la cara, en el brazo o en la pierna o, incluso, combinación de ellos. También se puede desviar la comisura de la boca. De la misma manera, se produce una pérdida brusca de sensibilidad, es decir, que no sientes la piel de la cara, de la mano o de la pierna. En cuanto al lenguaje, puedes perder la capacidad de hablar, solo balbucear; no ser capaz de construir frases o no entender lo que te dicen. Otro de los síntomas es la pérdida brusca de equilibro. Si la zona del cerebelo se ve afectada, el paciente es incapaz de mantenerse de pie. En cuanto a los dolores de cabeza, pueden ser expresivos de muchas enfermedades. Si una persona no suele tener dolores de cabeza, nunca lo ha tenido y presenta una cefalea muy intensa es motivo de consulta, dado que se puede tratar de un ictus hemorrágico, aunque por sí solo no suele aparecer.

-¿A quién afecta? ¿Se podría establecer un perfil del paciente?

-El principal factor de riesgo es la edad. Cuantos más años tienes más probabilidad tienes de sufrir un ictus, aunque en los últimos años aumento inusualmente el número de pacientes de entre 45 y 65 años. Algo que antes es raro, pero que ahora está siendo habitual. También existe el ictus infantil. El paciente más joven que he atendido tenía ocho años. No obstante, hay que tener en cuenta que en la población muy joven hay otros factores de riesgo como por ejemplo la disección de la arteria. Si se da un golpe en el cuello puede que la arteria carótida se desgarre y como consecuencia se produzca un ictus. Otros pueden tener problemas congénitos de coagulación y, por tanto, como la sangre tiende a coagular más rápido de lo normal se produce un ictus Aun así en estas edades, se trata de una enfermedad rara. Respecto a la afectación de mujeres y hombres, esta está equilibrada. Posiblemente en edades fértiles las mujeres tienen una mayor protección por cuestiones hormonales pero luego la pierden y, por tanto, se sitúa en un 50%  el número de pacientes femeninos y en otro 50% los masculinos. 

-¿Cuáles son los factores de riesgo?

-Los factores de riesgo vasculares comunes al ictus son la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, el consumo de alcohol y tabaco, la obesidad, el sedentarismo… En edades jóvenes además el consumo de drogas, sobre todo la cocaína, puede tener un papel relevante en ictus isquémicos y hemorrágicos. También hay factores de riesgo que no son clásicos pero que tienen importancia y guardan relación con las condiciones de vida. Si llevas una vida estresada, sin tiempo para relajarse, todo el día pendiente del trabajo, del teléfono… es muy malo, puesto hay una mayor posibilidad de que se produzca este tipo de enfermedades. También la contaminación atmosférica es crucial.

-¿Qué relación hay entre el coronavirus y el riesgo de sufrir ictus?

-Hay estudios publicados que demuestran que en los cuatro o cinco primeros días de evolución de enfermedad se incrementa el riesgo de enfermedades vasculares. Pero, según nuestra estadística, el número de pacientes con ictus en los últimos años no ha cambiado sensiblemente. Puedo haber 20 arriba o 20 abajo, pero la pandemia por el coronavirus no representó en un cambio epidemiológico relevante.

-¿Cuántos ictus se atienden al cabo del año en el Asturias? ¿Cuántas vidas se cobra?

-Aproximadamente se dan entre 3.800 y 4.000 altas de ictus, de acuerdo con nuestra estadística fiable de morbilidad hospitalaria que recoge el número de altas con cada tipo de diagnóstico. No obstante, la mortalidad tampoco es enorme. El 20% o así fallece debido a esta enfermedad. Además, gracias a los nuevos tratamientos cada vez más pacientes salen adelante con un mínimo grado de discapacidad o ninguna.

«Tan importante es la intervención como hacerla a tiempo»

-Ante estos casos, ¿cuál es la mejor manera de atender a un paciente que acaba de sufrir un ictus?

-Desde el punto de vista poblacional, si están con un paciente con ictus tienen que llamar inmediatamente al 112. No vale el médico de cabecera porque el 112 va a poner en marcha un protocolo que llamamos código ictus y que organiza todos los recursos necesarios para que el paciente vaya al centro más cercano y se le atienda de la forma más adecuada posible. Esto mejoró las posibilidades de las personas ya que permite minimizar al máximo los daños.

Actualmente hay dos tipos de tratamientos. Por un lado están los farmacológicos, que si el paciente llega pronto al hospital, antes de las cuatro horas y media, aplicamos un tratamiento venoso que intenta resolver el trombo. Si no lo consigue se pasa a un segundo plano, a una pequeña intervención de trombectomía mecánica que es introducir un catéter por la arteria femoral del paciente hasta llegar a la zona del trombo, donde con las herramientas que lleva el catéter se tira del mismo para extraerlo. En este último caso, la eficacia es altísima. Hay un 90% de posibilidad de recanalizar la arteria, pero tan importante es la intervención como hacerla a tiempo. Si llego a la décima hora de la evolución, el paciente no va a mejorar porque el tejido no es rescatable, la zona ya está dañada. Por eso hablamos de una cadena de supervivencia del ictus, que va desde el sistema de transporte hasta la atención en el hospital y entendido como cualquier cadena que si falla cualquier eslabón todo se complica. 

«Los pacientes con ictus, por ley, no pueden conducir durante el primer año que sigue el problema»

-El ictus es la primera causa de discapacidad en adultos, ¿qué secuelas son las más habituales en personas que han sufrido esta enfermedad?

-Todos los síntomas que son de alarma, que se presentan con la enfermedad, en caso de no revertir son defectos permanentes. Hay algunos muy evidentes y otros menos evidentes. No poder mover un brazo, una pierna, tener dificultades manipulativas… pero aparte de eso hay un porcentaje alto de pacientes que tienen problemas cognitivos debido al daño cerebral. Más dificultad de memoria, de atención… son secuelas invisibles pero extremadamente relevantes porque ponen en cuestión la capacidad de la persona.

Hay que tener en cuenta también que aquellos pacientes que sobreviven tienen cuadros depresivos y secuelas menores que condicionan el día a día. Algunas personas tienen miembros paralizados, problemas para tragar, incontinencia urinaria o, incluso, problemas sexuales. Además, desde el punto de vista práctico, los pacientes con ictus, por ley, no pueden conducir durante el primer año que sigue el problema. Si la discapacidad es muy importante pueden no volver a hacer y esto en cierta medida hace que se les coarte la libertad.

-¿Cómo es el proceso de recuperación de los pacientes? ¿De media, cuánto tiempo suelen estar hospitalizados?

-El abanico de secuelas puede ser muy grande. Algunos al tercer o cuarto día están completamente recuperados. Otros están en el hospital hasta que se determina la causa y pueden irse a casa. Sin embargo si hay una secuela importante eso prolonga mucho el proceso. Se ingresa en la planta de neurología, mientras que se resuelven las complicaciones que puede tener en fase aguda y luego se programa la rehabilitación donde intervienen muchos profesionales, desde fisioterapeutas, hasta logopedas, entre otros muchos. Eso dura mucho tiempo y varía en función del caso. Hay pacientes que tardan una semana en recuperarse y otros que la rehabilitación es de por vida.

- ¿Puede una persona que sufrió un ictus tener una recaída?

-Sí, la persona que sufre un ictus tiene más riesgo de tener otro en el futuro que la que no ha tenido ninguno. En estos casos, una de las labores es determinar la causa concreta. Algunos pacientes tienen ictus porque el corazón tiene arritmias, se generan trombos que se van a la cabeza y por tanto es fundamental anticoagular con un tratamiento. Otros van a tener una carótida que se tupe con los años debido a la hipertensión, el tabaco…, entonces por prevención se realiza una intervención quirúrgica. Si somos capaces de determinar la causa concreta y tratamos específicamente, el riesgo de que pase disminuye muchísimo. Generalmente, contando a todo el mundo, el riesgo de tener un ictus al año es de un 5%, pero varía en función de la causa.

-Podríamos hablar de una enfermedad silenciosa…

-Sí, los números son muy contundentes. Al año se diagnostican 120.000 ictus y 27.000 personas mueren por esta enfermedad en España. Por un lado, están los que no sobreviven y los que lo hacen en circunstancias no óptimas. En este último caso, hay diferencias dependiendo de la situación socioeconómica de cada uno. El sistema sanitario llega hasta donde llega y hay gente con capacidad económica que puede seguir tirando y otros se quedan ahí. Se produce una desigualdad que, por desgracia, no debería existir.

«En cualquier familia siempre hay algún caso de ictus»

-No obstante, se trata de una enfermedad que se puede prevenir. ¿Cómo se debe hacerlo?

-La prevención pasa por controlar los factores de riesgo, pero lo básico son dos elementos fundamentales y sobre lo que pivota todo lo demás: una dieta adecuada y ejercicio habitual. Sobre esa base se edifica una vida saludable. Hay veces que no puedes controlar el trabajo que tienes o la situación familiar, pero controlar esto ayuda a todo lo demás. También es muy importante eliminar factores tóxicos como el tabaco o el alcohol. La prevención pasa por controlar factores de riesgo. Así, y de acuerdo con la estadística de la Sociedad Española de Neurología, si controlamos los factores de riesgo posiblemente podemos disminuir un 90% el número de ictus, es decir, que un 90% se pueden evitar. 

Si miramos hacia el sistema sanitario como mejor manera de garantizar la salud nos damos cuenta que respecto a la prevención el servicio no es muy grande. Los factores individuales son relevantes y también los socioeconómicos. De la misma manera, la política pública tiene una trascendencia grandísima. Hasta qué punto esta cuida a su gente. En los últimos meses se habla de la subida de impuestos a la bebida azucarada y es algo muy importante porque disminuye la ingesta y por tanto ayuda a reducir la obsedidad infantil que es prácticamente una epidemia.

No obstante, todavía hay mucho por hacer y es crucial que la gente esté informada sobre esta enfermedad. Sobre qué debe de hacer ante esta patología porque en cualquier familia siempre hay algún caso y es fundamental atajarlo a tiempo porque puede cambiar radicalmente el futuro de una persona. A diferencia de un infarto miocardio con el que tienes un dolor que te alarma, con el ictus no y por tanto hay que estar muy atento a todos los síntomas y acudir al médico, no esperar a ver qué pasa, porque aquí el tiempo como nosotros decimos es cerebro.