Menos lluvias pero más torrentes y fin del cultivo de la faba: así será el calentamiento de Asturias

ASTURIAS

Iceberg iluminado en Groenlandia con imágenes que tratan de concienciar sobre el cambio climático
Iceberg iluminado en Groenlandia con imágenes que tratan de concienciar sobre el cambio climático FRANK SCHWARZBACHLIGHT ART EX

El último informe de Naciones Unidas sobre el cambio climático alerta del impacto sobre la población

05 mar 2022 . Actualizado a las 09:45 h.

En las próximas décadas, y ya nada puede remediarlo, el clima asturiano será más caluroso, lloverá menos aunque aumentarán los episodios de chubascos torrenciales. De cómo se aborde la reducción del calentamiento global dependerán si hay un escenario más o menos similar al tiempo actual de comienzos de siglo o si al terminar la centuria el Cantábrico será un mar más muerto, con menos especies, lo eventos extremos serán más constantes y cultivos tan tradicionales como el de la faba pasan serios aprietos para seguir siendo posibles en los valles del Principado.

La semana pasada, en más de 3.000 páginas concienzudamente detalladas, el Panel de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas publicó un informe, Cambio Climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad, que pinta un panorama desolador para el conjunto del planeta y también, lógicamente para Asturias. «Este es el sexto informe, ya se han hecho muchos trabajos y son 30 años publicando, así que no se refiere sólo a las proyecciones de futuro sino los eventos que ya han ocurrido, muchas cosas que se decían ya se han convertido en realidad», explicó el catedrático emérito de Ecología de la Universidad de Oviedo, Ricardo Anadón quien indicó que, en el peor de los casos, de mantenerse a actual ritmo de emisiones la Asturias de fin de siglo «tendríamos 7 grados más de media en verano, y unos 4 más en invierno, un aumento que hay añadir a las medias actuales». En la década pasada, Mieres registró una máxima de 38 grados ¿podría llegar a alcanzar los 45?

Lo constatado ya, según recalcó la viceconsejera de Medio Ambiente y Cambio Climático, Nieves Roqueñí, es un aumento constate de las temperaturas de la comunidad desde finales de los 70 del pasado siglo: «Según datos de AEMET, entre 1975 y 2020 Asturias se ha visto afectada por 13 olas de calor, de las que casi la mitad se han registrado entre los años 2003 y 2017, y ninguna con anterioridad a 1981. Las proyecciones climáticas muestran un aumento de la intensidad y frecuencia de estos episodios de temperatura extrema, a los que nuestra región presenta una alta vulnerabilidad por su elevada tasa de envejecimiento».

Pero junto a impacto en las personas, también hay un añadido sobre la agricultura, y así la viceconsejera indicó que «los cambios fenológicos, es decir los períodos de floración y maduración, seguirán afectando al cultivo de frutales y kiwis; la faba es uno de los más vulnerables, y las nuevas condiciones climáticas, con una reducción notable en los días de helada, pueden favorecer nuevos cultivos subtropicales».

Muchas personas se resisten a asumir que hay cambios efectivos en el clima y en días, como los de esta semana, con aguaceros intensos sobre Asturias, mantiene el mantra de la normalidad de los fenómenos. Pero hay una reducción registrada de la pluviosidad en la comunidad y además el calentamiento global puede tener un efecto paradójico y muy peligroso: desaparecerá la humedad constante que tiñe de verde al Principado para dejar paso a episodios puntuales con descargas torrenciales que terminan por provocar riadas e inundaciones. 

Así Anadón explicó que los desbordamientos de ríos, que se conocen en Asturias, pueden sufrir un cambio radical «porque hace tiempo se daban por una coincidencia de deshielo y lluvia intensa». Ahora la nieve en las montañas en mucho menor «y las estaciones de esquí europeas por debajo de los 2.000 metros tienen los días contados». El experto apuntó que «cuanta más temperatura tenga la atmósfera, más agua puede transportar» y serán más frecuentes episodios extremos como la tormenta de nieve Filomena. En Asturias «el problema es que si lleva mucho tiempo sin llover, la tierra está reseca y, si de repente en un día caen 200 litros, esa agua no penetra en el suelo sino que va como escorrentía superficial, puede subir hasta 12 centímetros, y eso arrastra suelo, arrastra bienes y en los sitios que están humanizados se ha concentrado mucha población» que puede sufrir esos daños. Puso como ejemplo la vega de Olloniego, que es el área natural para sufrir un desbordamiento del río, «y se ha construido un polígono industrial». Si aumenta el nivel del mar, las áreas costeras, que también concentran mucha población, también se verían afectadas.

Para el conjunto de España, el informe de Nacionales Unida advierte de que la costa del norte es una de las que más aumenta temperaturas, con una pérdida de población de especies de algas autóctonas que podrían ser sustituidas por invasoras subtropicales; y también alerta por el impacto de los incendios forestales, sobre la flora y sobre el terreno. Al sur de la cordillera, ya son muchos los lugares de España que padecen serios problemas de falta de agua. Si la proyección es menos acuciante para Asturias no deja de ser, con todo, preocupante. «La previsible reducción de la disponibilidad de recursos hídricos en Asturias, producida por el descenso en las precipitaciones y de la escorrentía, así como por el incremento de la evapotranspiración consecuencia del aumento de la temperatura media, han llevado a la Demarcación Hidrográfica del Cantábrico Occidental a considerar en su Plan Hidrológico 2022-2027, actualmente en elaboración, una contracción de las aportaciones previstas del 11 % para el horizonte de 2039», dijo Roqueñí.