Ignacio Villaverde: un rector no se improvisa

Ana Rosa Argüelles Blanco REDACCIÓN

ASTURIAS

El rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde
El rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde Tomás Mugueta

23 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Querida compañera o compañero, miembro de la comunidad universitaria, toma tu café u otra bebida más potente si la hora y/o la ocasión lo merece y siéntate a leerme unos minutos. Gracias por tu tiempo. Me gustaría hablarte sobre el rector, sobre algunas de las aptitudes que a mi juicio requiere el cargo y sobre la persona que lo ha venido desempeñando estos últimos años. También me dirijo a ti, ciudadana o ciudadano que estás interesado en la Universidad de Oviedo, especialmente si alguna vez has cursado en ella estudios porque el candidato al que voy a referirme tiene especial empeño en que continúes sintiéndote una parte importante de tu alma mater, con la que mantener una relación por tiempo indefinido y en recíproco beneficio.

Seguro que ya tienes alguna opinión formada sobre Ignacio Villaverde Menéndez, porque lo conoces de forma más o menos directa o por la imagen que de él se ha creado en el imaginario colectivo, no siempre justa. Me apetece darte a conocer la mía, construida a base de compartir con él, de forma muy cercana, diferentes vivencias, pero sobre todo tareas universitarias, que son las que aquí y ahora interesan.

Nuestro rector tiene que dirigir una organización para la que actualmente prestan servicios más de 3.700 personas; unas 2.148 como personal docente e investigador, 1.078 como personal de administración y servicios, 496 como personal investigador. Una plantilla propia de una gran empresa, que impone respeto, con colectivos sujetos a diferentes normas, con derechos, obligaciones, cometidos y expectativas de muy variada índole. Es un universo muy complejo el de la universidad, pero, en todo caso, tenemos como horizonte común contribuir a la mejora de una gran comunidad de la que podemos sentirnos orgullosos.

Por ello, un buen rector (o rectora, pero esta vez no es el caso) tiene que ser un líder. El jefe te impondrá sus decisiones, si es preciso conseguirá de forma autoritaria que las cumplas; el líder compartirá contigo su visión, te inspirará con su ejemplo o te apoyará para que encuentres tu propia solución a los problemas, ayudándote a crecer como profesional. Lo he dicho hace algunos días en una red social y quiero recordarlo aquí: Tuve la suerte de colaborar con Ignacio Villaverde, mi querido Nacho, durante varios años, cuando él fue el secretario general de la Universidad de Oviedo y yo su vicesecretaria. No se comportó nunca como mi jefe, sino como mi compañero y mi amigo. Trabajamos codo con codo y corazón con corazón, compartiendo bromas y sonrisas hasta en los momentos más complicados. Tiene un arte increíble para ello, para hacerte sentir bien.

Esos años me dieron la oportunidad de comprobar de primera mano que es un magnífico director y gestor, puedo afirmarlo de manera rotunda. Es difícil sostener otra cosa y quien lo hace es porque no ha tenido la suerte de conocerlo bien. Yo la he tenido y por eso siempre le estaré agradecida, me ha dado mucho en lo profesional y en lo personal. Es ese líder que anima a su equipo, que comparte con generosidad su tiempo, su esfuerzo y también su cariño. Que te estimula, empatiza contigo y trata de desarrollar tu potencialidad, empleándose a fondo para ello. Con las ideas muy claras, pero siempre dialogante y dispuesto a escuchar las ajenas y a adoptarlas si se le ofrecen razones o argumentos convincentes para ello.

Nadie es insustituible, pero hay personas a las que resulta más difícil relevar con éxito. E Ignacio Villaverde es una de ellas, por muchas razones. Su conocimiento de la Universidad y sus necesidades es de una gran extensión y profundidad. Me limitaré a recordarte los cargos de ámbito general que ha desempeñado en nuestra querida institución académica, además del antes citado: vicerrector de Coordinación, Comunicación y Relaciones Institucionales, secretario del Consejo Social y, finalmente, Rector desde 2021. Todas estas condiciones le han hecho, por cierto, estar en contacto con los principales agentes sociales (patronal y sindicatos mayoritarios) y actores, incluidas administraciones y empresas de nuestra comunidad autónoma, así que conoce bien sus preocupaciones, intereses y previsiones sobre hacia dónde debe avanzar la Universidad de Oviedo. Se me antoja que ha sido con unos y con otros un buen interlocutor y un excelente representante de la institución universitaria.

¿Formas parte del PTGAS (personal técnico, de gestión,de administración y servicios)? ¿Qué buscas en tu Rector? Imagino que, sobre todo, alguien que respete tus derechos y condiciones de trabajo, que esté abierto al diálogo, que tenga un estilo de dirección colaborativo y así lo trasmita al resto de miembros del Consejo Rectoral y al conjunto de su equipo. Que valore lo que aportas a la institución para la que trabajas. Que no rehúya —antecedentes tenemos— la negociación con la representación del personal. Y que escuche también a quienes defienden a tu colectivo en los órganos de gobierno de la Universidad. Respecto a lo primero, «barro para casa»: en la Facultad de Derecho nos forman para conocer las normas y aplicarlas. Así que, aunque sé que las administraciones también han sido y son en ocasiones fuente de irregularidades, yo me quedo más tranquila si al timón de esta nave continúa alguien que conoce muy bien el Derecho público, pero también el privado, gracias a experiencias laborales fuera de la Universidad, como Letrado del Tribunal Constitucional (asignado, por cierto, a mi admirada María Emilia Casas Baamonde, laboralista como yo, quien tras ser magistrada fue luego su Presidenta) o como Director de los Servicios Jurídicos del Ayuntamiento de Gijón. Con respecto a su estilo de dirección, estoy convencida (por ese tiempo juntos en Secretaría General, ya que el carácter es algo innato y fijo) de que son muchas las personas que destacarían su amabilidad en el trato y buen talante; y pocas quienes recuerden haber escuchado de él malas palabras o visto un mal gesto.

¿Eres profesor o profesora? Me dirás que todo lo anterior está muy bien, que necesitamos un buen gestor, pero que también te interesa el perfil docente e investigador del candidato, que de otra manera no te sentirías representado/a por él. Te podría confundir el relato sobre los cargos variados que Ignacio Villaverde ha desempeñado. Pero lee un poco sobre él también fuera de este artículo y conocerás que su condición de trabajador infatigable y de universitario integral hasta el fondo de sus entretelas ha hecho posible que no haya descuidado en ningún momento esas facetas. Sabes a dónde recurrir para encontrarte con un abrumador número de publicaciones, así que baste aquí un dato: ha conseguido compaginar esa labor de gestión —incluso el tiempo fuera de la Universidad— con la obtención de seis sexenios, uno tras otro, sin desconectar por sus responsabilidades como gestor de su disciplina académica. Esto me parece a mí que poco se destaca y es muy difícil de lograr.

Y también me parece destacable, por cierto, esa alianza que ha conseguido entre «familias universitarias» tradicionalmente enfrentadas en unos tiempos en que, por desgracia, en la sociedad y en la política se extreman algunas posiciones y parece disfrutarse con la confrontación en lugar de buscar el respeto y la calma. Por cierto, me congratulo de que se muestre públicamente orgulloso de su profesorado, aunque sin caer en la autocomplacencia: «Somos muy buenos en docencia, pero debemos preguntarnos si podemos ser mejores», dijo en su acto de inicio de campaña. De nuevo, la actitud del líder.

¿Me olvido de ti, estudiante? Pues no, todos los rasgos característicos de Nacho Villaverde antes comentados y muy especialmente el de que sea una persona tan cercana te beneficiarán. Ha estado siempre atento a la expresión de intereses y preocupaciones por parte de tus representantes, cuya cuota de participación en los órganos de gobierno ha incrementado en los nuevos Estatutos; y, en particular, ha reactivado el Consejo de Estudiantes, ha creado una interesante Mesa del Estudiantado, que permite canalizar vuestras demandas a los vicerrectorados. Y manifiesta de forma constante su preocupación por tu empleabilidad (échale un vistazo a la web del programa Herramientas para el empleo TalentUO que se ha puesto en marcha bajo su mandato, si no lo conoces: https://www.unioviedo.es/talentuo) y por fomentar tu capacidad de emprendimiento.

En fin, gobernar la Universidad de Oviedo requiere, además de voluntad y compromiso, una gran capacidad de liderazgo, gestión y decisión. Que solo con el tiempo y la experiencia se va adquiriendo y perfeccionando. Por consiguiente, un Rector no se improvisa. Un Rector será mejor si ya conoce previamente, desde diferentes cargos y variados órganos el terreno en el que va a moverse, a los interlocutores que va a tener, sus diferentes intereses y cómo lograr complicados equilibrios. Y también, si sabe ser valiente para tomar algunas decisiones difíciles, impopulares, que a algunos perturbarán por su situación particular pero que son adecuadas para el interés general, que siempre ha de ser el prevalente, máxime en una entidad pública. Sin esa valentía para introducir cambios, la sociedad no avanza y la universidad tampoco. Ignacio Villaverde tiene el liderazgo, la experiencia y la valentía; continuemos avanzando con él. Para ello confío en que tú también vayas el 25 de abril a depositar en la urna la papeleta que lleva su nombre.

*Ana Rosa Argüelles Blanco es catedrática de Derecho del Trabajo.