«El texto y la voz son el centro de nuestras canciones, pero con una música sabrosa»

J. C. Gea REDACCIÓN

CULTURA

Ismael Piñera y Montse Álvarez, Mona
Ismael Piñera y Montse Álvarez, Mona

El dúo Møna presenta este fin de semana en Gijón y Oviedo su primer álbum, «Entretiempo»

25 nov 2016 . Actualizado a las 08:33 h.

Estuvieron en primera línea de la eclosión musical gijonesa de unos 90 que ya quedan algo lejanos -él, en Tommy Crimes; ella, en Nosoträsh-, pero nada ha podido alejar a Ismael Piñera y a Montse Álvarez de su amor por la música ni del mismo impulso que les movió entonces. Cada uno por su lado, con sus proyectos más o menos personales, ha seguido en ello todo este tiempo, hasta que los azares de la burocracia educativa puso juntas sus respectivas tazas de café en un mismo instituto asturiano. Al amor de esos cafés se fue gestando Møna: un proyecto peculiar que acaba de plasmarse en Entretiempo, un álbum autoeditado que se presenta este fin de semana en Oviedo (La Salvaje, viernes 25) y Gijón (sábado, 26), y en Madrid (Museo Cerralbo, 20 de enero). El disco viene envuelto en una exquisita carátula obra de la pintora y también música asturiana Helena Toraño.

-Inmediatamente uno piensa en tiempo atmosférico, pero es más aún tiempo vital: estados de gente corriente atrapada en distintos tipos de «entretiempo», finales y principios, situaciones ambiguas, sin definir, fantasmagóricas… ¿Hay algo de eso o chocheo?

-En absoluto (el chocheo). El entretiempo es ese periodo extraño entre dos estaciones en que uno nunca sabe muy bien qué ponerse, y nos parecía una imagen ideal de algunos estados anímicos de los que habla el disco y que consisten precisamente en eso: en finales que se alargan en exceso, en principios que no acaban de empezar por más que asomen en el horizonte… Por otro lado, el reparto por estaciones (primavera, verano…) surgió de manera muy natural como un modo de estructurar las doce canciones, y además ese año «musical» venía a coincidir al dedillo con el año real, del verano del 2015 al verano del 2016, que empleamos en escribir, grabar y ajustar el repertorio final del álbum.

-La portada de la pintora Helena Toraño hace pensar en pop, y es pop, pero con mucha melancolía, incluso con amargura, como en esa tremenda Basta. ¿Envoltorio delicado para asuntos algo más serios?

-No pretendimos nunca ponernos demasiado estupendos, pero es evidente que, desde el punto de vista anímico, en el disco se abordan a veces cuestiones no muy «pop», si asociamos superficialmente lo pop con lo directo, lo colorido, lo alegre… O bien es que hacer pop con cuarenta y pico años va de eso, precisamente.

-En todo caso, son canciones claramente narrativas. ¿De dónde vienen sus  historias?

-De experiencias propias y ajenas, del día a día, del amor y el odio, de planes que fracasan y nuevos planes que se inventan… Hay buenas dosis de autobiografía pero también de biografía novelada, y anécdotas algo tontorronas e insípidas como las que inspiran Vagabundos (el hecho de bajar la basura un domingo, nada menos) o Blanco fácil (un resbalón cualquiera un día de lluvia) reconvertidas, para la ocasión, en posibles metáforas de algo menos evidente.  

-¿Cómo se les ocurrió pensar, por cierto, en Helena?

-Ismael conoce a Helena porque colabora en directo y en estudio con su grupo Los Bonsáis, y ambos somos muy fans de su trabajo. Al principio, cuando sacamos el primer EP, quisimos ante todo rodearnos de gente conocida y dejarlo todo en un plano muy familiar, por eso recurrimos a ella. Además, el trabajo plástico de Helena tiene también, por debajo de la apariencia pop, un punto de misterio muy evocador que nos parecía perfecto para el álbum. Y no nos ha defraudado: la portada, la contra, los infinitos detalles… es una preciosa obra de arte.

 -¿Cuánto queda del candor y la energía de aquellos inicios en los noventa? ¿Qué es lo principal que (musicalmente o no) creen haber aprendido desde entonces?

-Pues creemos que todo. Hay tanta o más ilusión (o directo candor) en el hecho de sacar adelante, en estos tiempos, un trabajo autoeditado. Es inevitable que hayamos aprendido mucho técnica o musicalmente desde entonces, pero la edad también ayuda a «desaprender» y volver a la casilla de salida con las mismas ganas de entonces. Así que, por nuestra parte, la energía musical no se destruye, sólo se transforma y de ahí nace Møna.

-¿Cómo llegaron desde allí hasta Møna? 

-Después de cerrar los proyectos iniciales de ambos (Montse con Nosotrash, Isma con Tommy Crimes), ambos seguimos más o menos intermitentemente activos. Isma lanzó Marienbad, grupo con el que editó tres álbumes, Montse componía canciones o colaboraba en bandas como Rubén, Joselito y los Nenos de Brasil… Entre tanto, coincidimos trabajando en el mismo instituto y, de las charlas docentes, pasamos poco a poco a las musicales; y de la barra de café, finalmente, al estudio de grabación.

-Da la impresión de que existe una enorme compenetración creativa entre ustedes. ¿Cómo trabajan, cómo componen, quién se ocupa de qué?

-Existe, y la descubrimos por casualidad, de hecho cuando empezamos a quedar en el estudio fue una de las cosas que más nos gustó, lo bien que nos llevábamos musicalmente hablando, entre otras muchas cosas que compartimos. Trabajamos aprovechando nuestro tiempo libre y con todo tipo de vías:, teléfono, grabaciones de móvil, ideas en servilletas, anotaciones hechas en el coche de camino a casa... Creemos que el trabajo en letras y música está equilibrado, hay canciones completas de uno y de otra, hay canciones retocadas por una y por otro…hacemos un buen equipo. Ismael se ocupa además de toda la parte técnica: grabación, mezcla… y hace pinitos con los vídeos o los banners. Montse se reserva el papel de «tía buena del grupo».

-Su sonido tiene algo a la vez muy «casero», aparentemente sencillo y muy primoroso, pero se adivina mucho mimo y muchas capas detrás, en la producción. ¿Qué sonido buscan y cómo han grabado el álbum?

-Pues las baterías se grabaron en casa de Montse (donde podíamos hacer algo más de ruido, porque vive en las afueras) y el resto en una pequeña habitación en casa de Ismael. De tocar las baterías se encargó Mario Recio, y del resto de instrumentos, nosotros. El fundamento de la mayor parte de las canciones es la guitarra acústica, pero no nos pusimos cortapisas a la hora de introducir todos los arreglos imaginables (percusiones, guitarras eléctricas, banjo…) que pudieran redondear la «atmósfera anímica» de las canciones… sin recurrir a sonidos digitales salvo en el caso de los teclados. El objetivo final siempre ha sido preservar la centralidad del texto y la voz, pero al mismo tiempo consolidar una mezcla «sabrosa» que pueda degustarse, en efecto, en múltiples capas.

-Las canciones están salpicadas, aunque muy discretamente, de referencias literarias, mitológicas, cinematográficas… Les sale el «profe» al hacer música.

 -…puede. O a lo mejor es que le sale el «profe» a nuestra propia conciencia, que sabe de sobra que, a la hora de la verdad, ninguna experiencia personal es verdaderamente individual, y ya ha sido codificada infinitas veces en otros muchos textos. Las referencias, en este sentido, las entendemos más como un gesto de modestia que de pedantería.

 -¿Y las musicales? ¿Quiénes son sus santos patronos y patronas?

 -A estas alturas de la vida la banda sonora de cada cual es muy amplia y no necesariamente coincidente. Montse tiene, por ejemplo, una cultura musical vastísima, ecléctica y nada prejuiciosa. Ismael es más tozudo en sus referencias básicas. La suma de ambas bandas se complementa, en este sentido, muy bien.

-¿Cómo tienen pensados sus directos? ¿Los dos en amor y compañía, músicos de apoyo, algún tipo de ambientación…?

-Principalmente, hasta la fecha hemos actuado en formato de dúo acústico. Sin embargo, para las presentaciones hemos recuperado la banda que reunimos hace un año exacto para presentarnos: Fernando Medrano al bajo, Miguel Ángel Álvarez a la guitarra y Mario Recio a la batería. Montse lleva un montón de cacharros (percusión, xilófono, melódica…) e Isma cambia la acústica por la eléctrica. En este sentido los ensayos han sido todo un reto, porque el disco no está grabado pensando, ni mucho menos, en una banda básica/clásica, y ha habido que reajustar en busca de soluciones simples a arreglos complejos. Y, la verdad, estamos contentos con el resultado y expectantes por su recepción.