En Rioseco, entre hórreos y guitarras

Belén Suárez Prieto RIOSECO

CULTURA

Israel Sastre y Mike Vergara.Israel Sastre y Mike Vergara
Israel Sastre y Mike Vergara Esther Lafuente

Crónica de cómo la música une inauguraciones y desayunos solidarios y alía a personas con coraje

10 dic 2016 . Actualizado a las 18:02 h.

Una pareja de buenos amigos abre un restaurante en la capital del concejo de Sobrescobio, Rioseco, al pie del parque natural de Redes. El restaurante se llama La Marquesina del Alba, y allá que nos fuimos el jueves último, a celebrar el dogma de la concepción sin mancha para contradecirlo, y nos juntamos un buen número de personas, amigos, amigas, guitarras, cables y mesas de sonido.

Entre hórreos y galerías y brochetas y croquetas y fabada y vino y sidra y cerveza, un escenario pequeñín y unas guitarras de pie, esperando, obedientes, apoyadas, obedientes, para que alguien las coja, se las cuelgue y haga ese gesto, ese movimiento tan característico de la afinación…

Fuimos a La Marquesina del Alba porque nos invitaron David y Laura y porque hay que ir a estar con la gente que se busca la vida y que lo celebra, porque hay que ir cuando hay coraje para llamar, porque hay que dar y recibir refugio, porque nos gusta celebrar y juntarnos. Fui a La Marquesina del Alba por un puñado de razones y porque sé lo que es tener coraje para llamar y dar y recibir refugio.

Música, guitarras, cables entre hórreos y galerías y croquetas y fabada y sidra y mucha gente.

Comer, beber, amar. Los desayunos que un grupo de personas damos cada mañana en la cervecería Ca Beleño, en Oviedo, siempre que hay colegio e instituto, se acaban definitivamente dentro de unos días. Un grupo de personas de los desayunos cenaremos juntas en Nochebuena, tener coraje para llamar, en Rioseco, atardeciendo, llevo dos muñecas, nuevas y muy bonitas, que me han donado para la cena de Nochebuena, porque hay una nena, nuestra comensal más veterana, a pesar de tener solo 6 años, la vimos crecer, la vemos crecer porque ahora nos enseña las encías desnudas, nuestra querida nena que quiere una muñeca con pelo, que quede claro, con pelo, y anocheciendo guardo las muñecas, diez minutos después de que Israel Sastre, persona sin la cual este Oviedo de hoy no se entendería, gran chamán del movimiento alcayata que cada noche de jueves se reúne en la entrada del Museo de Bellas Artes de Asturias, me enseñe la muñeca que él donará, primorosa, con un gorro, y, entre hórreos y galerías y sidra, ese señor, con toda la barba, me enseña en el desorden de un maletero la muñeca.

En los desayunos de cada mañana, las vidas pueden ser durísimas. Un niño duerme al raso porque no quiere estar en el lugar en el que vive, que es donde debe estar. Viene a desayunar y come seis magdalenas, aviso a la policía porque el niño va a estar mejor donde debe, mejor que al raso en otoño y hablamos, hablan con él, entre magdalenas y leche caliente y canciones.

Cuando se van la policía y el niño hay una canción, en la voz de un hombre grande en la música y sufriente, contradictorio e imperfecto en la vida, manchado para contradecir el dogma, un hombre real, como reales son los desayunos, como reales son las galerías antañonas en Rioseco. Una canción que no es de ese hombre, pero es lo mismo, porque es un hombre que convierte en lingotes del oro más puro las canciones que pone en su voz, inoculando emoción, verdad, grandeza. Cuando se van la policía y el niño, Johnny Cash canta. Cuando Johnny Cash canta, nos convertimos en estatuas de sal para escuchar esa voz atormentada y que abraza.

Hay canciones en los desayunos y hay canciones en La Marquesina del Alba y estoy charlando distraídamente con dos amigas cuando, de pronto, escucho una voz y una guitarra que hablan de canciones de libertad y allí, entre hórreos y galerías y sidra, la redención en las canciones, me acerco, y está el músico Mike Vergara tocando y cantando Redemption Song, himno de Bob Marley que canta Johnny Cash cuando la policía se lleva a un niño que duerme en la calle, porque está mejor protegido, porque él pide el amparo a su manera, y allí, en ese trocín de vida, en Rioseco, en La Marquesina del Alba, vuelven los desayunos que se acaban, las personas que sufren y sudan y sangran y hacen sufrir, y Mike Vergara sigue diciéndonos que todo lo que tiene son canciones de redención y también lo dice Israel Sastre, que antes me enseñaba una muñeca y ahora hace los coros.

Y solo hay una canción escrita por un hombre enfermo, que suplica canciones de libertad y nos da canciones de redención, canciones para digerir que un niño duerme en la calle y para esperar que pueda salvarse. Solo hay una canción en Oviedo o en Rioseco, en el Ca Beleño o en La Marquesina del Alba, en Johnny Cash o en Mike Vergara, en Israel Sastre y su muñeca.

Solo hay canciones y darse ayuda y tener coraje para llamar y juntarse. Solo hay canciones para la súplica vana de la redención, en la afortunada, sufriente, verdadera y maculada imperfección.