Héctor Tuya, tras diez años de espera

Belén Suárez Prieto OVIEDO

CULTURA

Héctor Tuya.Héctor Tuya
Héctor Tuya Iris Benítez Rosales

El músico ovetense comienza a presentar su primer disco en solitario con un concierto de Navidad en la sala La Salvaje

27 dic 2016 . Actualizado a las 12:59 h.

Parece una buena noche para ir a un concierto la noche del 25 de diciembre, del día de Navidad, después de reuniones familiares, encuentros y desencuentros, resulta un buen plan ir a ver a Héctor Tuya a la sala La Salvaje, en Oviedo, la noche de Navidad, a La Salvaje, cada vez más cuajada como sala de conciertos.

Hay que ver a Héctor Tuya en su concierto de Navidad, reunirse con los amigos que vuelven a casa, juntarnos en La Salvaje, para escuchar las canciones de un disco que lleva diez años en gestación y que, al fin, Héctor ha parido. El disco se llama La caja negra y son doce canciones. Y no estamos ante un estreno, nos dice Héctor desde el escenario, es un preestreno, habrá estreno más solemne algo más adelante, pero ya empiezan a asomar los discos, con un diseño sobrio y elegante y una lista larga de agradecimientos y reconocimientos.

Héctor Tuya, voz, guitarras, con Sil Fernández, en el bajo y en los coros; Sergio Pevida, en la batería, y Mike Vergara, en el teclado y en los coros. Banda sólida y solvente. Músicos jóvenes, pero que acumulan talento, rodaje en toda clase de escenarios y, ya, actitud veterana.

(Las pruebas, por qué las pruebas, por volver a ver a Cristina Gestido, que se acerca con su viola; porque Mike Vergara, sin avisar, se pone con Life on Mars).

El escenario está vestido con cuadros de Israel Sastre y la sala está llena. Héctor vuelve, con disco propio, después de estar en Babylon Chat y después de irse, vuelve tras irse, a vivir fuera, a colaborar en la música de otros, a producir en Bailén, 37.

Héctor Tuya, con el preestreno de su disco, y otra vez en un sótano para escuchar canciones, empieza el rito, tan conocido, tan igual, tan distinto cada vez, de la participación en lo común, de las letras, las voces y las notas, de las cuerdas, la percusión y las teclas.

Y en un concierto de iniciación, otra vez, Héctor repasó una a una, excepto una, las canciones de su disco, y volvió a su huracán de Neil Young, y sonó el rock and roll más clásico. Y Cristina Gestido tocó la viola en Frío en el cielo, y aquello se pareció un poco a Irlanda, a las tabernas y la cerveza. Y hubo Amor fou, que es la canción con la que el disco comienza, con letra del poeta Ángel Guache. Hubo blues, hubo mucho blues, hubo mucho blues, Héctor hace canciones llenas de blues y es cuando Héctor con la guitarra y Mike con el teclado se convierten en hombres de blues.

También Mi generación, para Samuel González, Tomás y los Demás, para muchos, el primero en irse.

Canciones, relatos de lo que nos mueve, de lo que nos conmueve, nada nuevo y siempre como principiantes, el amor, el desamor, la pasión y todas sus fases, las que nos hacen subir, las que nos hacen bajar.

Quisiera destacar dos de ellas.

Una es Lis en el tejado, que Héctor presenta como el corazón del disco, que es una canción con un hermoso comienzo y que, además de Lis, la actriz principal, les resultará muy familiar si alguna vez han trasnochado en Madrid, si han deambulado, si conocen Madrid al alba sin haber dormido… Es una canción evocadora, muy evocadora de ese Madrid frío, trasnochador, entrañable, en el tejado.

La segunda canción no estuvo en el concierto, es la que cierra el disco y la única que Héctor Tuya y su banda no interpretaron. Se llama El veneno.

En el disco, dos voces, Héctor Tuya, claro, la voz principal. Y Mike Vergara, en los coros.

Es tarde, tengo que escribir las últimas líneas de esta crónica de un concierto y tengo que acabar con la única canción del disco que no estuvo, pero escribo, y, como es de noche, son las últimas líneas y la última canción, y las voces de Héctor y de Mike, que conozco bien.

¿Convienen conmigo en que el rock and roll cumple su función cuando decidimos llevarnos una de sus canciones a la cama?