Jesús Puras enfría el «alarmismo social» sobre el prerrománico

J. C. Gea REDACCIÓN

CULTURA

Captura en 360º de San Julián de los Prados
Captura en 360º de San Julián de los Prados

El restaurador asegura, respecto a las pinturas murales cuyo estado más preocupa, que «urgentes, solo hay cosas puntuales», y que la actuación prioritaria es sobre los edificios

10 mar 2017 . Actualizado a las 07:47 h.

«Las prisas, en restauración, no son buenas consejeras, y menos en la restauración de elementos históricos que son piezas patrimoniales únicas». Lo sostiene, casi a modo de axioma, quien en las últimas tres décadas ha trabajado más a conciencia en algunas de esas «piezas únicas», encuadradas en el singular conjunto del prerrománico asturiano; pero también lo recuerda para aplicarlo en concreto a la alarma suscitada en los últimos días en torno a la situación de las pinturas murales en edificios como Santullano, San Miguel de Lillo y San Salvador de Valdediós. Frente a lo que considera «alarmismo social», para el restaurador Jesús Puras Higueras, «urgente, lo que se dice urgente, solo hay cosas puntuales», como los paneles desprendidos del paramento en San Miguel de Lillo y, más en concreto «el panel de la figura entronizada». «El resto», asegura, «está en vías de solución».

«No es cierto que las cosas estén tan mal ni sean tan desastrosas. Es un constante trinar que todo está mal y que hay que intervenir en todo desde hace muchos años. Pero en cada edificio hay situaciones distintas y problemas distintos; no es lo mismo una iglesia en zona urbana que una en zona rural, no tiene sentido generalizar», tranquiliza el restaurador madrileño afincado en Piloña, por cuyas manos ha pasado -entre otras muchas joyas del patrimonio asturiano- al menos media docena de las englobadas en el legado prerrománico.

Valdediós y Santullano

Así, por ejemplo, considera que en Valdediós el problema no es acuciante porque se emprendieron consolidaciones puntuales de las zonas «más preocupantes» en 2013. Ahora urge resolver en el templo «problemas de humedades de capilaridad y de confinamiento, porque falta ventilación y evaporación»; una situación que se resolvería con «un diseño de aperturas en los vanos que procure ventilación e impida la entrada de murciélagos y otras aves».

En Santullano la situación es distinta, con la proliferación de «inflorescencias salinas que están yendo en aumento». La solución, según Puras: el estucado. «Pero socialmente no está bien visto, como no lo está tampoco políticamente, así que se acaban pasando la patata unos a otros». Sobre este edificio, remite al informe de tres tomos en el que -afirma- «ya dijimos todo lo que había que hacer, aunque no gustó a determinados políticos del momento y se metió en un cajón». Frente a ello, el restaurador considera que el Instituto del Patrimonio Cultural «no ha tomado las soluciones necesarias porque no sabe cuáles son exactamente».

Edificios, no pinturas

En esa línea, insiste Puras en una recomendación que ya casi le «aburre» reiterar: el verdadero problema no está en la intervención en las pinturas sino en los edificios. «Hay que aislarlos de las infiltraciones acuosas y la contaminación atmosférica; si no, intervenir exclusivamente en las pinturas no solo será inútil sino incluso contraproducente». El restaurador advierte que no es precisamente un enfoque el suyo que compartan «organismos y empresas que están muy interesados en poner la pica en Flandes por intereses económicos y profesionales». Y ahí lo deja.

Jesús Puras cree que es doblemente peligroso «caer en las prisas en tiempos de crisis y con presupuestos escasos», una situación en la que es importante «que Asturias no pierda las competencias que ya tiene a causa de los recortes económicos que impone la crisis». Pide sobre todo que, en ese contexto de alarma creciente y dinero menguante, «no se caiga en experimentaciones que pueden causar situaciones irreversibles». Algo que puede ser muy dañino en un ámbito como el de la restauración de patrimonio singular, en el que «cada caso requiere su estudio pormenorizado» y en el que «una vez que se plantean soluciones, siempre tienen que ser reversibles».

Alude con ello a actuaciones, en particular, del Instituto del Patrimonio Arquitectónico de Asturias con las que se muestra crítico, como tratamientos a base de «mineralizaciones irreversibles que cambian la composición del aglomerante» que «copian, por esnobismo, lo mismo que hacían los italianos, que siempre han sido los pioneros en estas cosas, ya en los años 60, y que ya fue polémico en aquel momento».

En resumen, concluye el restaurador, tantos años después de las primeras actuaciones sobre el prerrománico, «todo me suena a lo mismo».