«El futuro pasa por el ahorro y la eficiencia energética y por un mayor uso de las renovables»

E.G. BANDERA GIJÓN

ACTUALIDAD

Juan Carlos Aguilera, director de la Fundación Asturiana de Energía (FAEN).Juan Carlos Aguilera, director de la Fundación Asturiana de Energía (FAEN)
Juan Carlos Aguilera, director de la Fundación Asturiana de Energía (FAEN)

Juan Carlos Aguilera, director de la Fundación Asturiana de Energía (FAEN), asegura que las futuras tendencias energéticas pasan por modelos de economía social y colaborativa, por la fabricación 3D o la irrupción de nuevos materiales

30 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Para el director de la Fundación Asturiana de Energía, Juan Carlos Aguilera, la evolución del consumo de energía en Asturias ha estado sometida a numerosas variaciones desde 1995. Cita los cambios productivos, los ciclos económicos, los cambios tecnológicos del sistema eléctrico peninsular, las restricciones de operación, el incremento de infraestructuras o los cambios normativos «con una regulación ambiental cada vez más exigente». 

 -Todos esos elementos dificultan el análisis del consumo de energía…

-Hace que sea muy complejo establecer comparaciones homogéneas entre los niveles de consumo de energía primaria y final de los diferentes años, debiendo analizarse tendencias o tomando la información como base para la previsión de necesidades futuras.

-¿Cuál es la situación en comparación con otras comunidades y con el conjunto de España?  

-El consumo por habitante está condicionado por muchos factores: la facilidad de acceso a la energía, el tamaño de la población, el ritmo de crecimiento económico, el volumen y tipo de industria. Precisamente estos últimos factores en Asturias contribuyen significativamente a que el valor obtenido no sea comparable con el obtenido en otras regiones o a nivel nacional o europeo. Los consumos de energía primaria y final per cápita alcanzan valores muy superiores a las medias del país, pero esto no significa que el comportamiento o la actividad desarrollada en Asturias sea más ineficiente energéticamente, lo que se puede comprobar tomando indicadores sectoriales como el del transporte. 

-¿Cómo ha afectado la crisis a la producción y al consumo de energía? 

-De las estadísticas se pueden extraer indicadores que reflejan la correlación entre los niveles de consumo de energía y los ciclos económicos, con los repuntes o bajadas de la actividad en cada momento. Quizá el acusado cambio registrado entre 2007 y 2010 con una reducción anual media del consumo de energía del 6% sea un claro ejemplo de esa correlación. Más allá de 2010 se ha producido una situación dispar en función del indicador que se analice. El que con mayor acercamiento se correlaciona con la actividad interna de la región es el consumo de energía final, que tiene unas variaciones significativas en una banda de un menos 2%. El efecto de la crisis económica se trasladó a las cifras de consumo interno y en la misma medida a buena parte de las importaciones energéticas regionales, que sin embargo se recuperan antes en la medida en la que también se genera actividad fuera de la región.

-¿Y en el caso de la producción de energía primaria regional?

-Representa un caso diferente. Con una capacidad de generación con renovables creciente entre 2000 y 2007 y una producción de carbón pactada, la producción primaria se redujo una media anual del 4%. El mismo entorno trasladado al período 2007-2010, daba como resultado un crecimiento medio anual del 8,6%. Desde el 2010 hasta 2015 se han unido diferentes efectos que ha dado lugar a un cambio sustancial de las condiciones normativas en las que se desarrolla la producción de energía (fundamentalmente el sector eléctrico y el del carbón), que condicionan las cifras finales.  

-¿Por dónde pasa el futuro? 

-El sector energético está en la base de la actividad humana y cualquier aspecto de nuestras vidas va a tener influencia sobre cómo se vaya a desarrollar el propio sector energético en el futuro. Y en Asturias tendrá que responder a los mismos retos que en el resto del mundo, con las particularidades de nuestro territorio, pero se trata de un sector que cambia con relativa lentitud porque es intensivo en capital y el desarrollo de infraestructuras y soluciones no se puede abordar a corto plazo. El modelo energético vendrá condicionado por decisiones a nivel nacional y por los compromisos que España adquiera en el seno de la Unión Europea, además del desarrollo legislativo regional. Los desarrollos normativos ya acordados indican que, bajo las premisas fundamentales de seguridad y calidad del suministro energético, sostenibilidad y competitividad, se tenderá hacia mercados energéticos integrados a nivel de la Unión Europea, hacia la optimización del uso de recursos energéticos mediante soluciones de ahorro y eficiencia energética, hacia un mayor uso de energías renovables, tanto en el sector eléctrico como en otros sectores energéticos (transporte o climatización), y hacia una gestión más especializada de las instalaciones a través de empresas de servicios energéticos.

-¿Cómo influirá la expansión imparable de las tecnologías de la información y la comunicación?

-Desde el punto de vista tecnológico, marcarán nuevos desarrollos productivos y de servicios, facilitando el crecimiento de soluciones de la industria 4.0 y la aparición de nuevos modelos de producción y de gestión ligados y derivados del análisis de datos, así como de los requerimientos de ciberseguridad que de ellos se deriven, influyendo todo ello en la necesidad energética territorial.

-¿Cuáles son las tendencias desde un punto de vista económico?

-Los modelos de economía social o de economía colaborativa, el desarrollo de la fabricación 3D o la irrupción de nuevos materiales influirán significativamente en buena parte de la industria y de la actividad económica, así como en la forma de generar empleo y la necesidad de formación, y como consecuencia en el sector energético.

-¿Cómo afectarán esos cambios a los consumidores?

-Desde un punto de vista social, tanto a nivel local como a nivel global, los cambios de usos sociales y los generacionales condicionarán la demanda de servicios, la concentración de la población en ciudades (smart cities y smart citizens) y la concienciación o la formación determinarán nuevas exigencias y formas de consumo, que a su vez influirán sobre un nuevo modelo energético.