Vox quiere una España que no existe

César Casal González
César Casal LAS CLAVES DEL 23J

ELECCIONES 23J

El líder de Vox, Santiago Abascal, en rueda de prensa.
El líder de Vox, Santiago Abascal, en rueda de prensa. Borja Sánchez Trillo | EFE

En España no hay abono para el extremismo del partido de Abascal, que ha perdido 600.000 votos y bajado tres puntos

26 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Todos los votos son legítimos, pero los tres millones que apostaron por Santiago Abascal, si de verdad querían lograr un cambio en el Gobierno, arruinaron el resultado. Feijoo logró 8 millones de votos, suficientes para aguantar y afrontar un futuro como líder de centro derecha, tras la victoria más amarga. Sánchez protagonizó la derrota más dulce, a la espera de Puigdemont. Vox dice que fue Feijoo el que se cargó la mayoría con su apelación al voto útil. Aseguran sus analistas que esa llamada les hizo perder escaños en Sevilla, Tarragona, Albacete, Burgos o Baleares. No es exactamente así. Si la fuga de papeletas al PP hubiese sido más completa estaríamos hablando de unas cifras espectaculares para los populares, similares a las mayorías absolutas de diez y once millones que tuvieron Aznar y Rajoy.

La amenaza de Vox es el mayor incentivo para movilizar a la izquierda. España no es de izquierdas. Esa leyenda se cae. En este país han gobernado Zapatero y Aznar, por ejemplo, presidentes bien dispares. Vox no solo le quita votos por la derecha al PP, además su programa y su forma de actuar anima al máximo la participación de la izquierda. Esa es la segunda parte del problema. La primera es que, mientras haya dos papeletas por la derecha, el PP no logrará otra mayoría absoluta. La segunda es que Vox seguirá provocando que el voto progresista se mueva hasta el último ciudadano que no quiere volver a la España que proponen los de Abascal, un país que no existe desde hace mucho. España es felizmente diversa. En el PP lo saben. En Vox, no.

Abascal quiso aparentar moderación. El líder de Vox, Santiago Abascal, sorprendió en el debate a tres, no solo por aludir tanto a la voladura de presas. Buscó simular un papel de moderado que no coincide para nada con la oferta que hace su partido en el programa y con sus manifestaciones mucho más radicales en el calor de los mítines. Vox quiere que desaparezca la España de las autonomías, aunque entra y quiere entrar en los gobiernos autonómicos. Vox busca la involución cultural en pleno siglo XXI, donde cualquier ciudadano tiene acceso desde su móvil a todo lo bueno y lo malo que hay en el mundo. Censurar el Orlando de Virginia Woolf en el 2023 es una barbaridad. Solo ha servido en estas elecciones para darle argumentos al rival. Retirar banderas arco iris es incomprensible. Una sociedad nunca viaja hacia atrás, por mucho empeño antidiluviano que se ponga. No ser claros con la lacra de la violencia machista es increíble. Todos estos pasos atrás le costaron votos a Vox y al PP, y le sumaron votos a la izquierda.

Vox ha bajado y se hundirá más. Tratan de tapar el descalabro, pero han perdido 600.000 votos y bajado tres puntos. Y descenderán más. Han sufrido en Castilla y León, donde gobiernan con el PP. En Murcia, donde no apoyaron al popular Miras. Son irrelevantes en Galicia, Cataluña y el País Vasco y esa ruta seguirán. En España no hay abono para el extremismo de Vox. El 12 % que han logrado solo está por delante en Europa del 7 % que logra el voto ultra en Portugal. Están a la cola y aún irán a menos. Los fratelli de Meloni, que quiere entrar en el Partido Popular Europeo y que gobierna con un 26 % de voto, son corderitos que balan al lado de los exabruptos de Vox.