Íñigo Errejón: «Me disgusta la campaña del PSOE, porque el 27 tenemos que llamarnos»

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns A CORUÑA / LA VOZ

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MARCOS MÍGUEZ

Está convencido de que van a disputar varios escaños al PP y de que el cambio dependerá de los mayores y del rural

20 jun 2016 . Actualizado a las 15:27 h.

Eufórico por las buenas expectativas de «todas» las encuestas, Íñigo Errejón Galván (Madrid, 1983) aterrizó en A Coruña, mitineó, comió ligero y salió volando hacia la capital para preparar el debate a siete de esta noche. No se bajó de la nube en ningún momento.

-Con todos los respetos por usted, pero algunos echan de menos a Pablo Iglesias en Galicia.

-Él no está aquí por problemas de agenda, pero venimos mucho a Galicia.

-Como director de campaña, ¿varió la estrategia la encuesta que adelantaba el «sorpasso»?

-Nosotros y creo que la gran mayoría de la gente no ve esto como unas nuevas elecciones, sino como un desempate, porque los proyectos y los candidatos son los mismos, solo que ahora se decide entre dos polos, el conservador o el progresista.

-Y el ganador será...

-La posición en la que quedemos respecto al PSOE no es el dato importante. Entiendo el interés popular por esta circunstancia, pero lo fundamental es saber si hay una mayoría progresista que quiere el cambio. Técnicamente diré que somos nosotros los que estamos disputándole al PP escaño a escaño en cada provincia y los que más estamos aportando a ese cambio, si le hacemos caso a las encuestas.

-¿Se da cuenta de que estos días no se para de hablar del PSOE?

-Es que el lunes 27 el PSOE tiene que tomar una decisión que ha escatimado toda la campaña. Si apoya un Gobierno de cambio o si, por activa o por pasiva, deja gobernar al PP. Son ellos los que tienen que preguntarse qué quiere ser el PSOE en el futuro de España y, sobre todo, qué quiere su gente: y yo creo que su gente no comparte la dureza con la que nos tratan en campaña.

-¿Tan dañinos fueron los últimos seis meses?

-Me disgusta la campaña del PSOE, con palabras gruesas, porque el 27 por la mañana tenemos que llamarnos para conformar Gobierno. No estuvimos de acuerdo en algunas cosas, es cierto, y chocamos, pero con algunos miembros de la comisión negociadora se generó una relación de confianza y fuimos capaces de mantener un canal de diálogo incluso cuando todo estaba bloqueado.

-Alguna culpa tendría Podemos en el fracaso de la negociación.

-Creo que la ronda para intentar los acuerdos estuvo demasiado mediatizada, hubo una inflación de la información política cuando a veces no se movían tanto las cosas, y entiendo que esos procesos de negociación hay que trabajarlos y mimarlos más lentamente, sin vivir en un régimen de rueda de prensa permanente. Y luego está que nosotros nunca nos habíamos enfrentado a una situación así. Seguramente hay cosas puntuales que podríamos hacer mejor y también explicarlas de otra manera.

-¿Iglesias se excedió con la famosa rueda de prensa del reparto de ministerios?

-Nuestras formas también podrían cambiar, pero en esencia estoy de acuerdo con la propuesta que defendimos, porque lo que no pueden pensar los de la vieja política es que esto se va a resolver como antes, entregando tres competencias a pequeños grupos catalanes o vascos. El PSOE tenía 5,4 millones de votos y nosotros 5,1, y ahí debería residir el equilibrio del pacto. Tocan gobiernos de coalición, como en Europa.

-¿Qué va a cambiar para pensar que ahora sí se entenderán con los socialistas?

-Estuve en las negociaciones y el planteamiento que teníamos era distinto. El PSOE prefería avanzar en los temas sencillos y Podemos optó por ir a los nudos complicados desde el principio. Nosotros necesitamos a los socialistas, y lo decimos, pero son aquellos que no pueden responder a la pregunta de con quién quieren pactar los que están pasando más dificultades. Desde el primer momento se sabía que esta campaña era una encrucijada, pero no es un momento puntual, esto es para una década o más, y el ciudadano tiene derecho a saber a qué partido vota, pero también a qué gobierno.

-Habla como si esta vez estuviera todo el pescado vendido.

-Hablo con la cautela que hay que tener con las encuestas, pero a diferencia de diciembre, esta vez todas coinciden en el reparto de porcentajes. Eso sí, con 1.500 entrevistas para toda España no puedes saber de qué lado caen los escaños, y estoy seguro de que estamos peleándonos con el PP por muchos. Un pequeño movimiento en cada territorio puede ser grande en España.

-¿Qué esperan ustedes de Galicia en estas elecciones?

-Estas elecciones se van a decidir en las provincias menos pobladas y con personas mayores. En los centros urbanos y entre los jóvenes ya caló el cambio político, así que serán los mayores y los núcleos rurales los que inclinarán la balanza.

«Beiras es un referente, pero no siempre tenemos que coincidir»

El número 3 de Podemos por Madrid tiene poco tiempo y hay que elegir entre hablar de Venezuela -«eso lo hacen los partidos que están en apuros», dice- o Galicia.

-¿Les ha costado definir el cartel de su mitin gallego por aquello de los equilibrios?

-Lo importante no es quién está en el escenario, o quién habla, sino la gente que está en la plaza. No son marcianos, son ciudadanos defraudados, abstencionistas, nuevos votantes, gente que era del PSOE e incluso del PP.

-¿Por qué no incluyeron a nadie de En Marea en su cartel electoral de Unidos Podemos?

-Es verdad. De todas las confluencias, en Valencia, en Cataluña y en Galicia, En Marea es la más coral y evidencia que el ecosistema político gallego es más plural y más complejo que en el resto de España.

-¿Quién es su líder de referencia en Galicia?

-En Galicia hay muchas caras: está Xulio Ferreiro, que para nosotros es claramente un referente, pero hay más: Antón Gómez-Reino, Alexandra Fernández, Ángela Rodríguez, Yolanda Díaz... Ellos prefirieron no tener que elegir a uno y lo respetamos.

-En su «dream team» político están Yolanda Díaz y Beiras, que no se tragan.

-Sí, sí... Le tenemos mucho respeto a Beiras porque creemos que es un referente histórico en Galicia, pero no siempre tenemos que coincidir en todo lo que se dice. A veces el trabajo de tejer candidaturas en común tiene dificultades.