«El PSOE es probablemente la organización que más se parece a la ciudad de Gijón»

J. C. Gea GIJÓN

GIJÓN

José María Pérez, portavoz del PSOE en Gijón, en la Casa del Pueblo.
José María Pérez, portavoz del PSOE en Gijón, en la Casa del Pueblo.

El presidente de la gestora y portavoz municipal socialista repasa el siglo y cuarto de existencia de la agrupación más veterana de Asturias

03 dic 2016 . Actualizado a las 08:26 h.

El 4 de diciembre de 1891, doce años después de la fundación del PSOE, se constituía bajo la presidencia de Manuel Sobrino la primera agrupación socialista de Gijón. El partido celebra esa efeméride, sus primeros 125 años exactos, mañana domingo con una comida en el Hotel Villa de Gijón a la que asistirán el presidente autonómico y secretario general de la Federación Socialista Asturiana, Javier Fernández, el presidente de la Fundación Pablo Iglesias, Alfonso Guerra, y el portavoz municipal del PSOE y presidente de la gestora que desde el pasado febrero rige los rumbos de la Agrupación Socialista de Gijón, José María Pérez. Con él, La Voz repasa el significado de ese primer siglo y cuarto de existencia.

-¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza, como militante, cuando echa la mirada atrás y piensa en esos 125 años?

-Una historia de sacrificio y esfuerzo de muchas personas para convertir unos anhelos de transformación de una realidad que les era ingrata, contraria en muchos casos a causa de las desigualdades brutales que había, en respuesta concretas a esos problemas de los vecinos de esta ciudad. La sensación de estar en una organización que ha sido muy útil para la transformación de Gijón y para poner a esta ciudad en condiciones de tener un futuro mejor.

-¿Y como dirigente, como responsable del partido?

-La coherencia y la responsabilidad con lo que ha sido la historia de los socialistas en Gijón a lo largo de esos 125 años. Ves que determinadas reivindicaciones que se están planteando ahora van en la misma dirección, incluso en algunos casos buscan resolver problemas que no se habían resuelto en el pasado, y que los propios socialistas habían denunciado a los gobiernos de turno: la integración social, la eliminación de las desigualdades, la mejora en la educación, la atención social y sanitaria de la ciudad, su transformación… Temas que han sido una constante a lo largo de los 125 años en los que PSOE ha tenido algún papel en la vida de la ciudad, especialmente de 1979 para acá. En los primeros programas del siglo XX, cuando el PSOE accede a las instituciones, ya aparecían algunas de estas reivindicaciones, que han ido evolucionando, pero ante las que hemos mantenido la coherencia por lo que respecta al compromiso social, a la responsabilidad de eliminar y combatir las desigualdades y de buscar soluciones, daptándola, claro, a las circunstancias de ahora, que no son las mismas que las del siglo XIX. Pero la raíz del problema sí lo es. Por ejemplo, la malnutrición infantil y los comedores. Buscando programas electorales de principios del siglo XX ves que era una preocupación que los socialistas planteaban corregir con la acción del ayuntamiento. Quien aborda esas soluciones son los ayuntamientos democráticos liderados por el PSOE; y en este contexto, en el de 2016, seguimos hablando de la necesidad de reforzar desde el ayuntamiento los programas de apoyo a las familias en las escuelas porque vemos que es un elemento que puede acrecentar la desigualdad que viven esas familias hoy. Eso por poner solo un ejemplo.

-En términos digamos más sentimentales, más emocionales, ¿qué implica esa mochila de 125 años?

-Compromiso y responsabilidad. Esas dos cosas. Como organización, vamos formando una gran cadena, somos eslabones que enganchamos con ese pasado más reciente y tenemos que buscar el eslabón siguiente para transmitirlo y que eso pueda seguir evolucionando. Vistas con perspectiva, te das cuenta cómo las cosas van pasando de unos a otros sin huecos, no hay vacíos: hay momentos oscuros, no del PSOE, sino de este país, desde que empieza la guerra civil hasta que vuelve la democracia, pero incluso en ese periodo hay continuidad, aunque una parte importante sea en el exilio. Pero hay otra parte aquí, que hace que, cuando vuelve la democracia, el PSOE aparezca con un protagonismo y un peso específico en la vida gijonesa que es el que todo el mundo conoce y el que hemos vivido. Y además, la responsabilidad que da la herencia de muchos hombres y mujeres que a lo largo de estos 125 años pagaron con su propia vida la defensa de unas ideas y unos valores que siguen vigentes, y que habrá que actualizar lógicamente, pero siguen siendo los mismos, como las causas que motivan esas reivindicaciones siguen siendo sustancialmente las mismas: la desigualdad, los problemas de integración social, los que afectan al mundo del trabajo… Hoy en un contexto globalizado, radicalmente distinto, pero con esa misma esencia.

 -¿Es eso en esencia lo que quiere decir hoy «socialista»? ¿Es lo mismo que quería decir hace siglo y cuarto?

-Exactamente lo mismo, con esa connotación de que hay que ir adaptando respuestas concretas a situaciones concretas. Porque, al final, ¿cómo combates la desigualdad? ¿Le sigues dando limosna al pobre para que siga siendo pobre, o con programas para que esas personas en situación de exclusión puedan acceder a las mismas oportunidades y a los mismos recursos que quienes no están en ella? Estamos reclamando eso, y que la lucha por la desigualdad no sea la del asistencialismo o la caridad, sino la solidaria, en la que se ayude a esas personas a mejorar su situación y se elimine la causa que las motiva.

-¿Qué puede haber de específico y distintivo de la Agrupación Socialista gijonesa respecto a otras... si lo hay?

-Todas compartimos básicamente un mismo ideario, y una manera de ver y entender la sociedad. Luego, hay elementos singulares que se corresponden con la idiosincrasia de cada localidad. Esta es una ciudad que tiene un espíritu ácrata muy asentado, y ese espíritu ácrata trasciende a todas las organizaciones, y a nosotros nos afecta como cualquier otro. A la derecha de esta ciudad, creo que le afecta bastante también (risas). Es muy transversal. Y luego hay otro elemento: las mujeres; la presencia de las mujeres y el activismo de las mujeres dentro de la organización, que es evidente y muy notorio desde el 79 y los ayuntamientos democráticos, pero que ya existía en las etapas anteriores. Es algo que tiene seguramente conexión con el carácter industrial de la ciudad, y el hecho de que muchas de esas industrias de principios del siglo XX tenían una participación activa de las mujeres. Es una seña que distingue el partido en la ciudad de otras agrupaciones.

 -¿Qué han aportado ellas precisamente a su historia de partido?

-Hay una frase que utilizaba mucho Paz Fernández Felgueroso, que era eso de «ver la ciudad con ojos de mujer»; enriquecer así la visión que el PSOE tenía de lo que pasaba en Gijón. El hecho de tener muchas mujeres contribuía a que eso tuviese una presencia que de otro modo no tendría en el discurso y la respuesta de los socialistas. Pero también, a transmitir algo que dijimos en muchas ocasiones y se ha ido demostrando a lo largo de el tiempo: que el PSOE, en su diversidad y en su pluralidad -porque no es una voz unánime en todo afortunadamente- es probablemente la organización que más se parece a la propia ciudad, a lo que es Gijón y el carácter de los gijoneses. Y eso supone que haya discusión, que haya controversia, que se utilice también eso del «pero gijonés», que es también un invento de Paz: todo está bien, pero… hay algo. Esto también es consustancial al PSOE. Incluso en las épocas de gobierno y con buenos resultados electorales, siempre había un pero. Ese pero de «hay que hacer algo para mejorarlo, está bien hecho, pero no es bastante, hay que avanzar».

-Un partido «feminizado», pues, pero no en el sentido que hemos oído esta semana.

-Efectivamente (risas).

-Hablando del espíritu ácrata, Gijón históricamente no era una ciudad de hegemonía socialista. El anarquismo tuvo más raigambre aquí. ¿Qué fue lo que sucedió en el momento clave en el que se restaura la democracia y el PSOE cobra un protagonismo histórico? ¿Qué pasó entre la ciudad y el partido?

-El de las primeras elecciones democráticas, era un momento, apenas cuatro años después del fallecimiento de Franco, con una Constitución recién aprobada y una sociedad con un tejido democrático débil porque acaba de nacer, de aflorar. Había una gente que venía de la clandestinidad y otra que venía del exilio, pero la sociedad no estaba especialmente estructurada. Pero había ilusión y ganas de que las cosas cambiasen, un cambio que en lo nacional se concretó poco después con la victoria socialista de 1982. El PSOE, en Gijón, se presenta en aquel momento como una organización muy nueva, muy joven. De hecho muchas de aquellas personas eran tan jóvenes que siguen en activo todavía, siguen siendo relativamente jóvenes en este contexto -algunos que fueron concejales cumplían los 18 años poco antes de serlo-, y que fueron capaces de conectar con una parte de la ciudad que, sin ser socialista de carnet ni probablemente de sentimiento, al menos en el inicio, sí veían en aquel partido y aquel grupo de gente una respuesta a esa demanda de cambio. Y esos primeros años, empiezan luego a notarse en las cosas más visibles.

 -¿Por ejemplo?

-La ciudad no tenía calles. Eran problemas básicos que parecían extraños en una ciudad que estaba desarrollándose. Yo vivía en El Coto desde los cuatro años. Donde vivía, General Suárez Valdés, la calle que subía al cuartel no estaba asfaltada ni tenía aceras, como las perpendiculares. Había que hacer la ciudad. Había que rematar una ciudad que estaba por hacer. Y esa primera acción fue muy visible. La gente empezó a ver calles y aceras. Empezó a ver una ciudad-ciudad, no una ciudad con calellas. Y luego, en la parte social, en la parte cultural: demostrar que se podía, desde el ayuntamiento, impulsar la vida de la ciudad, no solo hacer calles. Eso fue enganchando con personas y colectivos ciudadanos que fueron viendo que lo que había era una idea de hacia adónde tenía que ir la ciudad, un proyecto, y que ese proyecto merecía la pena.

-¿Cuál cree que ha sido la aportación más destacada del PSOE a Gijón, eso que esta esta ciudad no hubiera tenido con otra hegemonía política en aquellos años?

-Si miras del 79 hacia atrás y del 2011 hacia adelante, hay elementos -no hablo de democracia, sino de manera de gobernar la ciudad- hay personas que estaban al frente de ella que están como para la gestión del día a día, sin ningún proyecto ni orientación especial sobre adónde tiene que ir la ciudad -ya se resolverá, le corresponde a otros-, y sin ningún proyecto singular que arme esa gestión. Lo que pasa desde el 79 hasta el 2011 es justo lo contrario: que empiezan a ponerse encima de la mesa proyectos, una idea de adónde queremos ir, y piezas para ir armando ese proyecto de ciudad. El futuro siempre está por llegar, y si no estás preparándote, nunca vas a estar en condiciones de aprovecharlo. Esa capacidad, esa visión, y la de compartirla, discutirla, consensuarla con los agentes sociales y el grueso de la ciudad, creo que es la principal seña de identidad del PSOE aquí, lo que explica que haya ganado elección tras elección durante tantos años; porque, incluso el año en que la derecha llega a la alcaldía, en 2011, quien gana las elecciones es el PSOE.

-En los años de gobierno socialista de Gijón hay dos tiempos muy marcados: hasta 1987, y a partir de ese año. ¿Qué sucedió en ese punto de inflexión?

-Aquí hay un equipo humano que desde el 79 al 87, con ciertos cambios, está en la dirección de la ciudad en el gobierno municipal. Digo «con cambios» porque en la última época de José Manuel Palacio se produjeron tensiones en el gobierno municipal y en el seno del partido, por diferencias en el criterio sobre cómo abordar ciertas cosas. Una parte de esos jóvenes que habían sido el motor del cambio en la imagen que proyectaba y las cosas que se hacían, son los que plantean la conveniencia, dentro de la propia organización, de pasar de esa fase de urgencias, de atención a lo inmediato, a buscar personas que puedan empezar a pensar en esto otro de lo que hablas. Y ahí es donde aparece el nombre de Areces y donde se toma una decisión, en una asamblea en la Universidad Laboral: que la candidatura del 87 fuese la de Areces y no la de Palacio. No era una enmienda al pasado, sino un paso adelante. No tanto un viraje. Cuando no tienes ingresos, lo principal es comer y tener un techo; cuando empiezas a tenerlos, empiezas también a plantearte otras cosas. A medida que se fue resolviendo lo básico, se necesitaba visión para empezar a mirar cosas nuevas y construirlas sobre la base de lo primero, sin pasar página respecto a lo anterior, sino de seguir avanzando en esa dirección. En esa etapa toma el relevo ese equipo de jóvenes que en buena medida siguen dentro del gobierno, o son colaboradores activos de todo ese proceso, y otras personas que se van incorporando al proyecto del PSOE.

-Mirando hacia fuera, la relación de la Agrupación Socialista gijonesa tampoco ha sido siempre una balsa de aceite con las del resto de Asturias. ¿Cuál ha sido el papel y su peso histórico en el contexto asturiano?

-Hablo de lo que conozco más directamente, como militante, en los últimos casi 30 años. Había una confrontación de opiniones e ideas entre una visión más tradicional del partido básicamente «obrerista» y otra que entendía que, además de eso, había que incorporar a una capa de clase media, cada vez mayor, que se sentía progresista y tenía ideas y valores equivalentes a los socialistas, y que de alguna manera tenían que ser los que marcasen el devenir de la vida política en este país, en la medida en que esa clase media se iba extendiendo a capas cada vez más amplias de la población. Esa confrontación, geográficamente también se veía dentro del partido. Las posiciones más tradicionales estaban en las Cuencas mineras, pero no solo en ellas, y la otra posición estaba más centrada en núcleos urbanos como Gijón, Avilés, parte de Oviedo e incluso agrupaciones rurales. Eran visiones distintas en matices, en cuanto a la estrategia que el partido que tenía que seguir; no tanto respecto a lo que tenía que hacer en cuanto a programas o papel en las instituciones. Esa diferente visión de la estrategia a seguir la puedes ver hoy con actores distintos, en una discusión más de la estrategia sobre cómo abordar los retos que en las medidas concretas que hay que abordar.

-¿Qué aportó Gijón a aquel debate?

-Por ejemplo, defendió aumentar la participación interna de los militantes era uno de esos debates de los 90, en el que Gijón tenía una posición digamos beligerante a favor de aumentar ese nivel, frente a otros que defendían mecanismos más tradicionales. O el debate en la relación con los movimientos sindicales, porque el PSOE nace en un momento y la UGT después, pero siempre hubo un vínculo, en el sentido en que llegó a ser obligada la doble afiliación. En un momento determinado, deja de serlo y puede serlo en cualquier sindicato; de hecho hay militantes en CC.OO o la USO. En esos debates, Gijón asumió un papel de ir más allá, de reclamar un espacio propio y un avance.

-Fueron debates no solo con otras agrupaciones o la FSA, sino también marcadamente internos…

-Sí, el debate estuvo también en el seno de la propia agrupación. No era una voz unánime; ninguna agrupación lo es. Todo está entreverado. Pasa hoy exactamente igual. En muchas ocasiones, la Agrupación gijonesa no ha estado en la mayoría, por decirlo así así, pero siempre ha participado de una manera u otra en la vida política regional. De hecho, el PSOE tuvo un primer presidente, Pedro de Silva, gijonés; un segundo, Trevín, que sin ser militante de Gijón era de Gijón y tenía y tiene mucha vinculación con la ciudad; Tini Areces, también de Gijón, y el actual, que también lo es. No es que hayan sido presidentes porque sean de Gijón o lo haya planteado Gijón, pero es evidente que algo quiere decir.

-Haga autocrítica. ¿Cómo y por qué se llegó a 2011 y la pérdida del gobierno municipal? ¿Dónde estuvo el punto de inflexión, la pérdida de ese entendimiento con la ciudad del que hablaba?

-No se puede hablar de la presencia del PSOE en Gijón y en su protagonismo en la ciudad separándolo de lo que es la evolución del PSOE en el ámbito estatal, y menos en este periodo democrático. Nuestro comportamiento electoral suele ser mejor en el ámbito municipal de lo que es la media nacional, incluso en las generales solemos estar por encima de la media nacional, pero la evolución es bastante pareja. Cuando el PSOE en el ámbito estatal está muy bien, está muy bien en el ámbito local, y normalmente sucede a la inversa, aunque con excepciones. En Gijón, la agrupación ha tenido a veces problemas; «problemas» en el sentido de enfrentamientos, conflictos. No quiero endulzarlo ni dramatizarlo: los tuvo. La elección de Areces en 1987 fue uno de esos momentos que generó muchas tensiones. Mucha gente entendía que las cosas se habían hecho bien desde el 79, y que para qué cambiar: otra decía que se podían hacer mejor, y que había que cambiar. De entonces acá, esas diferencias de visión siempre han existido, y eso es bueno que se produzca. Para eso están los partidos, no para que alguien levante la mano y los demás lo sigan.

-Sin el rodeo por Madrid o por asuntos internos, ¿podría ser más concreto sobre su sobre ese entendimiento perdido con la ciudad? ¿Hubo algo concreto que lo provocase? ¿O fue simple desgaste?

-No veo algo concreto que pueda decir con tanta claridad. Pero sí creo que cometimos un error, que además creo que no hemos sido aún capaces de resolver, que tiene que ver con la comunicación de lo que hacemos y por qué lo hacemos. Cuando planteas una solución a un problema, la que sea, la planteas por algo, como gobierno o como oposición. Y no hemos tenido la capacidad suficiente en muchas ocasiones de transmitir la razón por la que eso se hacía.

-¿Un ejemplo?

-Algo que está sobre la mesa y sobre lo que se van a ver las alegaciones: los planes de ordenación de la ciudad, que generaron una gran controversia en determinados ámbitos; legítima, porque puede haber gente que considere que quiere su prao para hacer la casa o para venderlo, lo que les dé la gana, es legítimo. Pero no fuimos capaces de explicar con suficiente claridad las consecuencias que esas demandas particulares pueden tener para el conjunto de la demanda de la ciudad. Porque si planteas un modelo de desarrollo de ciudad que se basa en hacer algo difuso, extenso, lleno de casas en todos los sitios, eso puede estar muy bien para quien vive en la casa, pero genera un problema de sostenibilidad económica y medioambiental que sufrimos todos, y que pagamos todos. Esa conexión no conseguimos en muchas ocasiones que se produjera, que se viese. Por el contrario, cuando impulsamos el Parque Científico y Tecnológico, ahí sí que los socialistas conseguimos que hubiese una mayoría social de la ciudad que lo entendiera y lo viese, con el escepticismo que sea, pero la gente sin generar oposición ni rechazo.

 -¿Y qué sucede a partir de 2011, por primera vez en la oposición?

-En el momento en que dejas de estar en el gobierno, tu presencia en sociedad no es la misma. No tienes la misma capacidad de hacer cosas. A veces la gente te empieza a contar problemas del ayuntamiento, te siguen responsabilizando, y les tienes que recordar que, aunque compartas lo que te dicen, tú no lo puedes resolver, puedes reclamar que se resuelva. La capacidad de resolución la tiene otro. Creo que tampoco hemos sido capaces de transmitir suficientemente a la ciudad que ese cambio de posición también supone un cambio en la manera de hacer las cosas. Y otra cuestión, que creo que es general, y que tenemos ser capaces de corregir en todos los ámbitos: debemos ser más permeables, tener más capacidad de integrar opiniones de personas expertas, de gente que se mueve en determinados ámbitos y que puede ayudarnos a enriquecer la visión sobre los problemas que tiene la ciudad. Eso nos va a ayudar a dar soluciones más adecuadas y a conectar mejor con sus problemas. Cuando estás en la oposición tienes tiempo para hacer cosas con más calma y detenimiento. Una de ellas, poder sentarte con gente que conoce lo que pasa en determinados ámbitos, que te puede dar información y su percepción de lo que está sucediendo, que puede tener o no afinidad política contigo, pero que comparte una preocupación respecto a la situación de la ciudad y una visión en cuanto a la necesidad de resolver ciertos problemas y ciertos lastres.

-Suena parecido a lo que sucedió según usted en 1979.

-Exactamente igual.

-¿En qué nombres cree que se pueden sintetizar los 125 años del socialismo en Gijón?

-Surgen con más fuerza los del 79 para acá, lógicamente. Estaría el núcleo de aquella primera ejecutiva, aquel grupo y su presidente, Manuel Sobrino. Su relevancia está en que no solo fundan la agrupación de Gijón, sino que además participan activamente en la creación de otras agrupaciones en Asturias. La FSA aparece unos cuantos años después. Es gente que actúa un poco como misioneros. Eduardo Varela viene del País Vasco, era vendedor de libros, y como él hay otros que vienen de otros sitios de España. Doce años tarda en constituírse la agrupación desde la fundación del PSOE, y las ideas van diseminándose poquito a poco. Hay una mujer, que no participa en la ejecutiva, pero que está, Teresa Olay, que de hecho está enterrada muy cerca de Varela. Después llega Vigil Montoto, que es el que luego funda el Sindicato de Obreros Metalúrgicos de Asturias, y pasa a ocupar cargos en el ámbito nacional en el PSOE, e incluso en la época de la República tiene alguna responsabilidad relacionada con la Seguridad Social y pensiones; están los primeros concejales socialistas, Isidro Díez de la Torre y Manuel Bayón, los primeros representantes institucionales, hace más de cien años, en 1911. Hay un primer alcalde socialista que no es José Manuel Palacio; es Ángel Martínez Pérez, en la República, dura muy pocos meses, entre febrero y abril de 1936, en un periodo en el que se suceden alcaldes con mandatos cortísimos.

 -¿Tras la guerra civil y en la clandestinidad?

-Los más conocidos son Marcelo [García] y Encarna [Vega]. Marcelo fallece hace un año como presidente de la agrupación. Y hay otros nombres: Paniceres, Garrio, Fidel García, Primitivo Vallina, los Castro, que son los que representan la continuidad del PSOE del 36-37 hasta el 79, y que se van dando el relevo los unos a los otros. Marcelo entra por ellos. Cuando él viene a Gijón no está afiliado al PSOE, se integra cuando llega aquí y entra en contacto con esta gente. Y luego, a finales de los 70, empiezan a entrar otras personas: Carlos Zapico, Francisco Villaverde, Sanjurjo, María José Ramos… y gente que venía de otros movimientos: PSP, movimientos cristianos, con gente como Severino Arias, gente que venía de la USO, Eleuterio Bayón, Herrera… Mucha gente, muy heterogénea. Sintetizar en cuatro o cinco es muy complicado. Pero si hubiese que hacerlo, podríamos hablar del primer presidente, de los primeros concejales, por lo que representan; de los represaliados, entre los que Marcelo es la figura más significativa, y con la llegada de la democracia, son muchísimos los nombres.

 -Cumplen años bajo una doble gestora, la nacional y la local. ¿Significativo?

-La situación orgánica de la agrupación de Gijón se produce por una situación que no tiene nada que ver con la situación del partido ni de las instituciones, sino con un tema personal de Santiago Martínez Argüelles [secretario general dimitido el pasado febrero] vinculado a una cuestión suya profesional. Es verdad que se produce la gestora nacional, y que eso lo altera todo. Y que se produce como un gobierno de tránsito porque toca hacer congreso. No sé será dentro de un mes, de dos o de cinco, pero se va a producir.

-Una situación que ha evidenciado otra vez divisiones muy vivas en la agrupación…

-Hay una cuestión que creo general, que todo el mundo comparte en una posición o en otra: la gestión de estas diferencias en estos últimos meses ha sido muy mala, como la manera en que se ha resuelto. Luego, cada uno pondrá los matices que quiera. En lo que yo escuché a los militantes que hablaron en la asamblea y lo que me dijeron personalmente, la coincidencia es, no unánime, porque eso es mucho decir, pero sí muy mayoritaria. El asunto está en cómo afrontamos la superación de esa situación y qué lecciones se sacan de esa situación para ayudarnos a evitar que se reproduzcan episodios similares, que transmiten una imagen pésima hacia el exterior y que generan mucho desánimo en el interior. Esa situación pasa porque se celebren los congresos -que toca celebrarlos- y que se elijan los máximos responsables de las ejecutivas en los distintos niveles, pero también que se haga en un proceso donde se hable de ideas y de soluciones, no ya para el PSOE, sino a los problemas generales que vive esta sociedad, y de la visión del PSOE de cómo afrontarlos. Si separamos una cosa de la otra, tenemos un problema. Las primarias de 2014 se hicieron justo después de una conferencia política, y entonces que el congreso discutiese de propuestas o de ideas no era tan necesario, porque acabábamos de salir de una conferencia política donde se había marcado el rumbo, y no precisamente para seis meses. Ahora, y visto lo sucedido, es evidente que eso hay que revisarlo y hay que darle forma, y hacerlo con reflexión, integrando no solo a toda la militancia, tengan la idea que tengan, sino también esas otras visiones de personas que pueden sentirse próximas a nosotros.

-Claro que ahora, también en terreno local, hay más competencia, partidos que se dirigen a los mismos caladeros.

-Es evidente. En esta situación hay algo que, visto además con más perspectiva, creo que tiene más razón de ser. Nosotros tenemos no solo que sentirnos orgullosos sino también aprovechar plenamente algo que estoy convencido de que es un activo: el hecho de que somos una organización que tiene identidad propia, que la tuvo siempre. Tenemos que seguir proyectando esa identidad. No necesitamos parecernos a otros, y menos cuando la obsesión de algunos en esta ciudad y fuera es ser el PSOE. Pablo Iglesias lo expresaba muy claramente cuando decía eso de que [Podemos] querían ser socialdemócratas, que Zapatero era el mejor presidente de la historia… En el fondo, aspiran a ser eso que el PSOE ha venido siendo, y nosotros no tenemos que parecernos a otros: tenemos que mostrar la identidad propia que tenemos en el día a día. Hablaba antes de la preocupación hacia dónde vamos. La discusión hoy es, sobre todo, cuál es la estrategia, y esa estrategia no puede pasar por dejar de ser lo que somos, porque entonces no seremos creíbles ni siquiera para los que en este momento lo estamos siendo. Necesitamos ampliar nuestra base, y para eso tenemos que consolidar lo que tenemos, no perderlo.

 -¿Cómo le gustaría, dentro de un año, celebrar el 126?

-Me gustaría tener una agrupación más viva aún de lo que está hoy, con más participación, con más voces positivas, en el sentido de que planteen propuestas, ideas, elementos para la discusión, y más enraizada aún en la vida de la ciudad.

 -¿Con usted como secretario general?

 -De procesos internos, ya sabe, no hablo nunca.