El frío siberiano se cuela en la sede vecinal de la Zona Centro

J. C. Gea GIJÓN

GIJÓN

Alumnas de pilates, con los abrigos puestos, en la sede vecinal de la Zona Centro
Alumnas de pilates, con los abrigos puestos, en la sede vecinal de la Zona Centro

Un embrollo burocrático entre el ayuntamiento y el ministerio de Industria deja por segundo año consecutivo sin calefacción el local de la Asociación de Vecinos «Jovellanos»

18 ene 2017 . Actualizado a las 15:40 h.

La ola de frío siberiano de estos días no solo se deja notar con fiereza en las calles. También puede morder en interiores. Y no solo es cuestión de tener la desgracia de haber caído en la pobreza energética; también puede pasarse frío a cuenta de delirios burocráticos que rozan el absurdo. Lo saben bien los muchos usuarios del local de la Asociación de Vecinos «Jovellanos» de la Zona Centro de Gijón en la calle Enrique Martínez, que llevan todo lo que va de invierno sin calefacción. Hacer tai-chi, pilates, cantar en el coro, recibir clases de inglés o, simplemente, atender los trámites vecinales: todo ello hay que hacerlo sin quitarse la ropa de invierno... y no por primera vez. Ya tuvieron que atravesar así, e incluso un par de meses sin luz, el invierno pasado. Y así acabarán este de no resolverse el embrollo en el que andan enredados con el ayuntamiento y el ministerio de Industria: un lío de papeles sobre el que nadie les responde desde el pasado octubre.

La situación es peliaguda. En resumen: no hay potencia suficiente para dar todos los servicios que requiere el local, el ayuntamiento no puede contratarla porque Hidroeléctrica del Cantábrico requiere el correspondiente permiso de Industria, y el ministerio no puede conceder la certificación mientras no revise la documentación sobre la instalación actual y dé su visto bueno. Una documentación que, al parecer, nadie encuentra por ningún sitio a pesar de que el bajo siempre ha sido propiedad municipal, primero como Oficina de Información Juvenil, después como Banco de Tierras y finalmente como sede de la Empresa Municipal de Vivienda, antes de ser cedido a los vecinos.

El último documento oficial de los técnicos municipales sobre el asunto confirma que todo está en orden en la sede vecinal, salvo el extravío de los planos requeridos. Apunta que hay algún tipo de documentación en poder de Industria que quizá podría solventarlo. Pero desde finales de septiembre, fecha de esa información, nada de nada. Las buenas palabras del concejal de Foro Manuel Arrieta en el último consejo de Distrito y el silencio de la concejala de Hacienda y Patrimonio, Ana Braña, que -se quejan los vecinos- «ni respondió». Aunque lo más inquietante, casi surrealista, sea la solución que apuntan los técnicos si el documento no satisface al ministerio: rehacer toda la instalación para poder tener el plano.

Actividades suspendidas

De ello se lamenta -naturalmente con el plumas puesto- Maite Cuevas. presidenta de una asociación que cuenta con 460 afiliados, socios «muy activos» que suelen hacer uso en su mayor parte de la sede vecinal para participar en la decena de actividades que se organizan en ella o para hacer alguna consulta o gestión, en un horario que a menudo alcanza las doce horas. Estos días, todos sin excepción llevan más ropa de la usual en un interior. E incluso los hay que no aparecen, obligando a suspender actividades cuya cuota ya habían pagado. «Si haces baile de salón o pilates se puede soportar el frío, pero no si tienes que tirarte al suelo para hacer yoga y meditar...», apunta Maite Cuevas.

No siempre fue así. El local de casi 330 metros cuadrados en dos plantas, cedido por el ayuntamiento hace unos siete años, tenía, si acaso, el problema contrario, con sus acumuladores funcionando a todo lo que permitían los 6.600 watios contratados a Hidroeléctrica del Cantábrico. Si en algo se rebasaba ese suministro, los interruptores generales de potencia adosados a los contadores contabilizaban el exceso, «se pagaba religiosamente, y santas pascuas». Así hasta el día en que, inesperadamente, empezó a hacer frio en los locales.

«Al principio pensamos que era una avería o un fallo, hicimos revisiones y vimos que no había nada mal», recuerda Maite Cuevas. En realidad, era un cambio de contadores del que no tenían noticia. La instalación de contadores inteligentes para todo el edificio alteró el sistema y ya no permitía exceder la potencia contratada; algo inevitable en un local que, sin contar calefacción, cuenta con 78 tubos fluorescentes y 74 halógenos y que alberga un cajetín con otras importantes instalaciones eléctricas municipales en su segunda planta.

La situación llegó a tal extremo que los locales se quedaron sin luz durante un par de meses el invierno pasado, hasta febrero, después de que se hicieran algunas modificaciones en el cuadro eléctrico. Entonces se pidió al gobierno local que se ocupase de la situaciòn, con el margen de un año, para no pasar otro invierno sin energía en la sede. Incluso se realizó una revisión completa y una nueva certificación de la instalación existente, que es la misma que siempre tuvo el local, y que estaba impecable. Pero sin la documentación original, Industria no daba el certificado. Y así, con extravíos, gestiones sin completar, silencios y olvidos, ha sorprendido la ola siberiana a los vecinos de la Zona Centro que siguen preguntándose, dando diente con diente, «en qué punto estamos, a quién recurrimos».

Y cuál será la previsión de la AEMET para el día siguiente, claro.