¿Quién está detrás del inmenso y criminal negocio de la venta de drogas?

OPINIÓN

Cocaína
Cocaína

02 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos días haciendo una caminata con mi perro me encontré con una Señora conocida, madre de familia, abuela, me conto algo que me dejo estremecido todo el cuerpo, sobre un problema que ella sufre directamente en su familia, como es el consumo de drogas por uno de sus seres más queridos y que hoy por desgracia no es la única madre, ni abuela, ni familia que pasa por esta dura situación, ya que hay miles de personas que viven con angustia y desolación el resto de sus vidas como consecuencia de la adicción a las drogas. 

Hoy quiero, desde este espacio de opinión, recordar a todas esas madres, abuelas, familias y afectados que sufren las consecuencias de la introducción de esta lacra en nuestras vidas, causando destrucción y muerte en muchas de las personas que la consumen.

Hay hechos que en nuestra sociedad no pueden pasarnos inadvertidos y por ello estamos obligados a esforzarnos en un mayor compromiso de sensibilidad social, el cual debe de ir más allá de la lógica preocupación que nos puede producir en estos momentos las convocatorias del botellón, o, que un fin de semana cualquiera se nos vaya un poco la mano por un exceso puntual. Hablamos de algo mucho más serio.

El excesivo consumo de drogas como la heroína y la cocaína `por parte de muchas personas en su mayoría jóvenes, no es un hecho casual, ni un problema individual o que obedezca a un desarrollo paralelo de las drogas blandas, si no que tiene unas características particulares vinculadas a intereses económicos y políticos.

Es un hecho tangible que en nuestro país y en otros muchos, el consumo de drogas como la heroína y la cocaína y otras de las consideradas menos agresivas, pero también dañinas se han introducido en sectores sociales a muy bajo precio, con la vista gorda de los responsables de orden público, creando una demanda, a la que posteriormente se irán imponiendo precios más elevados con lo que se obliga a vender o delinquir, creando un círculo cerrado imposible de romper.

Es por eso que nos debemos plantear el problema como algo que sufrimos directamente y que exige una demanda y una respuesta colectiva, denunciando las causas sociales que se mueven detrás del montaje de la droga.

Es necesario informar no tanto como se debe consumir, si no de los verdaderos efectos que produce, y la utilización que hacen los estados de su consumo y como elemento de destrucción de personas y movimientos que ponen en cuestión el orden establecido.

Se nos intenta hacer creer que los beneficiarios de tan inmenso mercado son los cuatro «camellos» que dependen de su consumo, cuando en realidad es que detrás existe una enorme mafia en la que se confunden: dictaduras militares, personas de importantes negocios, multinacionales, servicios de información con la complicidad de los estados, resultando que con el negocio de la venta de armas es el más rentable a nivel mundial.

El incremento en el consumo de todo tipo de drogas, pero sobre todo de la heroína y la cocaína surge, en un momento en que la sociedad está más en crisis, aprovechando el desconcierto ante la falta de perspectivas de un cambio social, el desencanto y la ingenuidad de los que creían en la democracia como solución a sus problemas cotidianos, creando un vacío que el marketing llena con falsas soluciones, entra las cuales el rey y la reina son el caballo y la coca, y la aparición de otras menos conocidas pero muy peligrosas y mortales también, como el Shabu  y el fentanilo, que empiezan a introducirse en el mundo a gran velocidad.

Es evidente que su desarrollo se da en las zonas más conflictivas: los barrios obreros de las grandes ciudades y sobre todo entre la juventud.

La manipulación de este fenómeno por algunos medios de comunicación, ha creado en la mayoría de la sociedad una psicosis de inseguridad y agresividad que se manifiesta en la exigencia de más policía y represión como única salida al conflicto, sin profundizar en las verdaderas causas que lo producen, haciéndonos creer que delincuencia y droga son los mayores problemas que sufrimos, ocultando otros más acuciantes como el paro y la precariedad o la falta de medios para hacer frente hoy a un nivel de carestía de la vida inasumible ya para millones de personas.

La falta de perspectivas para la juventud, la deshumanización que producen las grandes ciudades, la destrucción del medio ambiente y en el fondo la hipocresía de un sistema social en el que prima lo económico sobre las necesidades humanas, negando a amplios sectores sociales (juventud y parados) de lo mínimo para sobrevivir en una sociedad de consumo desenfrenado.

Es falso creer que la droga es una alternativa de vida, pues anula y controla al que es adicto despojándole de la capacidad de decidir por sí mismo, convirtiéndose en un instrumento en manos de quien suministra el consumo.

En este contexto es necesario denunciar también la actitud hipócrita de los estados al legalizar drogas igualmente peligrosas (alcohol, fármacos) y de mantener en la ilegalidad otras, con lo que se convierten en más caras, adulteradas y atrayentes.

La droga se convierte pues, en un gran negocio de personas muy poderosas que la manejan a gran escala por todo el mundo, convirtiéndola en dependencia para mucha gente y en un importante factor de desmovilización social, de insolidaridad y de empobrecimiento de las personas y provoca una justificación por parte de la sociedad hacia los aparatos del estado, qué actúan con mayor impunidad recortando las libertades de la ciudadanía.

Hoy lo que toca ante esta lacra social, es la exigencia de medidas seberas contra los que se enriquecen sin importarles el daño que producen a consumidores y familias, destrozando sus vidas.

Estamos ante un problema que necesita, comprensión, solidaridad y apoyo, porque nadie está libre en los tiempos que corren de verse en una situación así.