De la «i» a la «m»

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

04 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando un tipo se ampara en un intranscendente equívoco, cual es poner una «i» a un pseudónimo (¿por qué tantos se esconden?) que no la lleva, y que, además, subrayaba el acierto en el aserto de «guerra de clases», para vapulear al infractor…

Cuando ese tipo, en su desmesura, aventura que el infractor podría, con el criminoso antecedente de la inclusión de la «i», optar en el futuro por desinformar, manipular, ingresar en las aulas de los escombros de la posverdad (contra la que, bien al contrario, le resulta repulsiva y así lo hace saber en su columna), podría, el infractor, escribir nombres y apellidos en minúscula o en mayúscula, según le dé…

Cuando ese mismo tipo, en su réplica abusiva comete, en solo unas pocas líneas, cuatro errores, tres de ellos en forma de faltas ortográficas…

Cuando todo esto ocurre, se descubre que el virus de la irracionalidad posmoderna ha infectado ya a la mayor parte del rebaño.

Pero, no obstante, muchísimo peor todavía es el caso de la letra «m»:

Cuando el tipo «m» (uno más que se parapeta, y no ponemos en jaque el derecho a la intimidad, sino a la moralidad) hace burla de quien trata de ser educado, en tanto en cuanto pide disculpas cuando le hacen saber objetivamente que se ha equivocado, añadiendo para completar la crueldad «en su estilo», para hacer equivalente este estilo al de un macarra…

Cuando el tipo «m» despacha la cita de Buffett situándola ante la «mejor puerta de excusado de gasolinera…»

Cuando ese mismo tipo, «m», usa expresiones tales como «partiéndome la caja» y, a la par, riéndose y sin asomo de explicación, le suelta a quien no lleva «i» «Ridículo nivel Dios», comiéndose la obligada coma entre nivel y Dios…

Cuando todo esto ocurre, uno cae en la cuenta que la maledicencia es tan fascinante que ocupa lugar preferente en el desvelo de las hordas fachosas.