La solución del ojo por ojo

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN · Exclusivo suscriptores

HAITHAM IMAD | EFE

18 oct 2023 . Actualizado a las 09:18 h.

Todos sabemos que la violencia genera más violencia. Todos. Como sabemos que la venganza no conduce a otra meta que no sea la del horror. Y sin embargo, en los atroces enfrentamientos que vivimos estos días en Oriente Medio, muy pocos cuestionan la decisión de Israel de responder al cruento ataque de Hamás con una acción bélica que puede resultar todavía más sangrienta.

La imagen que está dando el planeta Tierra ante esta tragedia es como para irse a vivir a Marte. O al fondo del mar. Porque desde que Joe Biden sentenció que «Israel tiene derecho a defenderse» casi todo el mundo asumió la idea. Sin rechistar. Al menos lo hicieron la práctica totalidad de los gobiernos, Unión Europea, OTAN, medios de comunicación y opinadores en general. También el papa. Saltándose el artículo 33 del IV Convenio de Ginebra, que dice que «no se castigará a ninguna persona protegida por infracciones que no haya cometido» y que «están prohibidos los castigos colectivos». Pero todos entienden que no existe otra forma de defenderse que no sea la invasión de Gaza, casa por casa, y nadie se pregunta si con ese ataque israelí se va a solucionar el problema que se arrastra desde hace décadas. A lo sumo se llamó a preservar la vida de los civiles. Que no deja de ser una estupidez.

¿Defenderse es atacar con la misma brutalidad, o más, que los terroristas y arrasar con la sociedad palestina? A la acción criminal de quien ametralla una familia al completo, como hizo Hamás, se responde haciendo desaparecer otra familia con misiles. No hay diferencia alguna porque, sea como fuere, ambas familias son exterminadas. Y tampoco existen diferencias entre masacres. ¿Esa es la defensa que entiende el mundo?

Porque nunca la violencia terrorista fue derrotada con más violencia. Nos lo demostraron, entre otros muchos ejemplos, el GALcon ETA; los combates contra las FARC colombianas, las acciones contra el IRA o las guerras contra Al Qaida e Isis. Desde la Primera Intifada, en 1988, han muerto en Israel y Palestina al menos 13.400 personas, sin contar las de estos días. Y ya vemos lo que se solucionó.

Claro que el problema no existiría si se hubiese obligado a Israel a respetar los mandatos el derecho internacional y se hubiese reconocido el estado de Palestina. Pero todo este tiempo ha servido para que el estado israelí se embolsase, desde la II Guerra Mundial, 160.000 millones de dólares donados por los estadounidenses y así contribuyese, para debilitar a la OLP, al crecimiento de Hamás, contra el que ahora lucha.

Todos sabemos que las represalias no van a poner fin al conflicto. Porque todos sabemos que la violencia trae más violencia. Más muertos, más destrucción y más dolor. Ya dijo Mahatma Gandhi que «lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia». Y de ahí su conocidísima sentencia de «ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego». Y en esas estamos.