El mejor regalo

OPINIÓN

Fotografía de una urna colocada en el colegio electoral este sábado, previo a las votaciones con motivo de las elecciones generales de mañana, en Pola de Siero (Asturias)
Fotografía de una urna colocada en el colegio electoral este sábado, previo a las votaciones con motivo de las elecciones generales de mañana, en Pola de Siero (Asturias) Eloy Alonso | EFE

22 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Mecano, en Un año más, cantaba que todas y todos los españoles sin distinción «hacemos por una vez algo a la vez» al comernos las uvas en Nochevieja. No les quito la razón. Otra tradición que también pervive al paso de los tiempos y que en menor o mayor medida nadie se siente ajeno es la ilusión de que hoy nos toque algo de lo comprado en la lotería (cuando haya terminado el sorteo y no tengamos ni la pedrea escucharemos eso de que lo importante es tener buena salud, que es otra gran verdad). Lo que sí que ha ido en desuso es el envío de postales (que siempre servían para ayudar a entidades como Unicef) y de cestas de navidad. Hay excepciones, como la del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, que mostró gran entusiasmo al entregar (para más inri) unas cestas de fruta en la fiesta navideña del PP de Madrid a varios afiliados. Así acaba un año que empezó para él con altas expectativas de alcanzar La Moncloa, pero tal ha sido su estrepitoso fracaso que no quiere ni pisarla para reunirse con el presidente del Gobierno. Como bien le dijo el miércoles Pedro Sánchez en el Congreso, «para ti la perra gorda». La amnistía se ha ido desinflando y para continuar en campaña permanente, ayer Alfonso Rueda le dio a Feijóo una solución adelantando al 18 de febrero las elecciones autonómicas (veremos si Urkullu también decide convocarlas para el mismo día). Mientras llegan las urnas, la derecha ha encontrado en la moción de censura que se celebrará la semana que viene en el Ayuntamiento de Pamplona/Iruña un dardo para seguir atacando, desde el enfoque del centralismo madrileño, al PSOE (en Oviedo/Uviéu el PP llevará al pleno de enero una moción realizada desde Génova cuando hubiera sido mejor que estuvieran esforzándose por tener el presupuesto de 2024 aprobado a 1 de enero o hacer todo lo posible para que los 10,3 millones de euros de los fondos Edusi no se pierdan por no haber ejecutado, finalizado y pagado las obras). Tampoco podía faltar el avión más famoso de cuantos existen. Si el PP prestara más interés en renovar el Consejo General del Poder Judicial que en seguir los recorridos del Falcon, eso sí que sería el mejor regalo posible a nuestra democracia en estas fechas navideñas.

Para quienes nos gusta viajar (este artículo lo estoy escribiendo desde Jaca [Chaca en lengua aragonesa]) hay una noticia que creo que denota la potencia que representa nuestro país en el mundo. Aquellas personas que tenemos pasaporte español podemos viajar sin él por 43 países del mundo y en otros 106 no nos hace falta solicitar un visado para estancias de un máximo de noventa días. Es el mejor regalo y reconocimiento que nos pueden dar pero también considero que es merecido, porque en contra de muchos complejos que tenemos instalados (en los que nos parece que en el exterior son mucho más avanzados que nosotras y nosotros), cuando precisamente viajamos y vemos lo que hay fuera de nuestras fronteras, nos damos cuenta de que vivimos en el mejor lugar de este planeta (con sus defectos, que son muchos, pero como todo lo humano, es natural que no todo sea ideal). En lo identitario que supone ser español incluiría no solamente a las personas, sino también a las empresas. Telefónica es el último ejemplo. Desde 1996 la multinacional (que uno no sabe muy bien a qué país pertenece) entró en el juego capitalista y quien tiene y pone el dinero, se queda con el pastel. Ante la importancia que supone no solo en las telecomunicaciones, sino también en la seguridad y en la defensa, el Gobierno ha decidido regresar a su accionariado. A mi entender ese músculo que adquirió a nivel mundial tuvo que ver en su origen español. Es verdad que no con todas las empresas podemos alabarlas. El ejemplo feo lo representó Ferrovial cuando trasladó su sede a Holanda con tal de pagar menos impuestos dando una imagen penosa porque gran parte de su crecimiento se debió a su actividad en nuestro país. Queda al menos el consuelo de que no les ha sido muy rentable la operación (a juzgar por lo que dicen diferentes informaciones periodísticas) y espero que sirva de lección para quienes estuvieran pensando en seguir los mismos pasos.