Año intenso

OPINIÓN

María Pedreda

29 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Como hago siempre en mis últimos artículos al finalizar un año, quiero mandar un feliz 2024 a las y los lectores y a la plantilla de LA VOZ DE ASTURIAS, con el deseo de que todos vuestros deseos se hagan realidad.

La costumbre de hacer un resumen de la situación actual me lleva a repasar todos los artículos escritos a lo largo de estos últimos 365 días. La verdad es que a modo de conclusión podría decir que coincido con el análisis del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de definir el 2023 como un año intenso. Empezó fuerte con aquella canción (o sesión, como llaman ahora a los ‘singles’) de Shakira dedicada a su expareja y a su novia, siguió con la sorprendente portada de la revista ¡Hola! de que Ana García Obregón había sido madre de una niña en Miami (al final no sé en qué quedó el registro de la pequeña en el consulado español, puesto que en España está prohibida la llamada ‘gestación subrogada’, es decir, vientres de alquiler), el final de la emisión de ‘Sálvame’ en Telecinco tras catorce años en antena, la intolerable machistada de Rubiales que ensombreció la celebración del Mundial de las jugadoras de la Selección Española de Fútbol y termina con una moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona/Iruña que creo que ha tenido más ruido y polémica fuera de la capital navarra (la semana pasada estuve allí, de vuelta de unos días de descanso por Aragón, y el ambiente que se respiraba era de total normalidad y tranquilidad) porque la alcaldía ha quedado en manos de Bildu.

En este mundo tan frenético las noticias mueren muy pronto. Ya no me acordaba que en los primeros meses era obligatorio subir al transporte público con mascarilla o los terremotos que asolaron tanto Marruecos como Afganistán. Deberían ser las noticias más importantes y de las que más nos deberíamos acordar, porque si los medios de comunicación no están encima del suceso (como ahora en Gaza), todo cae en el olvido (como pasa con Ucrania).

Hay quien se harta de la crispación política y sí, yo reconozco que ciertas situaciones si no se condenan y se atajan a tiempo pueden ir a más (como la inaceptable agresión de Ortega Smith a un concejal de Más Madrid), pero en una democracia es capital y más que necesaria la confrontación de argumentaciones, porque si todo el mundo tuviera la misma opinión, no haría falta celebrar elecciones. Es evidente que hemos vivido unos doce meses muy ajetreados relacionados por la celebración de elecciones locales, autonómicas y generales (en las que la ciudadanía decidió con sus votos quienes deben dirigir las diferentes instituciones. Unas veces se gana [como en Asturias/Asturies y en España] y otras se pierde [como en Oviedo/Uviéu], pero en todos los casos esos gobiernos son legales, legítimos y representativos de lo expresado por la mayoría en las urnas).

Lamentablemente se han escuchado muchos discursos incompatibles con el respeto a la democracia, y sobre todo me vienen a la mente los lanzados por Alfredo Canteli (ayer mismo, al iniciar el pleno extraordinario de ayer sobre el convenio de La Vega, se sintió libre de decirle al resto de formaciones políticas cuál debería ser su sentido del voto, cuando su papel era arbitrar el buen desarrollo de la sesión. Tristemente colecciona otros exabruptos, como el del 30 de septiembre en la jura a la bandera, donde dijo que en nuestro país «se está perdiendo el orden en todos los sentidos» porque el día anterior Alberto Nuñez Feijóo [al que nadie niega que fue el ganador de las elecciones en escaños y en votos, no consiguió la mayoría necesaria para ser investido como jefe del ejecutivo nacional]) pero también podría citar a prácticamente todos los dirigentes de Vox, empezando por su máximo exponente, Santiago Abascal, que estiran al máximo el derecho a la libertad de expresión y de opinión hasta tal punto que no se avergüenzan de hablar de golpes de estado y de gobiernos ilegítimos a lo que la mayoría popular ha decidido en las urnas. No ha sido poco el ridículo que hicieron con Ramón Tamames, pero estoy convencido de que en sus cabezas siguen viendo aquella moción de censura como una actuación maestra.

Yo me quedo con la tranquilidad de no ver a la ultraderecha sentada en el Consejo de Ministras y Ministros, que hubiese supuesto unos retrocesos sociales tal y como está Javier Milei haciendo en Argentina, y que sus protestas delante de Ferraz no hayan llegado a los niveles ocurridos en febrero en Brasil, donde partidarios de Bolsonaro asaltaron el congreso nacional al más puro estilo de los trumpistas en el Capitolio.

En fin, no me he aburrido en este 2023. Ha sido un año en forma de montaña rusa, con noticias fantásticas y otras que espero que no me vuelvan a ocurrir jamás. No obstante, en ese balance intenso, también tengo que darle las gracias a todas las personas que han confiado en mí y que me han ayudado a salir adelante. La vida sigue, hay que aprender de la experiencia que es la vida y entrar en 2024 con ganas de vivir cosas intensas, pero a ser posible del lado positivo. Ánimo y a la tarea. ¡Feliz año nuevo!