Póntela, pónsela

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

ANA GARCÍA

14 ene 2024 . Actualizado a las 09:38 h.

La política lo contamina todo. Contamina nuestras vidas. Las envenena. El diccionario de la Real Academia dice en su tercera acepción, como adjetivo, que político es ser cortés. Menos mal que en la cuarta, también como adjetivo, precisa que es ser cortés con frialdad y reserva, cuando se esperaba afecto. Ya no esperábamos afecto de ellos, unos, otros y los de más allá. Pero lo que cada vez nos va a ser más difícil tolerar es el ruido continuo. Da igual que sean las bolitas, que el decreto de las medidas anticrisis o que la decisión del ministerio de hacer obligatoria la mascarilla en hospitales y centros de salud. Todo se manipula y se utiliza, sin que nadie se sonroje. Se envían y reenvían imágenes de sacos amarillos gigantes que son de un vertido en Sri Lanka como si fuesen fotos de una playa gallega. Las redes digitales, no las de pesca, expertas en enredar. Se retuercen las palabras para jugar con el bolsillo de los ciudadanos y votar a favor o en contra de los decretos. Lo último que les importó es lo que suponían. Y esta semana llegó el debate también de las mascarillas, sí, o las mascarillas, no.

Estoy a favor de las mascarillas. Creo que llegan tarde y que además se deberían de imponer también en farmacias y en centros sociocomunitarios. No hemos aprendido nada de la pandemia. Estaba cantado. El humano es el único animal que tropieza siempre que se pueda en las mismas piedras. Parece que disfrutamos con el daño. Todo el mundo que ha tenido estas semanas tremendas de bajas y contagios síntomas de virus tendría que haberse puesto la mascarilla sin que ningún político se lo tenga que decir. Es terrible que una reunión en el Ministerio de Sanidad se convierta en otra batalla de taifas con la salud en juego. Tuvieron que estar los servicios de urgencias de nuevo hasta los topes para que se diese el paso. El paso lo dio la ministra Mónica García esta semana casi, casi por decreto. Algunas autonomías ya lo habían hecho y en otras se esperaba a que el pico de la gripe pasase por si solo.

Descubrimos en la masacre del covid que la mascarilla funciona. Te protege a ti y protege a los que están cerca. Pero erre que erre a no usarla. En las empresas, unos se la ponían y otros no. Lo mismo pasó con el teletrabajo. Hubo quién protegió a sus compañeros trabajando desde casa y quien no. Menos mal que nadie te puede prohibir usar la mascarilla por mucho que te llamen friki si lo consideras necesario. Es incomprensible que algunas autonomías amplíen la vacunación como medida preventiva al mismo tiempo que no ordenan usar la mascarilla en puntos tan sensibles, como hospitales y centro de salud. Nadie va sano a un hospital. O no debería. Y, si vas acompañando a un familiar, te la pones por ti mismo y por tu ser querido. Da igual el asunto que sea, los políticos irrumpen para complicarnos la vida, para confundirnos en lugar de ayudarnos. Que los médicos nos tengan que repetir evidencias como que si tienes síntomas mejor quédate en casa, después de una pandemia, es algo que me tiene alucinado. Somos gregarios de todo lo malo. Gregarios hasta de los virus. O nos obligan o no tenemos el sentido común de colgar un tapabocas de las orejas, antes de que llegue el lobo.