¿Puede el Gobierno seguir con Bildu?

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

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OLIVIER HOSLET | EFE

21 abr 2024 . Actualizado a las 14:35 h.

Más allá de cual sea, finalmente, el resultado de las elecciones regionales que hoy se celebran en las tres provincias vascas, su campaña electoral ha cerrado definitivamente un sórdido debate que, con insufrible fariseísmo, los apasionados defensores de los herederos de ETA se empeñaban en mantener todavía abierto: el de si EH Bildu puede equipararse, o no, a los demás partidos que existen en España.

Pues bien, desde esta semana ya no cabe discutir lo que el candidato de EH Bildu a lendakari ha dejado ante el país entero meridianamente claro: que los herederos de ETA son, además, los defensores de su larga y terrible trayectoria criminal, cuyas acciones delictivas durante más de medio siglo rechazan radicalmente condenar. No solo eso: el candidato de EH Bildu se ha negado también a calificar a ETA como una banda terrorista y ha considerado que la responsabilidad de sus miles de delitos debe compartirse entre quienes los cometían y quienes los sufrían. Es imposible transmitir un mensaje más abyecto y despreciable.

No: EH Bildu no es un partido más y solo puede afirmarse lo contrario desde un inicuo relativismo moral incapaz de distinguir lo que, en el límite de la máxima evidencia, es ética o moralmente aceptable y lo que no. Equiparar a EH Bildu con los restantes partidos españoles, a partir del hecho de que todos son legales, constituye una perversión total de los valores que se han ido consolidando como justos con el avance de la humanidad. Considerar patriotas a cientos de asesinos y no condenar sus crímenes no es ilegal, pero constituye una vileza que da una perfecta idea de la talla moral de quienes sostienen tal infamia. También de la talla moral de quienes se han convertido en sobrevenidos defensores de la propia vileza de EH Bildu.

Con mayor razón, ¿qué puede decirse de un partido y de quienes lo dirigen, de un Gobierno y de quien lo preside, cuando, tras la nueva constatación pública de los profundos lazos existentes entre EH Bildu y ETA, se niegan a romper la relación de íntima y constante colaboración que mantienen con los herederos y defensores de una banda terrorista?

Hasta esta semana, Sánchez y todos los que, en el Gobierno y en el PSOE, dependen de él de un modo u otro, habían venido defendiendo sus pactos con EH Bildu sobre la base de una falsedad que se empeñaban en dar por cierta: la suposición de que Bildu condenaba su pasado. Y ello pese a las evidencias abrumadoras de que nada de eso era verdad. Ahora, cuando el candidato de EH Bildu ha dejado, literalmente, con el culo al aire al Gobierno y al PSOE, uno y otro han inventado una nueva coartada para mantener un pacto infame: que EH Bildu impulsa políticas sociales ¡progresistas!

Así lo ha proclamado Pedro Sánchez, asumiendo, tan tranquilo, que su auténtico fin —seguir en el poder— justifica incluso el medio más inmoral imaginable: pactar con los defensores de una banda terrorista que destrozó la vida de miles de familias que están aún entre nosotros: hijos, padres, hermanos, amigos… todos, aún, entre nosotros.