Oviedo aplicará un plan de rejuvenecimiento a su plantilla de bomberos

Raúl Álvarez OVIEDO

OVIEDO

Bomberos ante el incendio de la calle Uría, en Oviedo
Bomberos ante el incendio de la calle Uría, en Oviedo

La reapertura al tráfico de Uría devuelve la normalidad al centro tras el gran incendio de abril, pero la tragedia deja enseñanzas pendientes de asimilar en otros ámbitos. La sexta parte de los trabajadores están de baja por enfermedad

11 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La vuelta del transporte público a sus recorridos habituales por Uría, hacia arriba y hacia abajo, señala el regreso a la normalidad del centro de la ciudad tras el truculento incendio que consumió por entero el número 58 de la principal arteria comercial de Oviedo a mediados de abril. La ciudad comienza así a salir del choque causado por la muerte de un bombero que trabajaba en la extinción de las llamas en el momento en que parte de la estructura del edificio se vino abajo. Los técnicos municipales consideran que ya no existen motivos para mantener bloqueado el tráfico por el centro de la ciudad. El solar es seguro, las labores de desescombro aún pendientes pueden realizarse dentro de lo que queda en pie del inmueble y las múltiples investigaciones -administrativa, judicial, policial y de seguridad laboral- para determinar el origen de las llamas y estudiar si hubo fallos o negligencias en el dispositivo para sofocarlas tampoco exigen una medida tan extrema. Pero si la vida urbana vuelve a su cauce a la espera de la entrega de la medalla de la ciudad concedida a título póstumo a Eloy Velasco, el trabajador fallecido, las cosas no volverán a ser iguales en el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS), para el que el equipo de gobierno planea una profunda remodelación de su organigrama y medidas de rejuvenecimiento de una plantilla envejecida por la falta de contrataciones.

Aunque desde el primer momento el equipo de gobierno ha sostenido que la muerte del bombero fue una consecuencia trágica de una circunstancia imprevisible, desde la misma tarde del incendio se han lanzado preguntas sobre el manejo de la situación por los responsables del operativo y por el mantenimiento de los hidrantes (las bocas de riego para alimentar las mangueras) de la ciudad. La tesis del tripartito es que la primera fue respetuosa con los procedimientos y el segundo, mejorable. El concejal del área, Ricardo Fernández, también sostiene desde antes de la tragedia -en realidad, desde su toma de posesión, hace un poco más de un año- que a Oviedo le hacen falta más bomberos y policías locales. El ayuntamiento ha emprendido una revisión de los hidrantes y esta semana, al mismo tiempo que se anunciaba la reapertura de la calle, ha elevado a 11 las contrataciones previstas en el SEIS: siete bomberos interinos, que empezarán a trabajar este mismo mes, y cuatro mandos intermedios (subinspectores, los antiguos cabos del cuerpo de bomberos) para reforzar la cadena de mando.

Esa ampliación se une al planificado relevo del jefe del Servicio, José Manuel Torres, cuya jubilación está prevista para este mismo año. Para sustituirlo, ya no se busca otra persona que llegue a la cúspide del escalafón por la vía de la promoción interna, como hizo Torres en 2004, sino a un arquitecto con experiencia. El accidente también ha revelado la necesidad de poner al día el reglamento que regula el funcionamiento del cuerpo de bomberos, una reliquia administrativa de la posguerra cuya aprobación data de 1941. Fernández, al margen de las enseñanzas y las conclusiones que muestre la información reservada sobre el incendio que el ayuntamiento tiene en curso, considera prioritarias las contrataciones y la infusión de sangre nueva en una plantilla envejecida, cuya media de edad, superior a los 50 años, resulta excesiva para un trabajo en el que la preparación física resulta capital. Además de la muerte en Uría de Eloy Velasco, el SEIS suma tres fallecimientos por enfermedad en los últimos meses y las bajas prolongadas por motivos de salud reducen en la práctica a 60 personas una plantilla que, sobre el papel, consta de 72 trabajadores.

«Preferiría unas oposiciones que la interinidad, que no me gusta ni es el mecanismo más ventajoso, pero es la solución más rápida a las bajas y los fallecimientos», señala Fernández. El concejal admite que las llamas en el centro de la ciudad han suscitado alarma y puesto los focos sobre el SEIS, pero asegura que la situación es solucionable. «Hay un quebranto en el servicio, sí, pero no una descomposición. Tenemos una plantilla escasa y envejecida. La recompondremos», añade. En 2017, cuando el presupuesto lo permita, el ayuntamiento contratará a un subjefe para el servicio.

Sin esperar a disponer de la información reservada sobre el incendio, el ayuntamiento ya ha decidido mejorar la formación de los bomberos. Los técnicos aún no han determinado si acometer esa tarea con medios propios o recurrir al centro de salvamento que el Ministerio de Fomento gestiona en Veranes (Gijón) o a la escuela que mantiene el Gobierno autonómico.