Mareo es ¿la gran mentira?

Alejandro Vigil Morán GIJÓN

SPORTING 1905

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Los constantes fichajes del Sporting ponen en duda el rendimiento de la Escuela de fútbol

19 abr 2017 . Actualizado a las 17:59 h.

Mucho se ha criticado durante todo el año la gran cantidad de fichajes realizados en una sóla temporada, para colmo, marcada por la mediocridad y en la que no sólo no se han subido jugadores del filial, sino que el único nombre a caballo entre el Sporting B y el primer equipo ha sido Juan Rodríguez, fichado unos meses atrás para reforzar la cantera. Otro punto de interés pasa por el hecho de no disponer de un extremo zurdo nato y que en ningún momento se haya cuestionado la posibilidad de reforzar ese perfil desde la base.

La reflexión debería ser la siguiente: ¿Se han vuelto locos Abelardo Fernández y Nico Rodríguez en la planificación deportiva o Mareo no es capaz de generar hombres que como mínimo rellenen el vestuario?

Todos los sportinguistas sacan pecho cuando son cuestionados sobre Mareo y relucen los nombres de Luis Enrique, Abelardo Fernández, Villa, o en tiempos recientes, Jorge Meré y Sergio Álvarez. Pero con el paso de los años, las diferencias con otras entidades marcadas por su política de cantera han comenzado a generar el debate sobre si esos nombres son producto real de la formación rojiblanca, o se trata de puro talento captado por cercanía territorial y que bien podrían haber evolucionado de igual manera en Oviedo o Santander.

Eso explicaría por qué durante todo este tiempo ningún nombre procedente del juvenil ha podido ocupar el lugar de futbolistas como Rafel Sastre o Lillo, con un nivel técnico muy justo para el fútbol profesional, pero con un rendimiento cumplidor que les permite, por así decirlo, rellenar el vestuario e incluso ser titulares por la falta de inversión en refuerzos. Precisamente esa escasez fue la que propició que Manolo Preciado convirtiese a un pivote como Alberto Lora en carrillero diestro, un nombre que como Guerrero o Rachid ciertamente no fue formado en la Escuela, sino que se le fichó para jugar en el filial a una avanzada edad procedente de otras canteras. Un hecho que se puede extrapolar a más posiciones como la de portero.

Ésto también explicaría cómo eternas promesas de Mareo como Juan Muñiz y Álex Serrano han abandonado la ciudad con las mismas carencias y virtudes que tenían desde sus comienzos, de hecho se fueron sin saber en qué posiciones juegan porque no fueron moldeados correctamente. Por ese mismo camino va Carlos Castro, con un don para el gol y carente de características complementarias que lo conviertan en un delantero de referencia, de segundo punta, de contragolpes, de aporte físico o de juego para el equipo.

El proyecto de la residencia

El consejo de administración ha hablado en más de una ocasión sobre la probable construcción de una estancia para jóvenes talentos en Mareo, que a su vez serviría de negocio para acoger concentraciones de equipos del norte de Europa y de canteras de países emergentes. Todo ello condicionado a la permanencia en Primera División para financiarlo.

Sin embargo, ese proyecto genera las siguientes dudas. La primera, si tiene sentido pasar a un nuevo nivel productivo con niños foraneos cuando no se aprovecha por completo el talento local. Y la segunda, si vale la pena invertir en la captación de jugadores cuando otros clubes de superior tamaño llevan las de ganar en la subasta y no está claro que seamos capaces de formar a sus descartes a la altura de ir prescindiendo progresivamente de fichajes para el primer equipo. Es más, tampoco sabemos si esos niños que puedan llegar sean ciertamente superiores a los asturianos, salvo casos muy concretos.