La Voz de Asturias

El trío de Torrejón

Opinión

Jesús Iglesias

17 Jul 2016. Actualizado a las 12:02 h.

Barack Obama llegó a España, hace ocho días, tras protagonizar la 28ª cumbre de la OTAN celebrada en Varsovia los días 8 y 9. En dicha cumbre, la organización acordó prolongar su presencia en Afganistán, autorizar una nueva misión naval en el Mediterráneo, intensificar la vigilancia aérea desde Turquía de la situación en Siria e Iraq, comenzar a formar oficiales del ejército de este último país y crear un nuevo centro de fusión de Inteligencia en Túnez. Pero, sobre todo, el encuentro sirvió para ratificar la estrategia que en los últimos años ha venido desarrollando frente a Rusia y por ello se adoptó la «Declaración Transatlántica de Varsovia» resolviendo prestar más apoyo a Ucrania y Georgia, continuar la ayuda a Moldavia y desplegar cuatro batallones multinacionales en los Países Bálticos y Polonia, además de activar los sistemas antimisiles de defensa. Como es lógico, Rusia ha expresado su rechazo a tales medidas que, señala, suponen, en términos diplomáticos, una acción inamistosa.

Es en este clima de «neo guerra fría» en el que se produce la visita a nuestro país y en el que es más fácil comprender la razón de su visita, que no estaba en Madrid, sino en Rota (de uso conjunto, bajo el mando formal de un almirante español, pero en el que los americanos disponen de más del 80% de las instalaciones). La base aeronaval gaditana, junto con la no muy lejana base aérea de Morón son claves en el despliegue norteamericano y, por ende, de la OTAN en todo el norte de África, el Sahel y Oriente Medio y han tenido un importante papel en la intervención en Libia. De hecho, en los últimos nueve años la presencia militar norteamericana en nuestro territorio se ha multiplicado por cuatro y ha adquirido el carácter de permanente en la base de Morón (Sevilla), en la que USA ejerce soberanía sobre el 80% de su extensión.

Es comprensible que el Comandante en jefe de las fuerzas armadas de USA, al final de su mandato, acuda  a despedirse de sus tropas en España y arengarlas sobre la importancia de la misión que tiene encomendada. Fue una adlocutio cobonium como la que se representa en la Columna Trajana.

Es cierto que en las 21 horas en las que estuvo en territorio español (habría que descontar la pernocta en la embajada y los desplazamientos en el Air Force One, por aplicación del principio de extraterritorialidad), pudo además reunirse con el monarca y con el Presidente del Gobierno en funciones. Precisamente en la rueda de prensa posterior al encuentro con Mariano Rajoy, Obama aprovechó para colocar el discurso que más le interesaba: la cooperación de España con USA es tan sólida y estrecha en todos los ámbitos, incluido el militar, que se mantendrá gobierne quien gobierne.

Una hora más tarde su aseveración se veía ratificada con la recepción, en menos de diez minutos y como si fuese un besamanos, a Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias en la base de Torrejón de Ardoz (que fue de uso conjunto hasta 1992) y, aunque no consta que golpeasen sus escudos con la empuñadura de las espadas, en señal de aprobación, a la generación que se inició en la política al calor de las movilizaciones para que nuestro país saliese de la Alianza Atlántica, la celebración de ese encuentro, como mínimo, nos produce perplejidad y seria preocupación sobre el hecho de que se asuma acríticamente que no cabe otra política exterior y de defensa que la que se ha venido practicando hasta ahora.

Finalmente, para que no faltase nada en este remake de la genial película de Berlanga, la cobertura que la televisión pública española prestó al conjunto de la agenda de Obama en España provocó sonrojo y emuló, con notable afán de superación, el tono entusiasta con el que el NODO reflejó la visita Eisenhower el 21 de diciembre de 1959. Detalles nimios sobre las características de la limusina y el avión presidencial, imágenes distantes de la embajada y del despliegue de seguridad que la rodeaba, elogios sin venir a cuento... Acreditaron el eficaz proceso de lobotomización al que, el PP y sus fichajes testados en Telemadrid, han sometido al medio.


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