La Voz de Asturias

Ponerle fin

Opinión

Diego Valiño
Corrida de toros en Benia de Onís

02 Sep 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Dejamos atrás agosto, mes por excelencia del calor y de las vacaciones, con la nota positiva de que se ha recuperado este verano un sector tan importante como es el turismo y con la parte triste por la destrucción de los paisajes a consecuencia de los incendios (provocados, en su mayor parte). La vuelta al cole ya está aquí y se calcula que para muchas familias supondrá un esfuerzo añadido en comparación a otros septiembres por el incremento de los precios. La decisión anunciada ayer por Pedro Sánchez de reducir el IVA del gas (del 21 al 5%) desde octubre (y en principio hasta final de año) ayudará a bajar la factura en muchos hogares. Imagino que podría sostenerse en el futuro si sale adelante en 2023 la intención de ponerle fin a los beneficios extraordinarios con los que las grandes empresas energéticas se forran (la recaudación del nuevo impuesto se estima en 2.000 millones de euros al año), porque cabe insistir en que para sostener los servicios públicos el Estado necesita recaudar, y quienes más tienen son los que más tienen que aportar. Solo así podremos redistribuir la riqueza, disponer de fondos para realizar actuaciones necesarias y cubrir los derechos de la ciudadanía (a la educación, a la salud, para las pensiones y, en definitiva, para tener unos servicios públicos de calidad). El invierno se presenta duro e incierto por la continuidad de la invasión rusa a Ucrania, y ante este escenario ha sido elemental aplicar medidas de ahorro energético que nos podrán gustar más o menos, pero son necesarias ante la falta de garantías con algunos suministros de los que dependemos de otros países ajenos a la UE.

Muchos festejos no se celebraron en los dos últimos veranos por el coronavirus. Ante la ausencia en este 2022 de restricciones por razones sanitarias, volvimos a disfrutar de fiestas de ‘prao’ con las orquestas (hicieron su agosto porque prácticamente han tenido actuaciones a diario) y a vivir eventos multitudinarios (hay más festivales que nunca a lo largo y ancho de España). Las fiestas están para pasárselo bien, y es posible hacerlo sin hacer daño a nadie, y mucho menos a los animales. En Gijon/Xixón se terminaron por fin las corridas de toros (lamentablemente en nuestra comunidad autónoma se celebró una en Benia de Onís que ha impedido decir que Asturias/Asturies es un territorio libre de tauromaquia) y hay fotografías de ferias tan célebres como la de Bilbao con muy poca asistencia de público. Pero ojo, porque esta tendencia a la baja de estos eventos (cada vez menos rentables) no han significado, desgraciadamente, el final de las celebraciones con toros. Este verano ha habido más de 17.000 festejos en nuestro país con la presencia de animales (principalmente toros) y en muchos casos se viralizan vídeos indignantes, tanto por el maltrato que sufren los reses, como por la presencia de menores (que está prohibido expresamente) y por las terribles consecuencias que se puede acarrear (en el País Valenciano han muerto desde junio siete personas por participar en los ‘bous al carrer’, que en varias localidades hacen pasear a los toros con dos bolas prendidas con fuego sobre sus cuernos). En Tordesillas se va a volver a celebrar en unos días el Toro de la Vega (con la diferencia de que las lanzas serás sustituidas por divisas), con lo cual los pasos dados para la desaparición de este evento parecen no haber servido de mucho. Urge una legislación nacional que deje de considerar estas barbaridades y salvajadas como actividades culturales a proteger, porque un país desarrollado y vanguardista tiene que ponerle fin a estas atrocidades.


Comentar