La Voz de Asturias

El derby en el exilio

Sporting 1905

Borja F Zurrón
La afición del Sporting llega a Oviedo para el derbi

Artículo de opinión

23 Mar 2019. Actualizado a las 23:41 h.

Dicen que no hay nada peor que el sportinguismo en el exilio. Nada peor que no poder cada 15 días enfilar el muro rumbo al Molinón, echarse alguna que otra sidra en los aledaños, comprar unas pipas, hacerte con una hoja rojiblanca y apostar con tus amigos a ver cuantos jugadores acierta, reencontrarse con esa gente que misteriosamente solo ves en el fútbol y llegar hasta tu asiento que nunca te es infiel. Nada peor que no poder degustar placeres tan terrenales como comentar in situ la temporada del B, discutir sobre si hay que renovar a Canella o que el veterano sportinguista que se sienta delante tuyo te explique una vez más lo bien que Cundi corría la banda.

Pues bien, hay algo peor que vivir el sportinguismo desde el exilio, y es vivir el derby desde el exilio. Realmente todo empieza más o menos igual. En cuanto suena el pitido final del partido anterior ya solo hay una cosa en la cabeza, “ganar el derby”. Sin embargo, tú no te quieres motivar tanto ¿Para que? Si al fin y al cabo no vas a ir al partido y no vas a poder vivirlo como los demás.

Los primeros dos días tratas de mantenerte ajeno a toda la actualidad rojiblanca. No haces cábalas con el calendario y con qué pasaría si ganas los partidos de casa. Si algún foráneo en el descanso del trabajo te pregunta si vais a ganar al Oviedo sonríes tímidamente y asientes. Tampoco actualizas compulsivamente sporting1905. En definitiva, intentas no meterte mucho en la dinámica del derby para no sufrir tanto tu futura ausencia.

De repente, un amigo tuyo ha decidido cambiar el nombre de tu grupo de Whatsapp de amigos de Gijón, acordándose en él del eterno rival. Al mismo tiempo la foto del grupo también ha cambiado y de repente sale Villa mandando callar al Tartiere. Es inútil, ya has caído y llevas una motivada mayor que la de William Wallace atacando a los ingleses en el Puente de Stirling.

Entras en Google y estudias minuciosamente el calendario del Sporting, haces números y sí, da igual a cuantos puntos estés porque “Si ganamos al Oviedo… todo es posible” y piensas que “Tampoco estamos tan lejos y alguno pinchará”. Esa semana casualmente quedas más con tu entorno asturiano en la diáspora, comentáis alineaciones… “Pues a mi Geraldes me gusta”, “Lo de Lod es para que no vuelva”. Te das cuenta que hasta quien hace siglos que no ve el Sporting está motivado.  “Yo pondría a Jony y 10 más” comenta algún iluminado.

Confirmado, estás totalmente inmerso en el derbi. La productividad en tu trabajo baja, tus últimas búsquedas en YouTube son: “Sporting-Castellón”, “Gol de Ruben en Éibar”, “Sporting b 4 Oviedo 1”, “Mareona en Riazor”, “Gol Lozano Oviedo”. Comienzas a movilizar a todos tus amigos que ya están de por sí movilizados,  “El domingo lo vemos todos juntos ho”, “Conozco un asturiano con sidra a 4 euros”, “¿Seguro que no va nadie del Oviedo, no?”.

Finalmente llega el día y no, tu no estás en Gijón. Sin embargo escoges cuidadosamente la bufanda de las ocasiones especiales, aquella que te abrigaba cuando Pedro metió aquel gol en Salamanca, la que casi pierdes en gol de Bilic al Granada 74, aquella que aún tiene las manchas de cerveza del día del gol del Lugo al Girona y la misma que mostraste orgulloso al Santiago Bernabéu tras el gol de De Las Cuevas. Bajas a la calle nada más comer mientras toda la gente te mira como un bicho raro, “debe jugar el atlético” comentan algunos al pasar. Da igual, una previa eterna te espera, ya que no estás en Gijón al menos bebe como si estuvieras allí.

Te juntas con tus amigos y empezáis a echar un ojo a Twitter y es que… ¡La que hay montada en Gijón! “Los del Oviedo ya han entrado”, “Brutal el bengaleo visto desde el bus”. El partido está a punto de empezar, en la tele apenas se escucha el sonido ambiente ya que en el bar hay demasiado ruido. El balón rueda, en el partido sufres como si fueras el mismísimo Diego Mariño bajo palos. Si ganamos, maldecirás durante meses al que se le ocurrió poner un domingo por la noche el partido. Si perdemos pensarás que al menos te has ahorrado un eterno viaje de vuelta. De igual manera en caso de derrota aparecerá el lunes en la oficina el cuñado de turno preguntandote con una sonrisa que qué le pasó al Sporting, el mismo que ni te dirigirá la palabra si ganamos. En fin, disfruten del derbi los que podáis y mucho ánimo a todos los exiliados.


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