Gijón sin Vox: la crisis eterna de la derecha asturiana

L.O.

ASTURIAS

F. Sotomonte

La crisis municipal ha despertado el fantasma de la fragmentación de los grupos conservadores en el Principado

09 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Las elecciones de mayo concluyeron con lo que parecía un intenso giro a la derecha. Parecía porque en buena medida la caída de gobiernos municipales y autonómicos de izquierda se debió más a los acuerdos a dos o tres bandas de grupos conservadores (singularmente PP y Vox) que a la merma -que al hubo- a partidos de izquierda. También fue así en Asturias con un importante repunte del PP a nivel autonómico, pero favorecido ante todo por la desaparición de Ciudadanos, y acuerdos en concejos que les hicieron recobrar 19 alcaldías. El fantasma de la división de la derecha asturiana, fragmentada ya desde finales de la década de los 90, parecía alejarse hasta que llegaron primero las elecciones generales, que aguaron sus expectativas para hacerse con La Moncloa, y luego esta semana la expulsión de Vox del gobierno de Gijón, la ciudad más poblada de la comunidad, y que reabierto las brechas entre los grupos de este espectro político.

Carmen Moriyón aprovechó el oportuno y reciente lema de la protesta de la selección de fútbol femenina en el 'caso Rubiales', un «se acabó» escueto y publicado en Twitter, para anunciar el fin de un pacto que aceptó de muy mala gana ya tras las elecciones y que de hecho había asegurado que nunca se produciría. No es extraño. Las relaciones entre Foro y Vox venían de un camino lleno de espinas sobre todo por la actitud del grupo de extrema derecha. La pasada legislatura, el partido de Abascal lanzó toda una campaña de acoso con vallas y pegatinas contra el secretario general de Foro, Adrián Pumares, ante la posibilidad (que no se produjo) de que respaldara una reforma del Estatuto de Autonomía que incluyera la oficialidad de la lengua asturiana.

Moriyón primero dijo que nunca se entendería con quienes habían levantado esas vallas y después que si era necesario tragarse sus palabras lo haría con mucho gusto para responder a lo que, a su juicio, se trataba de una voluntad mayoritaria en la ciudad de girar a la derecha. No fue sencillo, de hecho Foro firmo un pacto con el PP y otro paralelo con Vox, cediendo el área de festejos y con compromisos contra la lengua asturiana como no usarla en la promoción turística de la ciudad.

De todas formas Moriyón pudo haber pactado una salvaguarda en la ruptura con Vox o al menos se la ofrece el edil Oliver Suárez, distanciado de su formación. Para los socialistas en la oposición se trata sólo de un caso de transfuguismo.

Pero Foro había llegado a las elecciones de mayo refundado como partido «autonomista» y pese a que el PP le ofreció ir en coalición se resistió con todas sus fuerzas. Si el acuerdo en Gijón entre Moriyón y los populares se cerró con bastante rapidez, las chispas saltaban en la Junta General entre Adrián Pumares (que logró un escaño en el el parlamento regional) y el nuevo portavoz de los populares en Asturias, Diego Canga, saltaron desde el mismo momento de la recogida de actas de diputado. Canga le reprochaba a Pumares que no le facilitara un voto en la investidura para presentar una alternativa a Barbón y Pumares interpretaba que el portavoz le exigía una obediencia que daba por supuesta sin ninguna base real.

Esa mala relación volvió a reflotar a las pocas horas de la expulsión de Vox del gobierno de Gijón. Desde Oviedo, desde la Junta General, el diputado del PP, José Agustín Cuervas-Mons aseguraba que su grupo se mantendría leal al acuerdo de la villa «incluso aunque esta formación no esté siendo tan leal con el Partido Popular en la Junta General». Pero lo cierto es que Foro no tiene ningún acuerdo que cumplir en el parlamento con el PP. Y así se lo recordó Pumares insinuando que los populares se dejaban llevar por la arrogancia.

«Parece que el PP reincide en los errores que precisamente evitaron que hoy Diego Canga sea presidente del Principado de Asturias», dijo Pumares y aprovechó para exigir al PP que cumpliera en el concejo de Colunga donde su alcalde, José Ángel Toyos, de Foro, llegó al gobierno municipal con un pacto con los populares pero que se rompió a las pocas semanas. No hay, como el existente hasta ahora en Gijón, otros acuerdo municipales en Asturias entre Foro y Vox, pero sí los hay entre el partido de Abascal y los populares. De momento, sin fricciones. Pero lo cierto es que más allá de las fronteras de Asturias, comienzan a intensificarse las tensiones entre populares y ultraderecha.

El PP asturiano se desbarató primero a mediados de los 90 cuando tenía el gobierno autonómico y después en la primera década del siglo en pleno estallido de la Gran Recesión. En ambos desbarajustes coincidió un mismo nombre: el de Francisco Álvarez Cascos que forzó primero la ruptura del conservadurismo astur cargando contra Sergio Marqués (que fundaría URAS) y después creando su propio partido, Foro, con el que alcanzó una breve y atribulada presidencia del Principado. Cascos terminó también expulsado de Foro y denunciado por Pumares y Moriyón por un uso indebido de las cuentas del partido para su beneficio personal.

El portavoz popular decía este fin de semana que es Barbón quien mete «cizaña» y que podría haber sido presidente de haber concurrido en coalición con Foro:

A esta fragmentación propia y autóctona del conservadurismo asturiano se sumó después en la década siguiente otra división de rango estatal: primero el ascenso de Ciudadanos que llegó a poner en aprietos por un breve periodo de tiempo al PP como fuerza mayoritaria del centro derecha y luego, especialmente reforzado por el procés catalán, el auge de Vox en el extremo derecho del espectro político. Si Ciudadanos ha desaparecido, Vox no lo ha hecho ni mucho menos todavía y ha supuesto, algo reconocido por la cúpula popular, un lastre a la hora de alcanzar una mayoría suficiente en los comicios generales por su capacidad para movilizar a la izquierda.

Pero incluso aunque el PP asturiano no tuviera los problemas de los grupos que le hacen competencia en su caladero, aunque consiguiera la vieja aspiración de convertirse en la gran «casa común» de la derecha como antaño, lo cierto es que tiene sin resolver importantes problemas internos, sólo apaciguados por la sucesión de elecciones más reciente.

El PP asturiano lleva sin celebrar su congreso regional nada menos que seis años. La última vez que sus militantes pudieron elegir a sus dirigentes fue en el año 2017 y desde entonces, a los sucesivos relevos en la cúpula de poder nacional -de Rajoy a Pablo Casado hasta llegar a Alberto Núñez Feijoo- cada cambio en Génova se ha traducido en una designación a dedo para Asturias sin que los afiliados pudieran pronunciarse. Y nada hace esperar que vayan a hacerlo pronto, la dirección nacional ya ha dicho que priorizará al congreso vasco sobre el asturiano, que no tiene fecha.