La reunificación improbable: la desunión de la derecha asturiana de cara a 2023

ASTURIAS

F. Sotomonte

El PP ha lanzado la mano a cuadros de Foro y Ciudadanos mientras crecen los apoyos a Vox

07 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los partidos asturianos ha iniciado su cuenta atrás para las próximas elecciones autonómicas, con el horizonte puesto en el calendario anotando la fecha de mayo del año próximo; con espacio temporal para pensar en alianzas y coaliciones. Sin embargo, y aunque la la posibilidad de una reunificación de la fragmentada derecha asturiana se acarició en varias ocasiones, y en distintos grados, a lo largo de la última legislatura, en el tiempo que queda hasta que vuelvan a convocarse las urnas no parece, por el momento, que vaya a concretarse.

En el último lustro se intentó, sin éxito, en varias ocasiones desde el Partido Popular, una atracción de cuadros de Foro que nunca llegó a fraguar por divergencias municipales; una muy probable oferta subterránea para captar a dirigentes de Ciudadanos de la mano de Fran Hervías, que ahora parece poco rentable; y en medio de la incertidumbre planea la competencia en el extremo más derechista del caladero de votos por el auge de Vox y el espejo de los acuerdos de Gobierno en Castilla y León y el que pudiera darse en Andalucía. 

El debate sobre la fragmentación de la oferta electoral conservadora en España es relativamente reciente y se remonta principalmente a la llamada «crisis del bipartidismo» que estalla con la Gran Recesión y la aparición y auge de nuevos partidos. Pero en Asturias es mucho más antigua y consolidada: la derecha asturiana lleva dividida prácticamente las dos primeras décadas de este siglo, en dos momentos clave distintos pero, en buena medida, con el mismo protagonista. 

Cascos desintegrador

Dentro de gran partido de centro derecha español, el Partido Popular, la primera fragmentación asturiana estalló a finales de los años 90, con el primer mandato conservador en la comunidad, tras el enfrentamiento abierto entre el presidente Sergio Marqués y el entonces secretario general y ministro en el Ejecutivo central, Francisco Álvarez-Cascos. De esa querella nació la escisión de Unión Renovadora Asturiana (URAS), formada por Marqués y que apenas mantuvo su representación por dos legislaturas.

La vuelta a la casa común del PP parecía encaminada con el inicio de siglo hasta el que mismo Álvarez-Cascos, despechado por las resistencias internas a que encabezara el cartel autonómico asturiano rompió con el partido que dirigiera con mano de hierro y fundó a su imagen y semejanza Foro Asturias en 2011.

La de Foro es la escisión más importante y duradera del centro derecha asturiano, pero tuvo sus acercamientos y varios recientes. PP y Foro fueron junto a las últimas elecciones generales (y esa coalición es la que ha permitido que en los últimos años haya podido contar con un diputado en el Congreso, e incluso un escaño en el Senado). La anterior presidenta del PP asturiano, Mercedes Fernández, apeló en varias ocasiones que volvieran a compartir listas en comicios asturianos, pero los foristas mantuvieron con ferocidad su independencia municipal donde muchos concejales se resistían a la unificación. 

El declive electoral paulatino de la formación terminó por estallar en esta legislatura, perdiendo la alcaldía de Gijón y con dos escaños en la Junta General. Siendo Pablo Casado presidente del PP llegó a celebrar una suerte acto de conciliación en un mitin común elogiando a trayectoria de Cascos como ministro de Aznar. Pero finalmente terminó por romper con su propio partido (fue expulsado y denunciado por apropiación indebida). Foro se refundó el verano pasado como una formación de carácter autonomista, se alejó del legado de Cascos, y busca hacerse un hueco el siempre incierto nicho del asturianismo político. Pero la dirección actual, en manos de Carmen Moriyón y Adrián Pumares no se plantea, por el momento, al menos, ningún tipo de reunificación.

La naranja centrípeta

Dentro de la crisis de representación que siguió a la Gran Recesión económica de la pasada década, la principal competencia que le surgió por el ala del centro liberal al PP fue Ciudadanos. De cara a los últimos comicios en Asturias, los naranjas lanzaron una fuerte apuesta por el perfil independiente y liberal, con varias figuras universitarias en la lista electoral encabezada por el exrector Juan Vázquez. La preferencia manifiesta de Albert Rivera por las alianzas a la derecha, descartando pactos a la izquierda, aniquiló en buena medida la estrategia asturiana de presentarse como fuerza bisagra. Se sucedieron las dimisiones en el Junta y el partido regional quedó en manos del teniente de alcalde de Oviedo, Ignacio Cuesta que mantiene un firme acuerdo con Alfredo Canteli para gobernar la capital.

Con altibajos y pese a todo, sus aguas bajaban relativamente tranquilas hasta la fallida moción de censura en Murcia (que derivó en el adelanto electoral de Madrid y la primera salida de Ciudadanos de un gobierno compartido con el PP). En esa crisis el que era secretario de Organización de Ciudadano, Francisco Hervías, saltó al PP y lo hizo además con el propósito manifiesto de llevarse a todos los cuadros posibles. También en Asturias.

Una visita de Hervías a la Junta General acompañado de dirigentes regionales del PP, disparó la espita de la crisis con los diputados más críticos con Cuesta en el parlamento asturiano. Laura Pérez Macho y Armando Fernández Bartolomé denunciaron una «operación» para llevarse militantes, apelaron a Inés Arrimadas pero fueron desautorizados. Todas estas tensiones terminaron por estallar en los meses sucesivos con una cascada de renuncias (la de Pérez Macho), bajas de militantes y expulsiones aún en trámite (como la de Fernández Bartolomé). En los días inmediatos que siguieron a la visita de Hervías, Ignacio Cuesta y la presidenta del PP regional, Teresa Mallada, se lanzaron varios dardos siempre con un cuidado exquisito en que no fueran tan contundentes como para poder llegar a poner en peligro la mayoría que gobierna Oviedo. Con todo, Mallada no dejó de ofrecer a su partido como «gran casa común del centro derecha».

Siempre hay un camino a la derecha

Dentro de estas escisiones hubo sus propias subdivisiones: por ejemplo en Foro se partió el grupo parlamentario con Pedro Leal quedando como el último fiel a Álvarez-Casos e, incluso dentro del PP se libró a comienzos de la legislatura, una durísima guerra interna entre Teresa Mallada y Mercedes Fernández dentro de Asturias y al final del mandato, apenas unos meses atrás, otra gran batalla nacional que terminó con la defenestración de Pablo Casado tras enfrentarse a Isabel Díaz Ayuso, y el salto de Alberto Núñez Feijoo a la política nacional desde Galicia.

Pero la escisión más relevante y la más fortalecida del momento es la de Vox, formación populista de extrema derecha que ha ganado apoyos de forma creciente y consecutiva en las últimas citas electorales, amenazando cualquier esperanza de reunificación del electorado conservador el esa casa común del PP.

Lo que pueda ocurrir con ellos en los próximos meses es una incógnita. Vox declaró frente a Foro, por ejemplo, una durísima campaña de acoso personalizado contra Adrián Pumares por acceder a negociar una reforma del Estatuto que incluyera la oficialidad del asturiano. Vox no hace prisioneros, en Castilla y León, muy al contrario que en Madrid, el adelanto electoral de Alfonso Fernández Mañueco no sirvió para fortalecer su mayoría sino para tener que cambiar el templado apoyo de Ciudadanos por el del partido de Abascal. Los resultados de los comicios andaluces, el reparto de fuerzas que salga de su elecciones inminentes, dejará también un aviso para lo que pudiera pasar en Asturias en la relaciones entre ambas fuerzas.