La Voz de Asturias

Bares únicos que le «dan vida» a cuatro pueblos de la Asturias despoblada

Asturias

Carmen Liedo Redacción
Bar La Bolera de Yernes y Tameza

La despoblación ha hecho que en Illano, Pesoz, San Martín de Oscos y Yernes y Tameza sólo tengan un local de hostelería que hace las veces de centro de reunión vecinal

23 Aug 2021. Actualizado a las 05:00 h.

Illano, Pesoz, San Martín de Oscos y Yernes y Tameza son cuatro municipios asturianos que año a año han ido acusando la despoblación hasta el punto de que la suma de los habitantes de todos ellos, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), supera por poco el millar de personas.

Además de la pérdida de vecinos, un hecho que sucede de forma generalizada en casi todos los concejos de la región, esos territorios comparten otra circunstancia común: en todos ellos queda en la actualidad un único bar que, como señalan sus regentes o propietarios, son los que «dan vida» a la zona por ser el lugar de encuentro, reunión y conversación de quienes residen en esos municipios, haciendo las veces de centro social y punto neurálgico de sus municipios. Así, tienen claro lo importante que es para la gente del entorno que ellos mantengan abierto el negocio pero advierten de lo complejo que puede llegar a ser cuando tienen que afrontar los mismos gastos y los mismos impuestos que los establecimientos de las grandes ciudades pero, en la mayoría de los casos, con peores servicios y comunicaciones.

Restaurante Folgueiróu, en Illano

Restaurante Folgueiróu, en Illano

Illano es un municipio del occidente de Asturias que, según el último Padrón, cuenta con 333 habitantes. El Restaurante Folgueiróu es el único bar del concejo, bar que desde hace 8 años dirige Manuel García Fernández junto con su mujer, ella al frente de la cocina, tras ganar la concesión del Ayuntamiento por ser el establecimiento hostelero anexo a la piscina municipal. De hecho, para el mismo este bar ubicado en su municipio natal supuso una nueva oportunidad laboral puesto que fue uno de los trabajadores de la construcción que se quedó desempleado cuando en 2008 estalló la burbuja inmobiliaria. «Yo trabajaba en la construcción y vivía en la capital, pero cuando el sector tuvo el bajón me quedé sin empleo. Salió este tema y me animé, aunque nunca había trabajado en restauración», explica Manuel García.

Si bien en el concejo llegó a haber siete bares, en la actualidad el suyo es el único establecimiento del municipio, por lo que señala que «es el centro social de la poca gente que queda» en la zona. «Desde Boal a Grandas de Salime, no hay mucho más para comer, para reunirse, para tomar un café o para jugar una partida», comenta el regidor del Restaurante Folgueiróu, que añade que los trabajadores de los parques eólicos que se están instalando en la zona contribuyen a la marcha del negocio porque «vienen a comer todos los días».

Sin embargo, Manuel García tiene claro que «en los pueblos cada vez hay menos gente» y que eso tendrá como consecuencia que «los bares de los pueblos llegarán a desaparecer», culpando en parte de ellos «a la administración, que no apoya nada a la España vaciada», comenta el mismo antes de reclamar que «la administración tiene que meter baza y dar a los pueblos una oportunidad para que en ellos se pueda vivir, porque no se vive del aire», ironiza. En su opinión, «es fundamental» que se mejoren las infraestructuras, las vías de comunicación y que haya buenas señales de internet. «Entonces sí sería una buena opción para vivir», manifiesta Manuel García, que ve con tristeza como la zona se va quedando deshabitada año a año cuando «antes los pueblos grandes que tenían 60 casas habitadas. Ahora en algunos de ellos quedan 8 personas».

En ese contexto, el propietario del Restaurante Folgueiróu sabe lo importante que es para los vecinos que su establecimiento siga abierto aunque económicamente «ya no es como antes. Vas ganando para vivir». Una ventaja que tiene es que «el sitio es muy guapo», por lo que en estos meses de verano tiene bastante afluencia de turistas que pueden disfrutar de una buena comida en las amplias instalaciones que tiene. Durante el invierno, son los cazadores los que más acuden al único bar de Illano.

Mesón As Cortes, en Pesoz

Mesón As Cortes, en Pesoz

Los 148 habitantes de Pesoz también tienen un único bar en el que reunirse, el Mesón As Cortes, que desde hace 24 años dirige Antonio Cachán. El municipio llegó a tener cinco establecimientos, aunque no todos coincidieron en el tiempo y cuando Cachán, como le conoce todo el mundo, puso en marcha el mesón ya no estaban todos los demás bares abiertos.

Cachán sabe lo importante que es para los habitantes de la zona su establecimiento: «un bar en un pueblo, más que un lugar social, es el centro para ir al psicólogo. Cada uno viene con su historia, vienen a evadirse, a descansar, a pasar el tiempo con los vecinos… Un bar de pueblo abarca muchos significados», manifiesta el propietario del Mesón As Cortes, que refiere también que en no pocas ocasiones su establecimiento hace de oficina de turismo para los visitantes. «Somos la guía de todo», comenta Antonio Cachán consciente de la relevante tarea, además de la hostelera, que tienen en un sitio como Pesoz, un concejo que ha sufrido como la despoblación como tantos otros de la zona rural.

Y a eso hace referencia Cachán: «aquí la gente no viene, hay que traerla», comenta el mismo elevando una queja sobre la falta de ayudas por parte de las administraciones: «yo no digo que nos den subvenciones, no, lo que digo es que nos ayuden a reducir los impuestos para subsistir, porque aquí pagamos de seguridad social y de otros impuestos igual que los de la calle Uría de Oviedo». Así, una reflexión que hace respecto a la despoblación de la zona rural es que «esto es la España que vaciaron con la política que se ha hecho, no la España vaciada».

Bar La Bolera, en Yernes y Tameza

Bar La Bolera, en Yernes y Tameza

En Yernes y Tameza, concejo de tan sólo 133 habitantes, el bar La Bolera que dirige Joana López desde hace tres años es el lugar de encuentro de los vecinos de la zona, sus principales clientes durante la semana, a los que se suman los turistas los fines de semana y durante la época estival.

«El bar es lo que da vidilla al pueblo, y como también es restaurante, en verano solemos organizar algo diferente: un cordero, una paella…», comenta Joana López, que explica que la dinámica para la gente del entorno es acudir para tomar un café o un vino por la mañana y por las tardes reunirse para jugar una partida de cartas o al parchís.

Y los turistas también son recibidos con los brazos abiertos: «aquí todo el mundo que llega es como de casa, tenemos un trato familiar y nos gusta hablar e informar de lo que podamos a todo el mundo», manifiesta la responsable del bar La Bolera satisfecha, además, de haber trasladado su vida familiar a Yernes y Tameza desde Grao, donde vivía y tenía negocio de hostelería anteriormente. «Ahora no lo cambio por nada», dice Joana López dando esperanza a la continuidad del único bar de ese municipio.

Casa da Vila, el bar que se traspasa en San Martín de Oscos

Casa da Vila, el bar que se traspasa en San Martín de Oscos

El que tiene los días contados es el único bar-restaurante de San Martín de Oscos. Si hasta el próximo 29 de agosto no aparece alguien que quiera hacerse cargo de Casa da Vila, su regente, Pilar Roger, lo cerrará dos años después de ponerse al frente del mismo.

La misma explicaba hace unos días que el establecimiento «económicamente va bien» y que la complejidad de conciliar la vida laboral y familiar es lo que la ha llevado a ella y a su marido a tomar la decisión de cerrar: «si no estoy yo, está mi pareja y tenemos hijas a las que hay que atender», comentaba Pilar Roger que, no obstante, siente pena porque «el pueblo se quede sin bar» porque sabe  de la importancia que tiene para los residentes de San Martín de Oscos el bar: «Los vecinos me dicen que no lo deje, que no cierre, pero si no se hace cargo alguien volverá a estar cerrado como cuando lo cogí hace dos años». Una situación que choca con la historia hostelera del propio pueblo, en el que llegó a haber «13 o 14 bares».


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