La Voz de Asturias

AsturSex Atención Sexológica, sobre el consumo de pornografía en la adolescencia: «Es la pornografía la que les busca, no al revés»

Asturias

María S. Condado Redacción

Cerca del 70% de los jóvenes españoles reconocen haber consumido este tipo de contenido al menos una vez en su vida

16 Oct 2025. Actualizado a las 05:00 h.

El consumo de pornografía entre los adolescentes es cada vez más frecuente, así lo determina el último informe del Instituto Nacional de Estadística sobre adicciones comportamentales. El estudio revela que un 66,8% de los jóvenes de entre 14 y 18 años admiten haber consumido este tipo de contenido al menos una vez en su vida; cerca del 60% reconocen que lo han hecho en el último años; y un 44,5% que ha sido en el último mes.

Ante esta realidad, el equipo de AsturSex Atención Sexológica habla en una entrevista para La Voz de Asturias sobre los recursos de orientación ante los riesgos que pueden conllevar un consumo inadecuado o excesivo de pornografía. Además, ofrecen pautas para abordar este tema tanto en el ámbito educativo como en el familiar y hablan de la importacia de la educación sexuales en edades tempranas. 

—¿Ha aumentado el consumo de pornografía entre los adolescentes en los últimos años? 

—Sí, ha aumentado significativamente el consumo de pornografía entre los adolescentes debido principalmente a la facilidad de acceso.

—¿El consumo de este tipo de contenido es más frecuente entre chicos o entre chicas? ¿A qué se debe esta diferencia?

—Es más frecuente entre chicos. Los chicos usan el porno como algo transgresor, que les hace parecer mayores, más adultos. En cambio, las chicas, cuando se acercan al porno, descubren que no se encuentran ni reflejadas ni representadas en lo que ven. Su acercamiento suele producirse por curiosidad y por saber qué es eso de lo que tanto hablan los chicos. La pornografía de acceso gratuito mainstream habitual usa a la mujer como un objeto de consumo para el hombre y no refleja ni su deseo, ni su placer ni como es realmente su respuesta sexual. Eso hace que la mayoría de las chicas pierdan pronto el interés.

—¿Se ha convertido la pornografía en una herramienta de educación sexual? ¿Qué riesgos puede conllevar esto?

—La pornografía no es una herramienta de educación sexual ni pretende serlo. La pornografía es un negocio. Es un negocio que busca sobre todo ganar dinero a base de vender, de tratar de captar el interés del usuario. El riesgo principal que tiene la pornografía es que te la creas. Que creas que lo que estás viendo refleja exactamente como son los encuentros eróticos, como es realmente el deseo de la mujer y su respuesta sexual. Si todas las personas que consumen pornografía la usasen como un simple entretenimiento, la pornografía no tendría más importancia que esa.

—¿Qué estereotipos perpetúa el consumo de pornografía?

—La pornografía gira en torno al coito y se centra en la penetración. El pene y su funcionamiento es el eje en el que se mueve y nos saca de la idea de ser cuerpos, de ser piel y nos pasa a simples genitales. Nos dice cuales tienen que ser nuestras fantasías y como tiene que ser nuestro desempeño erótico cuando estamos con otra persona. Suele desarrollar hasta el extremo todos los tópicos habituales sobre el intercambio erótico, siempre con predominio de lo heterosexual desde el punto de vista masculino.

—¿Cuándo se considera que el consumo de pornografía es excesivo? ¿Qué señales pueden alertarnos de que existe un consumo inadecuado?

—El consumo de pornografía se vuelve excesivo cuando altera tu día a día y no eres capaz de hacer otra cosa que consumir. 

—¿Qué riesgos están asociados al consumo excesivo de pornografía? ¿Y al consumo en una edad temprana?

—El riesgo principal pasa por la distorsión de la realidad que puede suponer su consumo sin ningún criterio. Puedes creerte que las cosas son como ves y eso puede llegar a crearte dificultades a la hora de comunicarte íntimamente con otra persona. Por ejemplo, puedes dar por hecho que a las chicas les gustan los encuentros eróticos agresivos, porque lo has visto muchas veces y has decidido que así deben de ser las cosas.

—¿El acceso a los teléfonos móviles a una edad temprana ha supuesto un aumento en el consumo de pornografía? 

—Claro. El acceso a la pornografía se ha vuelto muy, muy sencillo. De hecho, cuando los estudios hablan de consumos a los ocho años, a los nueve años, a los diez años, no se debe a que tengan un impulso erótico mayor que generaciones anteriores; en absoluto. Tiene que ver con que al tener un acceso muy sencillo a las tecnologías y generalmente sin explicaciones ni formaciones ajustadas sobre el uso, pues es la pornografía la que les surge constantemente aunque hagas un buen uso de tu móvil y no entres en nada «indebido». Es la pornografía la que les busca, no al revés. Por eso es tan importante explicar y educar en el buen uso de la tecnología y no simplemente regalarla y listo.

—¿Cómo afecta el consumo de pornografía a la sexualidad?

—La pornografía puede distorsionar la realidad del encuentro erótico. Puede complicar la comunicación de deseos y hacer creer a las personas, de una manera artificial,  que «deben» hacer, «deben» sentir, «deben» hacer sentir. Con la tecnología actual, incluida la IA, podemos representar todo tipo de prácticas eróticas, incluso aquellas que no son ni reales ni posibles físicamente.

—¿Puede derivar en conductas de riesgo?

—Tal y como hemos visto anteriormente, si te crees todo lo que ves sí. Un ejemplo muy claro es el de la protección en las relaciones. La gran mayoría de los encuentros que suceden en la pornografía no conllevan ningún tipo de protección. Igual que dar por hecho qué gusta y qué se desea por parte de las otras personas.

—¿Cómo se puede abordar el consumo de pornografía en la adolescencia?

—Con educación, por supuesto. Con una buena educación sexual, entendiendo sexual como de los sexos, de personas que se encuentran y, sobre todo, que conviven. Si desde edades tempranas educásemos tal y como plantea la propia UNESCO o varias leyes educativas estatales que tenemos en marcha serviría para dar criterio a los niños y las niñas. Criterio y herramientas para manejarse, para no creerse todo lo que ven, para usar la tecnología de forma adecuada, para conocerse, expresarse y aceptarse y para conocer aceptar y relacionarse con las otras personas. Con todo eso, tendríamos futuros adolescentes que verían la pornografía como ese negocio que es y solo sería un entretenimiento sin más. Sin marcar tendencia ninguna, ni influir en fantasías, deseos o encuentros.

—¿Qué papel desempeñan los centros educativos? ¿Y las familias?

—El papel que desempeñan los centros educativos y las familias es esencial. Si tanto las familias como los centros educativos se implican en dotar al alumnado de las herramientas y los criterios anteriormente mencionados mejoraría mucho la convivencia en los centros y en familia. Para eso sirve la Educación Sexual de verdad, la hecha por profesionales de la sexología. Nuestra entidad lleva muchísimos años trabajando el tema en el aula. Con el paso del tiempo hemos tenido que aumentar los contenidos sobre ese tema y al alumnado le produce alivio conocer que lo que están viendo no es real, ni refleja como tiene que ser su intimidad. Si a través de la Educación Sexual transmitimos como es la realidad del funcionamiento y diversidad de los cuerpos, del deseo, de los encuentros y además hablamos de responsabilidad, de respeto, de emociones, amor o sensaciones, protegeremos a niños y niñas del excesivo bombardeo mediático que reciben.

—¿Cómo pueden los padres tratar este tema en casa?

—Abordando el tema. La pornografía tiene que ser un tema de conversación, igual que otros muchos temas. Si no lo hablamos, si dejamos toda la responsabilidad en el centro educativo y las familias simplemente cruzamos los dedos esperando tener suerte y que no pase nada, las posibilidades de que pasen cosas son altas. No podemos ignorar que la pornografía existe, no podemos regalar tecnología a edades tempranas sin ningún tipo de acompañamiento por nuestra parte como familia. Y si no sabemos cómo hablar del tema, preguntemos, busquemos información, hablemos con el centro educativo y con profesionales. Cuanta más y mejor información tengamos, mejor vamos a educar y más vamos a proteger y participar de forma activa en el desarrollo integral de nuestras hijas e hijos.

 

 


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