La Voz de Asturias

Oier Luengo: «Algunos no me creerán, pero está siendo un año bueno en lo personal»

Azul Carbayón

Pablo Fernández Oviedo
Oier Luengo, en El Requexón

La Voz de Asturias entrevista al defensa del Real Oviedo, titular en las últimas jornadas tras no contar con minutos a lo largo de la temporada

13 Apr 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el pasado verano Oier Luengo (Amorebieta, Bizkaia; 1997) decidió aceptar a la oferta del Real Oviedo, en la plantilla azul ya estaban zagueros contrastados como David Costas, Dani Calvo y Rodri Tarín. Casi nada. Pero Luengo, criado en el Amorebieta y con experiencia también en Lezama, uno de los grandes tesoros del fútbol mundial, aceptó el reto. En las últimas semanas, su trabajo en el día a día le ha permitido demostrar sobre el césped que puede ser una solución fiable para Álvaro Cervera. La Voz de Asturias se sienta con Oier Luengo. 

—Uno tiende a pensar que el que ha pasado por el Athletic se ha criado en Lezama, pero usted no.

—Soy de Amorebieta y durante toda mi etapa formativa hasta juveniles e incluso los dos primeros años de sénior estuve ahí. En el segundo año sénior hice una buena temporada en Segunda B y el Athletic se fijó en mí para el filial.

—¿El Amorebieta es un club importante a nivel formativo en Vizcaya?

—Nunca ha sido un club de los importantes en Vizcaya, pero cada vez está haciendo mejor las cosas y ya en los últimos años han salido varios jugadores formados allí, como Etxeita o Aurtenetxe. No es de los que más jugadores saca, pero cada vez son más los referentes en los que fijarse.

—Raro lo de no salir del Amorebieta hasta tan tarde, ¿no?

—Siempre digo que hasta juveniles nunca destaqué, no sé si por mi forma de jugar o porque no había desarrollado. Siempre fui defensa, central o lateral, yo creo que porque mi hermano mayor también era central y desde muy pequeño me fijé en él. Nunca llamé la atención, aunque ya en juveniles me llamó la selección vizcaína y mi nombre era algo más conocido. Eso sí, en mi cabeza realmente nunca estaba la idea de hacerme futbolista profesional, no se había dado. Yo quería estudiar y me encantaba el fútbol, pero no veía dedicarme a esto como una posibilidad real. Cuando debuté en Segunda B me lo empecé a creer y desde ahí, poco a poco, he ido escalando puestos.

—¿Sigue estudiando?

—Sí, ADE (Administración y Dirección de Empresas), y ya estoy en la recta final. A corto plazo creo que no lo voy a utilizar, pero está bien tenerlo.

—Decía que salió del Bilbao Athletic, regresó al Amorebieta y luego volvió a Lezama.

—En Lezama me costó acomodarme y a mediados de temporada salí cedido y regresé al Amorebieta. Volví al Bilbao Athletic en el verano de 2019 y ya tuve dos temporadas buenas. En la 20/21 es cuando el Amorebieta sube a Segunda en el playoff de Extremadura, donde nosotros también estuvimos y perdimos ante el Burgos de Saúl Berjón. El Amorebieta asciende y el director deportivo, con el que tengo buena relación, me llamó y me dijo que me querían en Segunda. Y no podía negarme: jugar en casa y en Segunda, todo positivo.

—Supongo que ahí lo de ser profesional del fútbol ya le empieza a rondar la cabeza.

—El cambio de chip es mi debut en Segunda B, cuando después me llama el Athletic. Me pilla con 19-20 años y pensé “bueno, todavía estoy a tiempo”. Fui a dar a una cantera que te da muchas posibilidades y salidas y bueno, a no me está yendo mal.

—¿Cómo vivió el debut en Segunda División de la temporada pasada?

—Con muchos nervios, no te voy a engañar. Al menos al principio. Luego lo disfruté muchísimo y fue un año muy bonito. Estaba en mi casa, la pena que no pudimos jugar en Urritxe, aunque Lezama también era mi casa. Nos hacía mucha ilusión a todo el equipo porque para la gran mayoría de la plantilla era su debut en el fútbol profesional, y esa ilusión se notaba. Nos faltó una pizca de suerte y experiencia, llámalo como quieras, pero dimos guerra hasta el final.

—Conoció el Tartiere y no les fue muy bien.

—Fuimos muy inferiores en el Tartiere, mucho. Como en pocos partidos la temporada pasada, eh. Nos metió un golazo Viti, que ya le he dicho muchas veces que no ha metido un gol así en su vida [risas]. Íbamos 2-0 al descanso y luego en la segunda parte se igualó algo más la cosa.

—Ahora en el Amorebieta está destacando un ovetense y oviedista, Jorge Mier.

—Cuando a Jorge le llamaron, me preguntó y le di buenas referencias. Le dije que Amorebieta era un pueblo muy tranquilo para vivir, que la gente le iba a acoger genial y que el club es un club de casa, donde es muy fácil trabajar. A la vista está que fue una gran elección, porque muchos jugadores se reivindican y relanzan su carrera allí y Jorge puede ser el próximo.

—Demos un salto temporal, semana antes de visitar al Granada: Juanfran y Lucas serán los laterales del Oviedo en Los Cármenes.

—Por suerte, tengo la cabeza bastante bien amueblada en el sentido de que siempre entreno igual, no me afecta lo que pase fuera e intento entrenar bien. Al final tengo claro que tenemos que ser profesionales y, si te exiges de verdad en el día a día, cuando aparezca la oportunidad tendrás muchas más opciones de cumplir a buen nivel. Cada entrenamiento es una oportunidad, no nos queda otra que pensar eso. Así es el fútbol.

—¿Qué piensa cuando os dicen que Juanfran es baja?

—En mi cabeza cabía la posibilidad de que, sin Juanfran, me podía tocar. Es verdad que hacía seis años que no jugaba de lateral, pero no me es ajena. Me vino el segundo entrenador -Roberto Perera- y me dice “Oier, ¿cómo te ves de lateral?”. Le dije que me daba igual, que juego donde hiciese falta y que encantado. Y así fue.

—Lateral ante uno de los mejores ataques de Segunda. ¿Un marrón?

—Muchos me dijeron que era un marrón, sí, pero también era una oportunidad. Depende de cómo lo mire uno. Me lo tomé como lo segundo, a sabiendas de que si lo hacía bien podía contar más para el míster. Sabía que tenía poco que perder y muchísimo que ganar, por eso salí tranquilo al campo y por suerte, en lo personal, la cosa salió bien.

—¿Qué le dijeron en el vestuario?

—Me dijeron que enhorabuena, porque sabían que no era fácil cumplir después de tanto tiempo inactivo. No mucho más [risas].

—Imagino que la concentración debe ser total cuando uno juega tras tanto tiempo fuera y en una posición que no es la habitual.

—Tal cual. Cuando no tienes ese ritmo de competición, la concentración tiene que ser máxima. No puedes relajarte porque esa chispa de potencia, velocidad o fuerza no la tienes, así que tienes que evitar que se den situaciones que te obliguen a ir más al límite de la cuenta. También creo que, al ser central, estoy acostumbrado a estar tan concentrado, porque es una demarcación en la que se nos exige estar muy pendiente de todo lo que pasa a nuestro alrededor. Un buen central debe dominar esa faceta.

—¿Lo de la defensa de tres centrales en Las Palmas surge antes o después de la lesión de Montoro?

—Ya la habíamos entrenado antes de la lesión de Montoro, el míster tenía claro que era una posibilidad en Las Palmas. No sabíamos a ciencia cierta si íbamos a jugar así y supongo que la lesión de Montoro acabó por decantar la balanza.

—Esta vez sí jugó en una posición habitual para usted.

—Me vi bien, sí. Estoy muy acostumbrado a jugar en ese perfil, jugué toda la temporada pasada ahí. El planteamiento que nosotros habíamos preparado fue justamente lo que pasó, algo que siempre sienta muy bien. En los tiros lejanos al larguero tuvimos esa pizca de suerte que en otros partidos nos faltó, pero realmente esos tiros no se pueden considerar ni ocasiones claras.

—Lo de este Oviedo con las lesiones…

—No he vivido algo así en mi vida, de verdad, es insólito. No he visto tanta lesión, tanto partido perdido en el último minuto, rebotes que nos perjudican, algún penalti fallado en el descuento incluso… Todo parece que nos perjudica, y aun así estamos ocho por encima del descenso y tuvimos momentos de poder engancharnos algo más arriba. La lesión de Montoro es el resumen perfecto de la temporada: una acción totalmente normal, de finalización y sin ninguna oposición de nada. No hay explicación, son acciones normales del juego en el que pasan cosas raras. Y lo digo yo que igual no llevo tanto tiempo en el fútbol, pero compañeros de equipo que sí son veteranos de verdad dicen lo mismo.

—¿Qué tal en Oviedo?

—Muy bien, la verdad. Soy muy del norte, así que esta ciudad es ideal para mí. Estoy muy a gusto, encontré un piso en una zona que me gustaba y tengo compañía toda la semana: viene mi familia, mis amigos, mi novia… Estoy muy contento.

—Decidió fichar por un Oviedo en el que ya estaban Costas, Dani Calvo y Tarín. ¿Qué dice eso de usted?

—Era una buena oportunidad, sigo estando convencido de ello. Un gran club, una masa social importante, casi siempre bien clasificado en Segunda… Había muchísima competencia, sí, pero para eso jugamos al fútbol también, para competir. Los que hemos estado jugando menos, pero apretando desde atrás, hemos hecho mejores a los que han estado jugando. Era un reto y sabía que iba a ser difícil, pero cuando tienes las cosas claras todo va muy rodado.

—¿Cómo se lleva lo de no jugar?

—Te mentiría si no te dijese que es duro. Además, esta era mi primera experiencia fuera de casa, porque yo antes vivía con mis padres y todo era muy cómodo. Hubo momentos en los que fue difícil, pero si tienes las cosas claras, eres profesional y, además, los compañeros de vestuario te ayudan, se puede gestionar. Ahora me encuentro bien y, por suerte, estoy teniendo minutos. Algunos no me creerán, pero está siendo un año bueno en lo personal para mí, de mucho aprendizaje.

—El otro día, en sala de prensa, Cervera alabó su actitud y su profesionalidad.

—No suelo leer nada de lo que sale en medios, te lo digo de verdad. No sé si está bien o mal, pero lo que hago es estar centrado a tope dentro del campo y una vez salgo de aquí desconecto. Mi hermano y mi padre son los que leen algo más, pero siempre les digo que no me cuenten nada, que no quiero saberlo. Fuera quiero hacer otra vida, centrarme en los estudios, en mis amigos y en mi novia.

—Usted pasó por el Athletic, algo sabe de cantera. ¿Se nota que en el Oviedo actual haya tantos jugadores de la casa?

—Se nota, sí. Y es muy importante que se note, además. Que la cantera sea el sustento de un club es muy importante para dicho club, pero también para la gente. Los oviedistas seguro que se sienten muy identificados viendo a alguien de los suyos defendiendo su camiseta, y además dando el nivel de sobra. Al menos yo me sentiría muy identificado.

—¿Cómo ve a los guajes que vienen por detrás?

—Hay nivel. Y se nota cuando vienen a entrenar, aportan una energía extra porque lo dan todo, eso es muy importante. A mí me pasó en el Athletic: cuando subes a entrenar con el primer equipo te dejas la piel, aunque sea un lunes cualquiera, tiene que notarse que tienes ganas de poder estar ahí en un futuro.

—Sangalli fue el ejemplo perfecto de integración total en club y ciudad. ¿Qué le decía?

—Con Marco tuve muy buena relación, la verdad, hubo mucho ‘feeling’ desde el principio. Siempre me dijo que aquí iba a estar espectacular, que Oviedo es una ciudad muy bonita y tranquila y que me iban a tratar muy bien. Y así ha sido. Él se sentía como en casa porque le hicieron sentir así.

—¿Qué piensa de El Requexón?

—Estamos muy a gusto, yo al menos. Todas nuestras posibles necesidades están cubiertas, la verdad. Tenemos gimnasio, el tema de las aguas con el frío y la sauna, cuerpo médico, fisios…

—Con la nueva ciudad deportiva se pretende aunar al primer equipo y al filial con el resto de la cantera.

—Es muy importante. Los chavales ven la dinámica de los de arriba y también la del primer equipo, que a un niño el solo ver pasar a sus ídolos caminando de campo a campo ya le puede hacer una ilusión tremenda. Aunar todo eso sería un gran salto y es lo que quieren hacer aquí, en Lezama ya lleva mucho tiempo instaurado. Y les va bien, creo [risas].

—Tiene contrato hasta 2024… ¿se ve en Oviedo más años?

—Sí que me veo en Oviedo, sí. Igual depende de más cosas, pero yo estoy muy a gusto aquí.


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